En 2018, los bancos centrales de todo el mundo adoptaron medidas para normalizar los tipos de interés, a través de subidas de los tipos oficiales y la retirada de los programas de expansión cuantitativa. No obstante, según indica el Grupo de Soluciones de Inversión de MFS Investment Management, pronto dieron un golpe de timón y volvieron a mostrar un sesgo acomodaticio en 2019 como consecuencia del deterioro del crecimiento mundial, el comienzo del conflicto comercial y la caída de la inflación hasta situarse muy por debajo de los objetivos fijados.
De necesitarse nuevos estímulos en 2020, los bancos centrales podrían encontrarse con escasas opciones, habida cuenta de los reducidos tipos oficiales de hoy en día y de sus ya abultados balances. Dado el limitado margen de maniobra en términos de política monetaria, los bancos centrales podrían tener que pasar el testigo a las autoridades fiscales para alentar el crecimiento.
De hecho, en Japón, en respuesta a la ralentización del crecimiento, exacerbada por un aumento del impuesto nacional sobre las ventas, ya se han adoptado medidas para incrementar el gasto fiscal. Ahora bien, un considerable desembolso fiscal adicional podría resultar complicado, puesto que el endeudamiento público ya se sitúa muy por encima de la media en muchas de las economías principales.
Aunque los últimos recortes de tipos acometidos por la Reserva Federal estadounidense (que se definieron como «ajustes de mitad de ciclo») fueron suficientes para prolongar el ciclo económico en Estados Unidos, las autoridades monetarias solo tienen a su disposición un puñado de recortes adicionales en caso de deterioro de la economía. Además, mientras que otros bancos centrales han experimentado con los tipos negativos, la Fed se muestra reacia a tomar ese camino, y la eficacia de dicha medida sigue suscitando dudas.
El Banco Central Europeo, ante la continua debilidad económica e incertidumbre en relación con el «brexit», rebajó los tipos hasta situarlos en cotas aún más negativas, reanudó el programa de expansión cuantitativa y puso a disposición de los bancos europeos niveles extraordinarios de liquidez. El Banco de Japón fijó los tipos oficiales en terreno negativo y emprendió un programa de control de la curva de tipos, aunque siguió atravesando dificultades para estimular el crecimiento o alentar la inflación de manera sostenible.
Repercusiones para la inversión en 2020
Los rendimientos de la deuda pública se mantendrán probablemente en niveles reducidos, dadas las expectativas de un débil crecimiento mundial, una átona inflación y la amenaza potencial de nuevos rifirrafes comerciales. Si bien la actitud acomodaticia de los bancos centrales y las benévolas perspectivas de crecimiento generan un entorno muy propicio para determinados bonos corporativos de elevada calidad (elegidos con criterio selectivo), los inversores deberían examinar cuidadosamente las valoraciones.
La desaceleración del crecimiento en China no solo gira en torno al comercio
La economía china ha crecido significativamente en la última década, en términos tanto absolutos como relativos, y su tamaño se ha duplicado con creces, pasando del 8% del PIB mundial al 13%. Sin embargo, la tasa de crecimiento de China parece estar ralentizándose conforme afronta los nuevos desafíos que plantea una economía mucho más grande e integrada a escala mundial. Si bien las tensiones comerciales han repercutido, a todas luces, en la desaceleración, otros factores internos también han contribuido considerablemente a reducir el ritmo de crecimiento de la segunda economía más grande del mundo.
China emprendió un significativo programa de desapalancamiento, ya que las restricciones de crédito en 2018 se tradujeron en un menor crecimiento a finales de 2018 y principios de 2019. La política actual parece centrarse más en la asignación eficiente de crédito que en el volumen de crédito per se. Este entorno crediticio relativamente restrictivo ha imperado en un momento en el que China normalmente habría inyectado bastante crédito en la economía con el fin de contrarrestar los efectos de la guerra comercial. Esta clara ruptura con las prácticas del pasado sugiere que las autoridades políticas están dispuestas a aceptar una menor tasa de crecimiento en un esfuerzo por desinflar (o, al menor, no inflar más) lo que muchos consideran una burbuja crediticia china. En consecuencia, el enorme sector manufacturero de China se está viendo sometido a presión por el marcado descenso de los flujos comerciales a escala internacional. Al mantener el crecimiento del crédito bajo control, China ha procurado no inyectar más apalancamiento en los ya sobrecalentados sectores inmobiliario y de infraestructuras.
Repercusiones para la inversión en 2020
Una nueva desaceleración del crecimiento en China podría tener profundas repercusiones para las entidades exportadoras que dependen demasiado de China como socio comercial, mientras que los países y las compañías que presentan una gama bien diversificada de socios comerciales navegarán, a buen seguro, por aguas más tranquilas.
La inversión ASG, una práctica generalizada
El interés en los asuntos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG), así como su visibilidad han aumentado a un ritmo constante en los últimos años, y en MFS IM anticipan que los criterios ASG cobrarán cada vez más importancia para los inversores, sobre todo en Estados Unidos, donde algunos inversores y reguladores no llevan tanto camino recorrido como sus homólogos en Europa.
Los términos «integración» e «importancia relativa» se popularizaron en 2019, al alcanzarse varios hitos destacados; en efecto, la emisión de bonos verdes alcanzó la cota del billón de dólares, se ha asistido a la introducción de la mesa redonda del cambio climático de Estados Unidos, y un mayor número de inversores institucionales situaron los factores ASG entre sus metas prioritarias.
De cara a 2020, los temas de gestión responsable y transparencia probablemente adquirirán impulso, ya que los inversores tratan de arrojar luz sobre asuntos que todavía suscitan confusión, como la terminología, el proceso frente al producto, el valor frente a los principios y la participación activa frente a la exclusión. También se prevé que vaya en aumento la necesidad de que todas las partes interesadas aporten mayor transparencia, incluidos los gobiernos, las autoridades reguladoras, los consejos de administración y los beneficiarios. Determinados actos legislativos de envergadura en la Unión Europea obligarán a los gestores de inversiones a comunicar sus actividades de gestión responsable y sus resultados. Irónicamente, una evaluación objetiva del impacto de la integración ASG resultará difícil precisamente por dicha integración. Todavía se desconoce cómo la industria inversora solucionará este escollo.
Repercusiones para la inversión en 2020
Los inversores recibirán más información sobre los criterios ASG de las empresas, los gestores de inversiones y las partes interesadas conexas, y deberían estar preparados para ello. No obstante, resulta indispensable protegerse frente al denominado «ecopostureo» y cerciorarse de que los esfuerzos ASG son auténticos. Los inversores deben esforzarse por comprender el cambiante entorno jurídico y reglamentario.
A escala mundial, se debe estar atentos a los siguientes hitos importantes: la taxonomía de la Unión Europea, el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima, la Directiva de derechos de los accionistas II y un nuevo código de buenas prácticas («Stewardship Code») en el Reino Unido. Conforme se desarrollan estos y otros temas macroeconómicos y del mercado a lo largo del año, y al igual que en cualquier entorno de mercado, en MFS están firmemente convencidos de que los inversores deberían optar por carteras diversificadas en una variedad de clases de activos y asegurarse de que sus carteras se ajustan adecuadamente a sus horizontes de inversión, sus objetivos de inversión y sus perfiles de tolerancia al riesgo.