El contexto está claro: inflaciones elevadas, tipos al alza, bancos centrales combatiendo las subidas de precios, con consecuencias en los crecimientos que podrán, o no, resultar en recesión. Por ello, Javier Dorado, director general de Iberia en JP Morgan AM, considera que es más importante ver las consecuencias y oportunidades de todo esto. Así lo ha expresado en la XIII edición del Encuentro Financiero de KPMG y Expansión. Según el experto, todos los desajustes que estos eventos han generado en los mercados pueden brindar oportunidades en los próximos diez años, con retornos medios entre el 6% y 7%.
Para Luis Megías, consejero delegado en BBVA AM, que admite que vamos a un decrecimiento en ambos lados del Atlántico, la pregunta es hasta cuándo. “Estados Unidos bordeará la recesión y si entra será leve. Europa a lo largo de este último y el primer trimestre puede entrar en recesión suave”, apunta. Respecto a la siguiente pregunta que toca formular, ¿cuándo llegará el pico de la inflación?, Megías considera que ya lo hemos pasado. Según explica, En Estados Unidos ya lo vimos en junio, cuando tocó máximos, y en Europa en octubre. También considera que hemos visto los máximos en los que descuentan los mercados sobre los tipos de interés.
En consecuencia, Megías defiende que «después de un 2022 tremendamente duro, en 2023 puede darse el escenario en el que suba todo”. Según explica: “Entrar en inversiones de renta fija va a dar dinero, el crédito empieza a ofrecer niveles atractivos y, por ende, aunque somos cautos, la bolsa empezará a reconocer el pico en los tipos de interés, y ese ajuste en valoraciones que se han producido de forma importante puede llegar al suelo”.
Por su parte, Aitor Jauregui, responsable de BlackRock Iberia, considera que hay que tener en consideración otros elementos que contribuyen a tensionar la inflación persistente, como el envejecimiento de la población, la fragmentación geopolítica y los costes de la energía en Europa. “Todo esto nos hace pensar que los bancos centrales están en una disyuntiva compleja, acometer las tensiones inflacionistas y llevar a la economía a una recesión o reconocer que hay que convivir con una inflación más persistente”, advierte Jauregui.
En cuanto a los mercados, si bien admite que estos comienzan a reconocer datos más positivos, advierte que un dato no marca una tendencia y que las valoraciones actuales aún no descuentan una recesión. “El año que viene habrá oportunidades para recomponer las carteras, pero no estamos ahí todavía”, añade. El experto ha señalado que están sobreponderados en crédito de alta calificación y algunos sectores como salud o tecnología, pero que siguen infraponderados en renta fija. “Las carteras requieren de más dinamismo que el pasado”. En este sentido, considera que la tendencia irá a “crear carteras sólidas, balanceadas, donde la gestión activa tradicional será muy importante, combinada con la indexada, los mercados públicos y privados, el rol creciente de la tecnología y la sostenibilidad en el centro de todo”.
Mercados privados: una tendencia creciente
Se han juntado numerosos factores que han impulsado a la inversión alternativa. Según relatan los expertos, una regulación y fiscalidad más amigable, un contexto de tipos bajos, una mejora de la educación financiera y un menor apetito por los mercados públicos han puesto sobre la mesa este tipo de inversión.
“Hemos visto que el institucional español ha empezado a hacer inversiones alternativas hace tiempo y podemos empezar a decir que el grado de desarrollo de la gestión alternativa en España empieza a estar a niveles de otros mercados más grandes como el inglés, americano u el holandés”, explica Dorado. Respecto al tipo de inversiones, considera que es un buen momento para invertir en deuda privada, así como en temas ligados con la sostenibilidad o la tecnología.
“En 2022, ha habido una correlación altísima en la renta variable y fija, eso pone de manifiesto el rol de los mercados privados para descorrelacionar retornos”, completa Jauregui. En un contexto de inflación, el experto ve valor en activos reales (infraestructuras), crédito privado y en términos de sostenibilidad en todo lo que tiene que ver con la descarbonización de la economía (transición y seguridad energética). “En todo ello, el rol de la tecnología será creciente, la métrica y los datos son muy importantes”, añade Jauregui.
Inversión sostenible
Todas las gestoras están incluyendo los criterios ESG en los procesos de inversión, una tendencia que viene marcada por diferentes líneas, en especial la regulación. “Los gestores estamos integrando la sostenibilidad como un atributo fundamental, con la creencia de que en el medio y largo plazo es positivo para el inversor y para las compañías, traduciéndose en un retorno. La parte de inversión de impacto toma cada vez un peso más relevante”, ha señalado Megías.
“Desde el ángulo del cliente y la distribución vemos diferentes velocidades. El mundo de la sostenibilidad es una carrera de largo plazo y en algunos casos se intenta esprintar en términos de volúmenes de gestión que lleven el apellido sostenible, pero estamos siendo cautos. Estamos convencidos de las ventajas, pero tenemos la responsabilidad de admitir que hay clientes que lo abrazan y otros que necesitan su tiempo, debemos darles la opcionalidad y el poder de tomar la decisión. Es una maratón en la que queremos hacer podio y no estamos esprintando”, ha completado el experto de BBVA AM.
Jauregui, por su parte, insiste en que debemos tener claro que el riesgo climático es un riesgo de inversión. El experto considera que la mayor educación financiera y concienciación han favorecido a aumentar los flujos de inversión verde, pero localiza algunos obstáculos como la divergencia regulatoria, el impacto de factores externos como la guerra de Ucrania, la politización del debate y la necesidad de que no solo se impulse desde el sector privado. “Pensamos que se debería tener capacidad para digerir los cambios regulatorios y lo suyo sería tener algo de tiempo para poder aplicarlos”, ha añadido Dorado.
Comisiones explícitas vs retrocesiones
Megías ha rescatado el debate sobre la forma de cobrar a los clientes, si vía comisiones explícitas o a través de retrocesiones, una fórmula que con MiFID II se prohibió para determinados servicios como la gestión.
Según ha explicado el experto, respecto a una forma u otra de cobro hay pros y contras, pero considera que los argumentos usados para su prohibición carecían de fuerza, como, por ejemplo, el de mayor transparencia de las explícitas frente a las retrocesiones o que permite una reducción de costes para el cliente. “El cobro de las comisiones vía retrocesiones simplifica el proceso, no está sujeto a IVA y las comisiones son las mismas pero cobradas de distinta manera”, ha aclarado.
El experto considera que debería prevalecer la opción que deje decidir al cliente. Si al final aprueban la prohibición, Megías considera que estaríamos reduciendo las opciones de los clientes y, además, veríamos una presión sobre las comisiones de las gestoras terceras.