La fuerte revisión de precios de 2022 y la percepción de que la inflación está a punto de tocar techo-y, por tanto, de que los bancos centrales dejarán de subir los tipos de interés tan agresivamente como el año pasado- están generando el caldo de cultivo perfecto para volver a invertir en renta fija después de un annus horriblis. Las gestoras hablan de oportunidades no vistas en una década para armar una cartera a largo plazo con activos de calidad a un precio razonable.
En el momento de escribir estas líneas(1), hay personas haciendo cola a las puertas del Banco de España y no precisamente para intentar asaltarlo, como en La Casa de Papel, sino para intentar suscribir una orden de compra de letras del Tesoro. Una imagen insólita, dado que los inversores llevaban años sin mostrar interés por esta clase de títulos, tan habituados que estábamos a los tipos negativos y a los estímulos cuantitativos en Europa.
El rápido y agresivo ciclo de subidas de tipos emprendido por la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) ha hecho que muchos den ya por enterrada la década del “lower for longer”: “Estamos firmemente convencidos de que este experimento quedará relegado a los libros de texto de las aulas. Gradualmente, más y más inversores se mostrarán incrédulos de que los tipos fueran negativos”, afirma Colin Graham, director de estrategias de inversión multiactivo de Robeco.
Conviviendo con tipos de interés más altos
Ahora, la visión de mayor consenso en el mercado es que los tipos de interés se mantendrán estructuralmente más altos. Alex Rohner, estratega de renta fija en J. Safra Sarasin Sustainable AM (JSS SAM), explica que la inflación va a estar sostenida por tendencias de largo plazo como “la desglobalización, el re-shoring de las cadenas de suministro y el aumento del gasto fiscal para acelerar la transición ecológica”, tendencias que van a mantener también a los mercados laborales “más tensos que en la última década”.
“Los tipos de interés seguirán subiendo o bajando en función del ciclo económico, pero finalmente retomarán su papel como generadores de ingresos para los inversores”, aclara.
Coincide con esta previsión Ana Gil, directora de Inversión de M&G investments. En concreto, la visión de su firma es que, “más allá de 2023, a la Fed podría resultarle más difícil que en el pasado mantener la inflación por debajo del 2%, debido al hecho de que muchas de las fuerzas que mantuvieron la inflación tan baja durante muchos años podrían comenzar a disiparse”. Para Gil, “todo apunta a que la globalización perderá fuerza en adelante, tal como reflejan desarrollos como la repatriación de cadenas de suministro y el mayor uso de aranceles y otras medidas de restricción del comercio”.
Jeff Klingelhofer, co responsable de inversiones de Thornburg IM, explica que “no toda la inflación se crea de la misma manera”, en referencia a sus distintos componentes. Ciñéndose al caso de EE.UU., explica que “la inflación de bienes es particularmente distorsionadora, hace muy difícil que las empresas se puedan planificar”.
En cambio, la inflación de servicios “tiene el potencial para elevar el poder adquisitivo”, por lo que jugar con todas las variables vuelve compleja la actuación de los bancos centrales.
El experto explica que “gran parte de las distorsiones en la cadena de suministro se han aliviado y continuaremos viendo cómo cae la inflación de bienes”, por lo que anticipa que “probablemente entremos en una era de inflación sostenida en el 3%- 4%”.
La conclusión de Klingelhofer es que “nos estamos acercando a la normalidad, pero no esperaría una reversión completa hacia lo normal y, como resultado, creo que los bancos centrales probablemente mantengan el nivel de los tipos de interés durante más tiempo de lo que espera el mercado”.
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(1) Este análisis fue escrito con anterioridad a las turbulencias que se han registrado en las últimas semanas por las dificultades de algunos bancos en EE.UU. y Europa