Donald Trump, como presidente de EE.UU., ya ha firmado las primeras órdenes ejecutivas para imponer aranceles a México, Canadá y China. Además, ha añadido como coletilla que también los habrá sobre la Unión Europea, ya que ésta “nos ha tratado muy mal”.
Como consecuencia de este anuncio, el dólar se disparó durante la sesión asiática, mientras que las divisas europeas se llevaron la peor parte. El billete verde se fue apreciando durante casi toda la semana pasada, ya que todo apuntaba a que la imposición de aranceles por parte de la administración Trump era inminente.
“Las divisas de los mercados emergentes también se han visto muy afectadas, encabezadas por el propio peso mexicano”, explican los analistas de Ebury. No obstante, consideran que, “incluso después de las recientes caídas, la mayoría de las divisas siguen cotizando en niveles que sugieren que los mercados esperan que los aranceles draconianos duren poco”.
Por su lado, los países afectados apuntan a que tomarán represalias por estas medidas. “Canadá afirmó que responderá con la imposición de aranceles del 25% sobre 155.000 millones de dólares canadienses de bienes importados desde Estados Unidos (30.000 millones serán efectivos ya esta semana y el resto entraría en vigor en 21 días). México señala que tratará de cooperar, pero también impondrá barreras comerciales. Finalmente, en el caso de China, anunció que lo denunciará en la Organización Mundial del Comercio (WTO) y que tomará medidas de represalia, aunque no especificó cuáles”, matizan los analistas de Banca March.
Ahora bien, los aranceles serán efectivos a partir del 4 de febrero, lo que deja un poco de margen para la negociación. “No debemos olvidar que ya en el pasado, las negociaciones para renegociar acuerdos comerciales (entre ellos el NAFTA) partieron de extremos para después alcanzar unas posiciones más comedidas. La actual introducción de aranceles se podría revocar en el futuro de alcanzarse los objetivos de mayor control de la inmigración y reequilibrio de la balanza comercial de Estados Unidos, algo que la propia orden ejecutiva deja entrever”, añaden desde Banca March.
El impacto de los aranceles
Según explica Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers, el impacto en los productos de estos tres países por sí solo elevaría el arancel promedio de EE.UU. en 6,4%, en comparación con un choque de solo un 2% durante la primera guerra comercial. Para el experto de AXA IM, esto es muy significativo.
“La elección de las víctimas para esta primera salva de la guerra comercial 2.0 es interesante. Donald Trump optó por colocar el mayor impacto en dos países amigos, Canadá y México, con los que Estados Unidos está vinculado por un acuerdo de libre comercio, y cuya producción está estrechamente entrelazada en las cadenas de valor estadounidenses, con lo que tiene un importante efecto de retroalimentación en la economía estadounidense. El impacto en China es menor -incluso si el 10% se suma a los ya muy altos niveles de aranceles aduaneros desde la primera guerra comercial, con un promedio del 19%- e inexistente por ahora en Europa”, explica.
En su opinión, el mensaje que esto podría enviar es triple. “En primer lugar, la magnitud del aumento indica a todos los socios comerciales que EE.UU. está dispuesto a sufrir repercusiones internas relativamente fuertes para lograr sus objetivos de reequilibrar su comercio y afirmar su estatus económico dominante. En pocas palabras, Trump va en serio”, señala.
En segundo término, Moëc considera que perseguir a los miembros del T-MEC -la versión del TLCAN que el propio Donald Trump renovó durante su primer mandato- que debía renovarse en 2026 sugiere que nadie, independientemente de la estrechez de los vínculos políticos, económicos o de seguridad, debería sentirse ‘seguro’: los intereses comerciales de EE.UU. están por encima de cualquier otra consideración de relaciones exteriores.
“Tercero, el movimiento relativamente moderado sobre los productos chinos -inicialmente el principal adversario comercial en la retórica de la campaña de Donald Trump- puede sugerir que, como expresó en Davos, el presidente de Estados Unidos realmente quiere alcanzar un acuerdo de paz sobre Ucrania y cuenta con la presión china sobre Rusia para llegar allí. Sin embargo, sospechamos que no dudará en golpear más duramente a China si esta maniobra fracasa”, añade Moëc.
