¿Cuánto aporta la gestión activa frente a la pasiva? Con esta pregunta abrió Michael Roberge, CEO, presidente y CIO de MFS Investment Management su ponencia en el 2017 MFS Annual Global Analyst and Portfolio Manager Forum, que tuvo lugar a mediados de mayo en Boston.
Según comentó Roberge, algunos de sus mayores y más sofisticados clientes, incluyendo aquellos que gestionan fondos patrimoniales soberanos y planes de pensiones, están incrementando sus posiciones en los fondos de gestión activa, contrariamente a lo que el cliente medio de retail está realizando. En su charla expuso los principales motivos por los que, a juicio de MFS, los clientes deberían reconsiderar la gestión activa en el entorno actual, en contraposición a estar simplemente invertido de forma pasiva.
La mentalidad cortoplacista del grueso del mercado
En el periodo inmediatamente posterior a la elección de Donald Trump, de noviembre a finales de año pasado, el mercado subió entre un 6% y un 7%. Para Roberge, todavía más relevante que este rally, fue el giro masivo desde los sectores más defensivos y con mayor calidad, hacia sectores mucho más cíclicos, bajo la expectativa de que con la nueva administración se reducirían los impuestos y que la carga regulatoria sería menor. Del mismo modo, cualquier incremento en el crecimiento económico fue objeto de trading: el precio de las acciones profundamente cíclicas se disparó y las empresas de productos de consumo básico sufrieron una caída en precios. Esto fue propiciado en parte por los inversores que persiguieron estos sectores por el miedo a quedarse por debajo del índice de referencia en materia de rendimiento. En un claro ejemplo de cómo la mentalidad cortoplacista domina el comportamiento de los mercados, cumplidos más de cinco meses desde la toma de poder de Trump, se produjo una nueva rotación en sentido contrario a la anterior. Los inversores han comenzado a percibir que será difícil para Trump conseguir la aprobación de un gasto significativo en infraestructura y que se encuentra sin apoyos en gran parte de sus promesas electorales.
Según Michael Roberge esto se reflejó claramente en los sectores más cíclicos: la acción de US Steel, que se situaba en los 21 dólares antes de las elecciones, duplicó su precio hasta los 42 dólares, para regresar de nuevo meses después al nivel de los 21 dólares por acción. Mientras tanto, la estrategia de MFS fue vender acciones cíclicas y comprar acciones defensivas. Los equipos de la gestora buscan un rendimiento con un horizonte entre tres y cinco años, identificando oportunidades a largo plazo. Aquí es donde MFS cree que se encuentran las verdaderas oportunidades para añadir alfa a las carteras.
Una mayor volatilidad
Otro factor que juega a favor de la gestión activa es el periodo de mínimos en volatilidad que se ha atravesado en las últimas décadas. Siendo en gran parte consecuencia de las políticas acomodaticias de los bancos centrales.
Tanto el Banco Central Europeo, como el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón continúan con programas de relajamiento cuantitativo; y si bien la Reserva Federal parece encontrarse en un ciclo de subida de tipos, Roberge defendió que, si se tiene en cuenta la inflación, la tasa real de interés de los Fondos Federales es negativa, algo que resulta especialmente estimulante para una economía que crece en torno al 2%, con potencial para crecer al 4%. A juicio del CEO de la gestora, se podría decir que todos los bancos centrales a nivel global continúan inyectando liquidez al sistema, lo que no solo hace que los tipos de interés se mantengan bajos, sino que también suprime la volatilidad del mercado.
Desde MFS sostienen que, en los próximos diez años, se continuará viendo un escenario de bajo crecimiento a nivel global. Existe un problema de sobreendeudamiento y de envejecimiento de la población en las principales economías desarrolladas, que provocarán que el crecimiento de la economía mundial se mantenga por debajo de su potencial.
Para Roberge, la única forma de conseguir un mayor crecimiento en términos reales sería potenciando un incremento de la fuerza laboral, algo que las nuevas corrientes en política de inmigración están frenando, o aumentando la productividad. Esta última variable es la que mejor puede ser implementada por los gobiernos a nivel mundial.
“El entorno económico global sigue siendo más deflacionario que inflacionario. En Japón han intentado generar inflación por más de 30 años, algo que también está comenzando a suceder en Estados Unidos. Los últimos datos de inflación con respecto al año anterior han sido a la baja, incluso solo teniendo en cuenta la inflación subyacente. Se podría afirmar que a nivel global existe un problema de inflación”, señaló Roberge.
