Desde mediados de abril los inversores han sido testigos de fuertes cambios de dirección de muchas de las tendencias del mercado como consecuencia de la puesta en marcha del QE del Banco Central Europeo. El euro se apreció en más del 5%, los rendimientos de los bunds a 10 años subieron a niveles no vistos desde diciembre, y los activos de riesgo registraron una oleada de ventas. En general, las condiciones financieras en Europa hoy son ahora sólo ligeramente más flexibles de los que eran en el momento en que el BCE dio a conocer su programa de expansión cuantitativa, el 22 de enero, estima Steven Friedman, de Fischer Francis Trees & Watts (FFTW), filial de BNP Paribas IP.
El mercado ha tendido a restar importancia a las explicaciones de la reversión de tendencias por el QE, que están basadas en fundamentales o en la preocupación de que el BCE podría poner fin pronto al programa. En general, no ha habido demasiado en los flujos de datos que respalden a una mejora de las perspectivas para la zona euro desde que comenzó la ola de ventas. Las encuestas evidencian poca convicción entre el público de que la inflación volverá a subir hasta el objetivo del 2% del BCE en los próximos años. Por eso, «hay pocas razones para dudar del compromiso del BCE con su programa de compra de activos. En todo caso, el reciente endurecimiento de las condiciones financieras aumenta la probabilidad de que el QE continúe más allá de septiembre de 2016″, afirma Friedman.
Una serie de acontecimientos en la primera semana de mayo frenó el aumento de los rendimientos de la deuda soberana de los mercados desarrollados. En Europa, el dato de la producción industrial alemana de marzo estuvo por debajo de las previsiones de consenso, y en Estados Unidos, el número de las nóminas no agrícolas continuó mostrando una desaceleración en el ritmo de creación de empleo en los últimos meses. Por último, en Reino Unido los conservadores ganaron las elecciones y aseguraron tener mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes. Esto debería permitirles aplicar un programa de la consolidación fiscal, que podría conducir a una política monetaria ligeramente más relajada, lo que proporcionó algo de respaldo al mercado de deuda de Reino Unido y ha contribuido a la mejora la confianza del mercado.
«Todos estos factores tienen potencial para distraer la atención de un evento posiblemente más importante: la decisión del Banco Popular de China (BPC) de recortar los tipos de interés de referencia por tercera vez en seis meses. La política monetaria china es fundamental de cara a las perspectivas globales de inflación porque una parte importantes de las presiones deflacionistas del mundo provienen de China, dado su importante peso en la economía mundial», explica en su columna el experto de Fischer Francis Trees & Watts.
La comparación con lo que sucede en EE.UU. y la zona euro ayudan a dar perspectiva al tema. En Estados Unidos, el crecimiento ha sido superior a las previsiones durante varios años, ayudado por una política monetaria agresiva y el reequilibrio de las cuentas de los hogares. Los analistas estiman que existirá una reafirmación gradual de la inflación cuando la economía alcance el nivel de pleno empleo a finales de este año. En Europa, la combinación de menores precios del petróleo, debilidad del euro y QE parecen allanado el camino a una tasa de crecimiento más firme. Por el contrario, el crecimiento de China se está ralentizando por debajo de su potencial, y como resultado de eso, existe una presión a la baja sobre la inflación.
Sorprendentemente, los tipos reales en la zona euro y en EE.UU. siguen siendo los mismos o por debajo de cero, a pesar de la baja inflación registrada en el último año. En China, los tipos de interés reales están por encima de cero, incluso después de los últimos recortes de tipos, y son bastante elevados, cree Friedman.
Gráfico: tipos de interés reales en China, la eurozona y Estados Unidos de enero a mayo
«Esto pone en duda que las autoridades estén prestando suficiente atención a los desafíos a los que se enfrentan, pues un grado mayor de flexibilización eleva el riesgo de crecimiento del crédito especulativo y también podría llevar a un nuevo aumento en el ritmo de las salidas de capital. Esto tal vez explica la aparente preferencia del Gobierno chino por las medidas de flexibilización más específicas por encima de las que serían herramientas más contundentes: cambios en las tasas de depósitos y de préstamos. Aún así, los tipos reales a corto plazo siguen frenando el crecimiento. Es probable que el Banco Popular de China se vea obligado a recortar de nuevo los tipos, tal vez de manera significativa, para asegurarse de que la desaceleración no se vuelve más pronunciada. Las implicaciones de todo esto para las perspectivas globales de inflación no deben ser subestimadas», concluye Friedman.