La salida de flujos de portafolio internacionales desde los activos emergentes marcó un récord en julio. Según datos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por su sigla en inglés), la clase de activos marcó su quinto mes consecutivo de desinversiones.
La estimación de la entidad es que el séptimo mes del año trajo la salida de flujos netos por 9.800 millones de dólares, con una fuerte desinversión en los mercados que no son China como rasgo particular.
En el desagregado, los datos del IIF apuntan a que el mes pasado trajo una venta neta de 6.000 millones de dólares en deuda emergente ex China, sumado a la salida de 3.000 millones desde la renta variable china. La excepción fue una tímida entrada de 2.500 millones de la renta variable excluyendo China.
Sin embargo, pese a la continua salida de flujos, la entidad tiene una visión optimista a futuro, augurando que los capitales podrían volver a los activos emergentes.
“El riesgo de una recesión global, la geopolítica y la inflación le pesaron a los flujos, pero una Fed menos hawkish mejora las perspectivas significativamente”, señaló Jonathan Fortun, economista del IIF.
En ese sentido, asegura que los flujos diarios de fines de julio sugieren que podría venir un “giro positivo”.
Dinámica cambiaria
Una de las cosas que está moviendo la aguja en los mercados emergentes es la fortaleza de la moneda estadounidense. Es más, según Fortun, “la mayoría de las dinámicas de flujos recientes se pueden atribuir a las dinámicas del dólar”.
En los primeros meses después de que Rusia invadió Ucrania, señala el economista, el dólar se apreció sustancialmente frente a otras monedas duras, pero se mantuvo transitando en un rango frente a las divisas emergentes.
“La razón de que el dólar no lograra subir contra los emergentes es que los precios de commodities más altos impulsaron a los exportadores de materias primas, pero le pesaron a los importadores”, describe Fortun.
Eso, agrega, cambió a medida que la Reserva Federal de EE.UU. fue acelerando su ciclo de subidas de tasas. “Los mercados emergentes sufrieron en bloque, a medida que las condiciones financieras globales más restrictivas impactaron a los activos de alto beta”, señaló.
En esa línea, en el IIF destacan que sus registros de alta frecuencia de flujos no residentes a mercados emergentes reflejan esta dinámica, con los flujos excluyendo a China en un nivel tan negativo como el taper tantrum de 2013 o la crisis de devaluación del renminbi de 2015.
Por delante
Para los próximos meses, la entidad anticipa que, entre los distintos factores que influencien la dinámica de flujos, destaquen el tiempo del peak inflacionario y las perspectivas de la economía china.
“Otro elemento importante para el pronóstico será el apetito del mercado por nuevas emisiones de deuda externa. La emisión neta también ha pasado a terreno negativo en los últimos meses y –mirando a las regiones– sigue siendo positiva sólo para los grandes exportadores de petróleo en el Medio Oriente”, escribe Fortun.
El economista indica que este recogimiento de los flujos, tanto en los mercados secundarios como primarios, se debe al giro hawkish de la Fed en junio. Esto, dice, sienta las bases para un “alivio” en el segmento emergente a futuro, a medida que el ente rector se acerca a una postura neutral con la política monetaria, “reduciendo en parte la urgencia de subir tasas”.
Eso sí, desde el IIF también recalcan que hay “bolsillos de debilidad” en los mercados emergentes, donde los tipos de interés reales están “profundamente negativas”, y los riesgos “se acumulan rápidamente”.