Teniendo en cuenta estos factores, MFS cree que inversor puede esperar un mundo con un crecimiento económico menor, en el que habrá una mayor volatilidad, pues las economías deberán enfrentarse a mayores desafíos. “Se verán nuevos episodios de incertidumbre en Europa: Grecia volverá a salir en los titulares de las noticias por la renegociación de deuda e Italia tendrá elecciones generales en mayo de 2018. Y, por último, en el momento en el que los bancos centrales comiencen a retirar el exceso de liquidez de los mercados, se fomentarán mayores niveles de volatilidad, lo que en suma representa una enorme oportunidad para la gestión activa frente a la pasiva”, añadió.
Para Roberge, esto no significa que no se deba tener una parte del portafolio invertida en vehículos de gestión pasiva, sino que se debe reconsiderar que proporción se está dedicando a la gestión activa.
Un entorno disruptivo
Según MFS, otra de las claves fundamentales que indican que no bastará con comprar el índice para alcanzar los objetivos de inversión, es el amplio número de industrias están atravesando un periodo disruptivo: “El ejemplo más obvio es el sector de ventas retail, donde Amazon está destrozando a sus competidores en el segmento tradicional de venta minorista. Cada vez son más los sectores que están atravesando un periodo de transformación: Airbnb, por ejemplo, ha propiciado un cambio similar en la industria del ocio, Uber ha irrumpido en el sector del taxi, los roboadvisors y los ETFs smart beta han afectado a la industria financiera. Todos estos ejemplos, que ponen de manifiesto la complejidad del entorno, hacen que la gestión pasiva tenga un menor atractivo”.
Más que nunca, los inversores necesitan una gestión activa
Continuando con la discusión, Roberge destaca dos razones por la que los inversores deben considerar la posicionarse en vehículos de gestión activa: el retorno y la gestión del riesgo. En relación al retorno de los mercados en los próximos diez años, la gestora espera un rendimiento a nivel global en renta variable aproximado del 4,3%. Esta cifra es considerablemente menor al rendimiento histórico, pues las valoraciones de partida son muy altas, especialmente cuando la gran mayoría de las oportunidades están ya descontadas en los precios actuales de mercado. Mientras que el rendimiento esperado para el mismo plazo en renta fija global de grado de inversión es cercano al 3%. Históricamente, las tasas se encuentran en bajos niveles, dejando muy poco margen para las ganancias por apreciación de capital, quedando solo la búsqueda de cupón y los spreads en deuda corporativa como la principal fuente de rendimiento para esta clase de activo. Por lo que, según las estimaciones de MFS, el inversor medio que invierte en una cartera balanceada obtendría un rendimiento estimado anual cercano al 4% durante la próxima década.
“Este rendimiento hace extremadamente difícil que el grueso de los inversores llegue a cumplir sus objetivos de jubilación. Por lo que van a necesitar un a fuente adicional de rendimiento que contribuya logar sus metas, algo que solo se podría conseguir a través de la gestión activa y la generación de alfa” comentó Roberge.
En este sentido, el alfa de las carteras se convierte en un elemento más importante que nunca. Según las proyecciones de MFS, para la renta variable estadounidense de gran capitalización, la contribución de la gestión activa en términos de exceso de retorno sobre el índice pasará de ser del 17% registrado históricamente (un 2% sobre un 10.1%), a un 42% (un 2% sobre un 2,8%). Mientras que, en renta fija, la contribución de la gestión activa aumentará del 12% (un 1% sobre un 7,5%) al 24% (un 1% sobre un 3,1%).
Sin embargo, los inversores han dejado de creer que existe una oportunidad de alfa y se inclinan por la gestión pasiva buscando exclusivamente menores comisiones, sin tener en cuenta el rendimiento neto. En diez años, estos inversores se sentirán muy decepcionados si efectivamente las previsiones de MFS se cumplen y verán limitado su rendimiento por debajo del 4% ofrecido por el mercado, por muy bajas que sean las comisiones cobradas por los vehículos de gestión pasiva. Por todo ello, Roberge anima a reconsiderar la gestión activa como la principal vía para alcanzar los objetivos de inversión.