Asia: China vr Japón
Respecto a China, Christiaan Tuntono, economista senior de Asia Pacífico de Allianz Global Investors, añade que las medidas proteccionistas de Trump podrían ser negativas para el crecimiento de China y de Asia, así como para la demanda externa. “Las pequeñas economías asiáticas orientadas a la exportación, como Singapur, Hong Kong, Corea, Vietnam y Tailandia, son las más vulnerables, no solo por su alta exposición a la demanda final de las economías del G3 (EE.UU., UE y China), sino también porque su demanda interna no es lo suficientemente sólida como para resistir la inminente caída de las exportaciones. Taiwán y Malasia también dependen de las exportaciones, pero su demanda interna está respaldada por sus inversiones en inteligencia artificial”, argumenta Tuntono.
En cambio, según el análisis de Dan Carter y Mitesh Patel, gestores de inversiones de renta variable japonesa de Jupiter AM, Japón sería el país de la región que mejor parada saldría de esta situación. “Japón es una nación amiga de EE.UU. y ya no es la gran molestia comercial. No es fuente ni de inmigrantes ilegales ni de drogas. Tiene lógica pensar, pues, que Japón esquivará el grueso de un nuevo programa de aranceles estadounidenses. El peso de Japón en las importaciones estadounidenses ha menguado desde casi el 12% hasta cotas más próximas al 4 % en la actualidad. El problema de EE.UU. es China y, en menor medida, México y Vietnam, países con los que EE.UU. mantiene un déficit comercial considerablemente mayor que con Japón”, explican. Es más, según sus consideraciones, la localización de la producción de las empresas japonesas aporta una cobertura considerable e incluso una ventaja competitiva frente a los fabricantes chinos y de otros países.
¿Y Europa?
Desde el Viejo Continente también se vigila a Trump, ya que ha sido señalado como su siguiente “víctima”, en términos arancelarios. Para Konstantin Veit, gestor de carteras de PIMCO, esta situación genera riesgos adicionales a la baja para el crecimiento, en particular a la luz de las amenazas arancelarias de la nueva Administración estadounidense, y margen para unos tipos finales inferiores a los actualmente previstos.
“Es probable que la nueva administración golpee con más dureza a algunos sectores, como el automovilístico, en parte porque la UE impone actualmente más aranceles a las importaciones de automóviles estadounidenses que EE.UU. a las europeas. También es probable que golpee con nuevos aranceles a los sectores químico y de maquinaria; estos tres amplios sectores representan en conjunto casi el 70% del comercio transatlántico”, apunta Raphael Olszyna-Marzys, economista internacional en J. Safra Sarasin Sustainable AM.
El eclipse Trump
Según los expertos, lo habitual sería que las claves para los mercados esta semana hubieran sido los datos de inflación interanual de la zona euro (lunes), la reunión del Banco de Inglaterra del jueves y la publicación de las nóminas de EE. UU. (viernes). Sin embargo, la guerra comercial de Trump -incluidos los anuncios de nuevos aranceles (se espera que en breve se impongan gravámenes a los productos de la UE) y cualquier indicio sobre las condiciones que exigirá Trump para aliviar la presión- eclipsarán todos los informes macroeconómicos ordinarios. “Incluso después de las recientes caídas, la mayoría de las divisas siguen cotizando en niveles que sugieren que los mercados esperan que los aranceles draconianos duren poco. Esperemos que tengan razón”, apuntan desde Ebury.
En este contexto, Norbert Rücker, responsable de Investigaciones Económicas y Next Generation en Julius Baer, considera que la geopolítica empieza a cobrar trascendencia tras la polémica desatada por los aranceles aprobados. “Ya están aquí. Nuestra opinión no ha cambiado. Los aranceles comerciales son, ante todo, una herramienta de choque utilizada para las negociaciones. Su imposición debería seguir siendo temporal, con impactos inflacionistas algo contenidos dentro de EE.UU. y significativos impactos deflacionistas fuera del mercado estadounidense. Como era de esperar, hemos entrado en un periodo de ruido político e incertidumbre general, elemento que enmarca nuestras opiniones de cara a 2025”, asegura Rücker.