Mauricio Cárdenas, exministro de finanzas de Colombia, a través de una columna en Project Sindicate, aconseja la creación de un vehículo financiero (SPV -por sus siglas en inglés) para aliviar la situación financiera de los países emergentes tras la pandemia del COVID-19.
Ante las nuevas necesidades de financiación que tienen las economías emergentes para hacer frente a los efectos del COVID- 19, el economista analiza las ventajas e inconvenientes de las alternativas de las que disponen.
Con respecto a la más popular, la moratoria en los pagos de deuda, Cárdenas reconoce que puede ser una “opción para muchos países de bajos ingresos que carecen de una opción mejor” pero la desaconseja para países que aun tienen acceso a los mercados de capitales, sobre todo para aquellos con importantes volúmenes de inversión extrajera en sus mercados locales.
La alternativa del capital privado tampoco le parece realista el experto. Aunque durante el mes de abril se colocaron emisiones de bonos soberanos en el mercado, estas cantidades son pequeñas en comparación con las necesidades totales y la incertidumbre económica que llevará a los inversores a buscar refugio en activos seguros frente a los mercados emergentes limitará su éxito en el futuro.
Así, concluye el experto, tradicionalmente los países emergentes, buscarían apoyo en el FMI y en los bancos de desarrollo multilaterales (BMD), pero según Cárdenas, estos organismos no tienen el capital necesario para hacer frente a las necesidades “ y recuperar su capital llevará años, debido a una cantidad de obstáculos- entre ellos el congreso de Estados Unidos- mientras que los fondos se necesitan ahora”, concluye.
SPV como puente entre la liquidez global y las necesidades de financiamiento
Su propuesta, de mecanismo similar al recomendado por el G20 en 2018, propone que los bancos centrales que emiten moneda de reserva, en coordinación con el FMI y los BMD, creen un vehículo de propósito especial (SPV por sus siglas en ingles) que “actúe como puente entre la enorme cantidad de liquidez global hoy disponible y las crecientes necesidades de financiamiento de las economías emergentes”, declara el experto.
En concreto, el SPV emitiría bonos, que serian adquiridos por los bancos centrales en sus programas de QE (Quantitative easing) y cuyas ganancias serian prestadas a las economías emergentes para hacer frente exclusivamente a la emergencia de COVID-19. Estos préstamos podrían a su vez ser titulizados y negociados como activos financieros distintos y serán los propios bancos centrales quien decidirán qué países podrán participar en él.
Por otro lado, los BMD y los gobiernos nacionales debería aportar el capital necesario para obtener la calificación de crédito mínima exigida por los bancos centrales. Los BMD además serian responsables de la “estructura, supervisión y prestación de los nuevos créditos, que podrían sindicarse entre el SPV y los BMD” aunque no se registrarían en sus balances y así no tendrán impacto en sus calificaciones crediticias.
El SPV podría además servir para atraer capital privado a las economías emergentes, “por ejemplo, podría ofrecer garantías de capital para la inversión extranjera directa en sociedades público-privadas durante la fase de recuperación post-pandemia”, señala Cárdenas.
“En lugar de crear una nueva arquitectura financiera internacional en estos tiempos extraordinarios, los responsables de las políticas deberían centrarse en ajustar el sistema existente. Y crear un SPV será más fácil y más rápido que opciones alternativas que requieren una acción legislativa”, concluye el ex ministro.