México no ha sido capaz de registrar avances significativos en torno a la inclusión financiera, es más, en muchos aspectos, el país se encuentra en una posición menos ventajosa que aquella que ocupaba hace tres años, concluye un estudio de BBVA Research.
Le entidad bancaria ordenó los los resultados y las bases de datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021 publicados en mayo por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). El objetivo de la encuesta, de edición trienal, es generar el conocimiento que permita a las autoridades financieras hacer diagnósticos, entre otros objetivos.
BBVA dedujo que no hay avances con respecto a la tenencia de productos financieros. El porcentaje de la población que afirmó tener al menos un producto financiero estuvo 0,5 puntos porcentuales (pp) por debajo del nivel obtenido en 2018, en concreto, el porcentaje de adultos (18 a 70 años de edad) tenedores de dichos productos se situó en un 67,8% del total de la población. Cabe mencionar que la tenencia de dichos productos financieros constituye el elemento inicial necesario para desencadenar los beneficios económicos potenciales a nivel individual y social del sistema financiero.
Analizando la evolución de los productos financieros de forma desagregada, resalta el porcentaje de tenencia de seguros de cualquier tipo, ya que indica que tan solo 2 de cada 10 adultos contaban con un seguro en 2021, lo que es indicador de una baja cultura de la prevención en México.
Atendiendo a la evolución por región, se puede observar que la zona Noroeste y Sur sufrieron, de forma significativa, cambios negativos, pasando del 82,3% al 75,7% y del 67,6% al 60,1%, respectivamente. Por otro lado, las demás regiones mostraron un estancamiento, lo que tiende a perennizar la heterogeneidad existente entre ellas, esto es, regiones del Norte con una mayor tenencia que las regiones del Sur.
En ese contexto, si bien, existen esfuerzos de política pública para avanzar en la tenencia de productos financieros e impulsar la inclusión financiera, como la Política Nacional de Inclusión Financiera publicada en 2020, el estancamiento podría estar asociado también a las consecuencias de la jornada de sana distancia producto de la pandemia. La pérdida de empleo pudo estar relacionada con la pérdida de los seguros, al igual que los créditos personales que están supeditados a las expectativas de continuidad laboral (que en ese periodo había incertidumbre).
La brecha de género con respecto a la tenencia de cuenta de ahorro formal aumentó de 2.6pp a 13.8pp en 2021, repartiendo dicha posesión en un 56,4% para hombres contra un 42,6% para las mujeres. Este fuerte incremento no sólo se debe a la disminución de este indicador entre las mujeres en este periodo, sino también al aumento de la proporción de hombres con tenencia de cuenta de ahorro formal entre 2018 y 2021.
Algo similar se observa en la tenencia de seguro. Aunque tanto los hombres como las mujeres reportaron una disminución en la tenencia de seguro, la caída en la proporción de las mujeres fue mucho mayor. Entre 2018 y 2021, la tenencia de seguro para los hombres se redujo de 28.0% a 26.1%, mientras que entre las mujeres cayó de 23.1% a 16.4%. Esto ocasionó que la brecha de género en la tenencia de seguro aumentara de 4.9pp en 2018 a 9.7pp para 2021. Las afectaciones económicas derivadas de la pandemia por COVID-19, que afectaron más profundamente a las mujeres, pueden estar detrás de esta tendencia.
El gráfico que se muestra a continuación refleja la tendencia de la totalidad de productos financieros a los que atiende el estudio.
Con respecto a la relación de la COVID-19 con el bienestar económico, más de la mitad de la población mexicana de 18 a 70 años, concretamente, un 58.4%, indicó haber tenido una afectación económica derivada del COVID-19 y, de ellos, el 90.1% señaló una reducción en lo que ganaba o percibía. Segmentando la población por edad, los grupos con mayor afectación fueron los de 30 a 44 años y de 45 a 59 años, con niveles de 62.6% y 62.1%, respectivamente.
Del 58,4 % de mexicanos que declararon haber visto reducidos sus ingresos durante la pandemia, el 43.5% tuvo afectaciones adicionales por gastos asociados a la salud, así como gastos funerarios, y 39.6% por pérdida de su empleo. En consecuencia, y para mitigar dicha afectación económica, el 95.3% opto por reducir sus gastos, el 79.9% utilizó el dinero que tenía ahorrado, el 40.0% pidió prestado a familiares o personas conocidas y el 18.6% vendió o empeño algún bien.
Con base en lo anterior, de las personas susceptibles de realizar las acciones comentadas, el 39.1% llevó a cabo actividades relacionadas con el trabajo, el 30.4% pidió crédito formal, el 28.2% se atrasó en el pago de su crédito y el 24.5% solicitó la prórroga de intereses.
Por otro lado, se observa que, en total, sólo 34.1% de las personas que sufrieron una afectación económica lograron reponerse a la emergencia económica en un plazo menor o igual de 18 meses, mientras que el resto aún no lo hubo superado. Por grupos de edad, el de 18 a 29 años es el que relativamente más rápido indicó haberse recuperado de la emergencia económica en un periodo de 18 meses, mientras que los grupos de 60 a 70 años son los que se están recuperando más lento a la emergencia económica.
Crece 7.6pp la proporción de adultos que no ahorraban, pasando de 32.2% a 39.8%, cae 9.1pp los que ahorraban exclusivamente de manera informal, un 38,8% almacenó el dinero en su casa, con algún pariente o mediante mecanismos como las tandas, alcancías o instituciones no autorizadas, frente al 47,9% que lo hacía hace tres años. Aumenta 1.6pp los que lo hacían exclusivamente de manera formal, mientras que el porcentaje de personas que ahorra de manera formal e informal simultáneamente se mantuvo prácticamente sin cambio, mostrando un 15,3% frente al 15,4%.
Disminuye 2.9pp la proporción de personas con crédito, pasando de 45.0% a 47.9%, pero aumenta 5.2pp la proporción con créditos formales, alcanzando un 21,6%, por último, cae 8.0pp la utilización de créditos informales, que refleja un 19,5%.
El informe también reflejó que el efectivo continúa siendo el medio principal de pago, siendo utilizado en el 90,1% de las transacciones con valor de $500 o menos, y en el 78.7% de $501 o más. Se ha observado un avance, aunque moderado, en la disminución del uso de efectivo, el cual es más notorio en las compras de 501 pesos o más: en 2018, 84.9% de las personas entrevistadas declaró que el efectivo era su principal medio de pago, mientras que para 2021 esta cifra se redujo a 78.7%.
También destaca que entre 2018 y 2021 se ha producido un incremento en el uso de las transferencias electrónicas como medio de pago. En 2021, para compras de 500 pesos o menos representó 1.6%, y para pagos de 501 pesos o más, 2.8%. Consideramos que este aumento está explicado en parte por el impulso que diversos bancos en México han dado al propósito de hacer más ágil y amigable la realización de trasferencias bancarias a través de aplicaciones móviles.
Los datos que ofrece BBVA con respecto a los indicadores sobre el nivel de educación financiera de México muestran que existen importantes deficiencias en el uso práctico de conceptos de interés simple y complejo en la población adulta, tan solo 1 de cada 3 aplica adecuadamente el concepto de interés compuesto.