A pesar del difícil entorno de mercado, Magallanes Value Investors tiene sus carteras de bolsa española y europea invertidas al 90%, aproximadamente, con solo un 10% en liquidez. Porque ya no hay una crisis financiera y hay muchos valores baratos y con mucha caja, oportunidades que hacen a Iván Martín -fundador de Magallanes Value Investors junto a Mónica Declaux y Blanca Hernández- calcular potenciales de revalorización para ambas carteras de aproximadamente el 50%.
“Hoy hay una crisis de capacidad pero los bancos no están tan mal capitalizados como antes”, dice, y explica cómo mantuvieron la calma sin lanzarse a invertir cuando el mercado estaba subiendo a doble dígito -hace más o menos un año- y cómo aprovecharon para comprar a raíz de las caídas del pasado verano debido a la situación en China, lo que les ha permitido batir al mercado. Y ahora, con las últimas caídas, han aumentado su nivel de inversión al 90% y 91%, respectivamente, en las carteras española y europea, según explicaba Martín en el marco del primer evento para inversores de la gestora celebrado esta tarde, y que coincide con su primer aniversario.
Martín hacía balance y recordaba cómo ha cambiado la compañía en solo un año: así, ha pasado de contar con cuatro empleados, gestionar dos vehículos y tener 30 millones de euros de patrimonio a contar con 10 empleados, gestionar seis vehículos (haciendo lo mismo que con los dos iniciales, es decir, gestionando renta variable ibérica y renta variable europea), y sumar más de 1.500 partícipes y un patrimonio de 550 millones de euros.
Un año en el que los gestores de Magallanes han asistido a centenares de reuniones con empresas y presentaciones de resultados, leído 32.000 páginas manuscritas y analizado unas 160 compañías que entran en su radar y en las que ven indicios interesantes para dedicar su tiempo y esfuerzo, de entre un universo de un millar; y de ellas, han invertido en una treintena.
Y un año en el que la gestora ha tenido suscripciones a pesar del entorno: “Nuestros clientes nos entienden y eso es un activo intangible que no tiene precio. Hemos rechazado a clientes con horizontes de inversión no acordes al nuestro”, afirma Martín, que se muestra agradecido y tranquilo. Sobre todo, porque sus fondos españoles han sido capaces de batir ampliamente al mercado: el fondo ibérico sube desde el inicio un 6% frente a las caídas de doble dígito del índice y el europeo cae menos que su referente.
¿Situación política complicada?
Sobre la situación política en España, explica que depende del horizonte temporal de las inversiones y asegura que el suyo va más allá de las legislaturas: “Hay compañías con más de 1.000 años de historia en las carteras; la mitad de las firmas que tenemos tiene más de 100 años de historia. Las buenas empresas están por encima de los políticos que nos gobiernan”, asegura.
Sobre el surgimiento de gestoras emergentes, cree que es “una maravilla, ojalá salgan muchas más. Aún hay mucho dinero bancarizado en España y menos un 10% está en manos de la gestión independiente”, explica. También deja claro que, si en un momento determinado el patrimonio de sus fondos crece tanto como para poner en peligro la rentabilidad (“a veces el tamaño es enemigo de la rentabilidad”, dice), cerrarán los productos a nuevos inversores. “Lo tenemos claro, la prioridad es el cliente”, pero no señala límites concretos.
Las claves
Martín recuerda los aspectos que diferencian su gestión de la competencia, como su concepto del riesgo. “Para nosotros riesgo es perder dinero y no lo soportamos porque el esfuerzo de recuperarse de las pérdidas es asimétrico. Sin embargo, la volatilidad es algo diferente y se puede perder dinero con volatilidad cero”. Otra clave es la alineación de intereses (“invertimos en los productos que gestionamos”, dice) y, sobre todo, el tiempo. “Nuestra ventaja competitiva es que tenemos más tiempo, el que sea necesario para que precio y valor converjan”, algo que puede tardar tres, cinco o diez años. Magallanes trata de aprovecharse de la miopía del mercado con el cortoplacismo y las ineficiencias que un estilo de inversión así conlleva. “Aprovechamos ineficiencias del ruido de los mercados”, dice, como los inversores que venden porque hay caídas pero no saben por qué o analistas que cambian su visión de las compañías simplemente por la evolución de sus acciones.
Martín destaca siete aspectos para comprar compañías: empresas con poca cobertura de los analistas, ignoradas por el mercado (como Lingotes Especiales); fuera de moda e infravaloradas (Eon); controlados por familias o equipos directivos (Orkla); empresas con buena situación financiera, caja neta y poca deuda (Conzzeta); firmas pequeñas frente a grandes donde se producen ineficiencias porque muchos no pueden invertir (Emmi); estructuras holding y complejas -porque tienen tiempo para dedicarles horas a escudriñar qué hay debajo (Pargesa)-; y empresas en entornos competitivos favorables.
Entre las primeras posiciones en el fondo español siguen figurando nombres como Miqel y Costas, Semapa o Barón de Ley, debido a su baja rotación. Igual que en la cartera europea. “Cuando descubrí el value investing y leí a Graham sobre cómo entrar en una compañía se me venía a la cabeza el cuadro “Lección de anatomía” de Rembrandt, que habla por sí solo: entramos, diseccionamos las compañías porque el objetivo es averiguar y saber cómo funcionan sus mecanismos para entender cómo ganan dinero y poder valorarlas”, añade.