Los europeos a los que les guste viajar descubrirán –si no lo han hecho ya- en sus vacaciones los inconvenientes de tener una moneda débil. Conseguirán mucho menos por sus euros en muchos países, lo que significa que ahora las disparidades se harán visibles y tangibles para todos, explica en su último análisis Asoka Wöhrmann, director de Inversiones y miembro del Comité Ejecutivo de Deutsche AWM.
“Las divergencias regionales son también manifiestas en el resto del mundo. Mientras que los americanos pueden estar felices por la reciente ola de debilidad experimentada por los precios del petróleo en las gasolineras, poco o nada de esto llega a los residentes de la eurozona. Y si hablamos de comprar suministros o de realizar operaciones de M&A a nivel internacional, las compañías que operan en dólares americanos se han beneficiado comparativamente en los últimos tiempos con respecto a las que operan en euros”, dice.
Pero, ¿son estos los elementos que hacen tan atractiva la renta variable europea o hay más? Wöhrmann estima que no importa la fuerza con la que la situación actual del petróleo, el euro y los tipos de interés pueda estar favoreciendo a Europa en estos momentos, ya que esto tiene un límite, o al menos está empezando a perder ímpetu después de que los precios del crudo hayan caído alrededor de 50 puntos porcentuales, el euro haya perdido hasta una cuarta parte de su valor frente al dólar americano en menos de un año, y partes fundamentales de la curva de rentabilidad se hayan deslizado hasta situarse en territorio negativo, apunta.
“Basándonos en criterios de valoración clásicos y después del último rally experimentado por los mercados en la Eurozona, es probable que esto limite un mayor potencial alcista y que incremente la volatilidad”, cree el experto de Deutsche AWM.
Por esta razón, Wöhrmann aconseja tener muy en cuenta este riesgo durante este año, igual que del peligro de que los mercados europeos sobrepasen los precios objetivo. “Después de todo, nos guste o no, el Banco Central Europeo (BCE) y todos los demás participantes del mercado forman parte de un gran experimento global con el QE, lo que plantea varias cuestiones: ¿Siguen siendo los ratios precio-beneficio (PER) un criterio válido? ¿En qué medida los bajos tipos de interés y la inyección de dinero por parte del BCE y del Banco de Japón (BOJ) sigue afectando a las valoraciones de las acciones? ¿Y en qué medida está afectando el patrón de inversión de los fondos de pensiones, compañías aseguradoras o fundaciones, que tradicionalmente han sobreponderado los bonos dentro de sus carteras?”, se pregunta.
El equipo de Deutsche AWM cree que sólo estamos viendo el inicio de unos enormes desplazamientos de capital, particularmente en Europa, que anunciarán el fin del interés compuesto. “En nuestra opinión, los beneficiarios serán, al menos de momento, las clases de activo de alto riesgo, sobre todo las acciones. Sin embargo, dadas las fluctuaciones que pueden esperarse a lo largo del año, es probable que sea cada vez más importante disponer de una buena combinación de activos, o en otras palabras, de una orientación multiactivos”, concluye Wöhrmann.