Tras el Lunes de Pascua, las bolsas europeas vuelven a abrir teniendo muy presente el acuerdo al que llegaron los miembros del Eurogrupo el pasado viernes. El propio presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, celebró el “paquete sin parangón” que se aprobó y que supone movilizar 540.000 millones de euros en préstamos y poner en marcha, a medio plazo, un fondo que relance la economía tras la pandemia del coronavirus.
Un acuerdo que ha gustado porque supone más liquidez y porque tiene la vista puesta en la recuperación. Este último es el gran reto que la mayoría de los países de la UE tiene ya en el rádar. La clave para llegar a un acuerdo ha sido eliminar los requisitos de condicionalidad para la emisión de créditos, ya que resulta un alivio para las economías más afectadas y con una situación fiscal doméstica más delicada. Eso sí, deja aparcado la idea de los “coronabonos” que tanto han defendido países como Italia y España.
En opinión de Juan Ramón Casanovas, Head of Private Portfolio Management de Bank Degroof Petercam Spain, una deuda mutualizada de la Unión Europea sería bien acogida por los mercados, así como por los países periféricos y aliviaría los diferenciales y las primas de riesgo alcanzadas durante esta crisis. “El duro castigo que supondrá sobre la economía de la eurozona el Covid-19 ha llevado a los países más afectados, que a su vez son los más vulnerables económicamente, a solicitar al Banco Central Europeo la emisión de Eurobonos, a los que en la actual crisis se les ha denominado como coronabonos. Se trata de una emisión conjunta de deuda en la que todos los países de la zona se unen para hacer frente a los déficits públicos que se generarán como consecuencia de la pandemia”, explica Casanovas.
En opinión de Fabrizio Pagani, Global Head of Economics and Capital Markets Strategy de Muzinich & Co, el gran fantasma que acecha cada una de estas reuniones es justamente la mutualización de la deuda. “Las diferencias entre los gobiernos han ido creciendo hasta el punto de que se ha convertido en una amenaza potencial para la unidad de la Unión Europea. El 24 de marzo, la reunión del Eurogrupo, una reunión de Ministros de Finanzas de los países que comparten el euro, no pudo llegar a conclusiones comunes y el tema fue enviado para su discusión a los líderes en el Consejo Europeo. En la reunión del 26 de marzo, tampoco pudo llegar a un acuerdo y lo envió de vuelta al Eurogrupo, pidiéndoles que le informaran en dos semanas”, recuerda Pagani para destacar lo difícil que le está resultando a la Unión Europea tener una sola voz y como esto pone en cuestión el proyecto europeo.
Finalmente, ha sido la oposición de los países más fuerte de la Unión Europea, con Alemania y Holanda a la cabeza, la que ha hecho que la opción de los coronabonos no salga adelante. A cambio, el acuerdo alcanzado incluye específicamente:
- Líneas de créditos del Mecanismo Europeo de Estabilización (MEDE) de hasta el 2% del PIB sin condiciones, para gastos directos o indirectos relacionados con la crisis de la pandemia.
- Incremento de la capacidad de préstamos del Banco de Europeo de Inversiones a través de la creación de un fondo de 25.000 a 200.000 millones de euros para financiar créditos a pymes.
- Fondo SURE de la Comisión Europea de 100.000 millones de euros, para financiar préstamos temporales a los esquemas de seguro al desempleo de los estados miembros.
- Además, se acordó la creación de un fondo de recuperación para la etapa post-virus, aunque no se delinearon todavía los detalles. Para este fondo se dejaron las puertas abiertas a la emisión de deuda conjunta por tiempo limitado, así como la posible integración del fondo a las discusiones del presupuesto fiscal del próximo septenio. En cualquier caso, el planteamiento de planes de recuperación adicionales pone en evidencia que las medidas implementadas hasta el momento son insuficientes para revertir la imperante crisis económica, por lo que se requieren mayores esfuerzo
Para Nicola Mai, analista de crédito soberano de PIMCO, el plan de la eurozona es “insuficiente” y lo critica duramente por “dejar la carga de la gestión de la crisis en manos del BCE y los Gobiernos nacionales». Según explica Mai, “a primera vista, el paquete de 540.000 millones de euros anunciado por los ministros de finanzas de la zona euro la semana pasada suena impresionante. Pero los detalles sugieren que es insuficiente y deja la carga de la gestión de la crisis en manos de los gobiernos nacionales y del Banco Central Europeo (BCE). Si bien el BCE tiene la capacidad para estabilizar la región durante algún tiempo, la continua falta de coordinación política significa que la región seguirá siendo frágil”.
La crítica de Mai se resume en cuatro aspectos: la respuesta es insuficientes frente a la magnitud de la crisis, el acudir a los fondos MEDE cree que puede estigmatizar a algunos países, las medidas generarán una mayor deuda para los gobiernos y, por último, mutualizar la deuda sigue siendo un punto de fricción entre los miembros de la UE. Para Mai un aspecto muy relevante es el mensaje que está lanzando la Unión Europea, principalmente: falta de unidad y medidas incompletas. Todo ello podría provocar que el euroescepticismo aumente.
“La ausencia de una respuesta fiscal común convincente podría provocar una crisis común y que la población de los países más débiles de la UE se vuelvan más escépticos”, añade. Además, la fragilidad a la que hace referencia queda patente en sus previsiones para la región. PIMCO anticipa una caída del PIB del 10% en la zona euro, con déficit públicos por encima del 10% y estima que los niveles de producción de la eurozona «podrían no recuperarse antes del año 2022».
Muchos analistas comparten esta visión de fragilidad. “El impacto económico de la pandemia parece estar más descontado en la Eurozona que en otros países del mundo. Mientras los líderes europeos reconocen abiertamente la considerable recesión económica que se derivará del virus y del bloqueo parcial de la economía, las autoridades de otros países aún mantienen una estela de duda sobre la potencial severidad de la crisis. Según el consenso de Bloomberg, la Eurozona experimentará en 2020 la segunda peor contracción de la actividad económica del mundo, de -3,4%. Este pobre nivel de expectativas hace menos probable la revisión bajista de los pronósticos en comparación con otras economías”, estima Olivia Álvarez, analista de Monex Europe que, además, ve en todo esto un entorno positivo para el euro.