La imposición de medidas más estrictas por parte del gobierno mexicano para evitar la propagación del covid-19 llegaron tarde, en opinión de los analistas de Citibanamex, que atribuyen la tardanza a «preocupaciones de que estas podrían afectar innecesariamente a la actividad de forma negativa».
En un documento titulado COVID-19 en México: una propuesta de monitoreo, los analistas proponen un marco conceptual sencillo para monitorear la evolución del COVID-19 en términos de sus consecuencias observadas a nivel nacional tanto en el ámbito de salud como en el económico.
En particular, construyeron un esquema de “combinaciones de resultados”, el cual muestra las distintas posibilidades en torno a qué tan bien o qué tan mal un país puede estar desempeñándose en ambas dimensiones. Entre otras cosas, encontraron que: 1) México se ubica en una etapa muy temprana en cuanto al contagio del covid-19; 2) hay evidencia de un subreporte significativo de casos de infección; 3) la tasa de contagio es alta en relación con otros países; y 4) la adopción de medidas de intervención no farmacéutica (INF) en México ha sido tardía en comparación con sus pares latinoamericanos.
«México es uno de los países con el menor número de casos en términos per cápita (17 por millón de habitantes (pmh) frente a un promedio de 100 en otras partes de América Latina). Esto parece extraño, especialmente porque EE.UU. ahora se acerca a los 850 casos pmh. Las disparidades en los casos reportados entre ciudades en la frontera entre Estados Unidos y México son particularmente notables, sobre todo a la luz de la intensa actividad y el alto tráfico entre ellas«.
En el frente sanitario, los analistas notan que México tiene un recuento de infecciones más bajo y un número relativamente menor de casos nuevos en relación con otros países en la etapa temprana del brote de COVID. «Sin embargo, es probable que haya problemas de medición, principalmente debido al número de pruebas insuficiente en comparación con lo que se ha hecho en otros lugares, lo que puede ocultar la propagación real del contagio. También seguimos preocupados porque la tasa de mortalidad haya aumentado, de alrededor del 2% hace solo unos días a bastante por encima del 4% ahora.
En el plano económico, en su opinión es necesario rastrear y monitorear variables de alta frecuencia para poder determinar el grado de deterioro de la actividad económica. Con base en distintos proxies de actividad, incluyendo tasas de ocupación hotelera, indicadores de crédito y bancarios, así como tráfico vehicular y niveles de contaminación, estiman que la actividad pudo haber disminuido alrededor de 30% en las últimas dos semanas.
Con base en lo anterior, concluyen que México necesita una respuesta de política más rápida y contundente para combatir tanto al COVID-19 como a sus impactos sobre la economía.
«En nuestra opinión, la economía se encuentra en un estado agonizante y se requieren medidas fiscales audaces urgentes. Un gasto público elevado para expandir la infraestructura sanitaria (reconfigurar edificios del gobierno hacia hospitales temporales, adquirir respiradores, etc.) y mitigar la pérdida de empleos, llevaría a México a tener un menor número de infecciones y una recesión más pequeña. Un gasto público limitado haría, en contraste, que el país se mantuviera expuesto a malos resultados en materia tanto de salud como de economía. Así, reiteramos que no hay cabida para la inacción».
Puede leer el reporte en el documento adjunto: