La inflación sigue acaparando las miradas del mercado y de los inversores, más aún después de publicarse el último dato en Estados Unidos el jueves de la semana pasada y de continuar las tensiones diplomáticas entre Rusia, Ucrania y la OTAN. Mientras un ojo está puesto en cómo irá evolucionando el indicador, el otro vigila los mensajes que lanzan los bancos centrales. Por ahora, el mercado está poniendo en precio dos subidas de tipos para los próximos tres meses en EE.UU. y una en la Eurozona para este año. ¿Lograremos acabar el trimestre sin volvernos bizcos?
El nerviosismo que está generando la inflación se ha notado en el inicio de la semana, que ha comenzado con caídas en las bolsas globales. Según el equipo de Portocolom AV, malas noticias para los que esperan una caída rápida de la inflación: “Nos preocupa el proceso de subida de tipos, pero también la posibilidad que la Reserva Federal comience a reducir su balance a mitad de este año, drenando liquidez del mercado, el gran motor de los activos financieros en los últimos años. Históricamente, en los momentos de verdadero pánico, las caídas en las bolsas vienen acompañadas de un significativo incremento en los diferenciales de los bonos corporativos frente a la deuda soberana. Hecho que por el momento no ha sucedido, pero la convierte en una de las grandes variables a vigilar en el corto y medio plazo”.
En opinión de Chris Iggo, CIO Core Investments en AXA IM, la inflación anual caerá, pero no tanto como se esperaba. “Los aumentos mensuales de la inflación del 0,6% son bastante inusuales, por lo que la probabilidad es que veamos una cierta relajación que permita que la tasa interanual se modere. Pero a corto plazo esto parece más una esperanza que una expectativa. Y lo que es válido para los Estados Unidos probablemente lo sea para Europa y otros lugares”, señala el experto.
David Kelly, estratega global jefe de JP Morgan AM, coincide en que la inflación empezará a moderarse pronto pero cree que incluso cuando esto ocurra, la Fed tendrá mucho trabajo que hacer y decisiones que tomar. “Tras la publicación del IPC, los futuros de la Fed aumentaron las probabilidades de un aumento de 50 puntos básicos en el tipo de interés de los fondos federales en la reunión de marzo del FOMC hasta más del 50%, y los rendimientos a 10 años subieron hasta situarse justo por debajo del 2%. De cara al futuro, no esperamos que la inflación actual tenga un impacto material en el crecimiento, pero la escasez crónica de mano de obra podría actuar pronto como una limitación real para la economía. En este entorno, una Fed demasiado reactiva que comience a endurecer demasiado y demasiado rápido podría significar que terminemos el año con un crecimiento mucho más lento que acompañe a una menor inflación”, explica a la hora de analizar el último dato de inflación en Estados Unidos.
Según la previsión que realiza François Rimeu, estratega senior de La Française AM, para 2023, esperan que la inflación subyacente y general disminuyan significativamente, pero insiste en que la incertidumbre sigue siendo elevada respecto a qué ocurrirá. “Esperamos que la inflación de la zona euro se sitúe de media en el 4,7% en 2022 (150 puntos porcentuales por encima de la estimación del Banco Central Europeo en diciembre), y que la inflación subyacente alcance el 2,7% (80 puntos porcentuales por encima de la estimación del BCE). En concreto, prevemos que la inflación general se mantenga por encima del 5% al menos hasta junio, para descender lentamente en el tercer trimestre y profundizar su caída a finales de año, acabando en torno al 3%. La inflación subyacente, por su parte, prevemos que cierre el ejercicio en torno al 2,3%. Los efectos de base serán muy negativos en los próximos meses (debido a los precios de la energía y a la posible interrupción del suministro)”, apunta.
Sobre sus previsiones para Estados Unidos, añade: “También esperamos que la inflación siga estando muy alta en los próximos meses. Esperamos que en 2022 la general se sitúe de media en el 5,7% y la subyacente en torno al 5%. La evolución a lo largo del año será comparable a la que esperamos en Europa, con una inflación muy elevada hasta finales de abril (por encima del 7%) y una desaceleración hasta finales de año”.
Los bancos centrales
Para Iggo la consecuencia de que la inflación sea más alta de lo esperado es el que los bancos centrales tengan que valorar un escenarios con tipos más elevados de lo que, en un principio, podían tener en mente, lo que tendrá a su juicio implicaciones negativas para las perspectivas económicas y para los activos de riesgo. “Los inversores desconfían de los mercados de renta fija porque los rendimientos y […] desconfían de los mercados de renta variable porque las valoraciones siguen siendo superiores a las que había antes de la pandemia”, añade Iggo.
Por ejemplo, con los porcentajes que maneja el estratega senior de La Française AM, sería lógico esperar que BCE para que mantenga un tono relativamente duro durante la mayor parte de 2022, “lo que es negativo para el sentimiento del mercado”, matiza; y que en Estados Unidos la inflación general y la subyacente terminen el año en torno al 3,5%, por encima del objetivo de la FED.
Para Hans-Jörg Naumer, Director Global Capital, Markets & Thematic Research de Allianz Global Investors, hay que tener en cuenta que el ritmo de normalización varía mucho de un país a otro. “La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Lagarde, se mostró notablemente dura en su conferencia de prensa de principios de febrero, preparando el terreno para el anuncio formal de una normalización más rápida de la política monetaria en marzo. Parece probable que el BCE acelere el proceso de tapering y ponga fin a las compras (netas) de bonos ya en otoño. Las primas de riesgo de los países periféricos de la zona euro se han ampliado ligeramente en los últimos tiempos en comparación con los bonos soberanos alemanes como referencia”, afirma Naumer.
Con la energía hemos topado
Según advierten los analistas de Banca March, la inflación alcanzará su cénit al final del primer trimestre que será cuando el efecto base de los precios de la energía remitan. Por ahora, el mercado sigue asistiendo a una importante subida de los precios de las materias primas y, en concreto, del petróleo, que ha tocado los 90 dólares por barril por primera vez en más de siete años.
En opinión de Hamco Financial, los fundamentales justifican los precios actuales. “Las dinámicas de oferta y demanda en el sector han llevado los precios del petróleo a estos niveles, que pueden consolidarse y continuar, o incluso ser superiores, en los próximos años. La demanda ha seguido creciendo y recuperándose tras la crisis económica provocada por la pandemia del COVIDC-19, que provocó un colapso sin precedentes. La reapertura, y, posteriormente, la recuperación de la economía global, han impulsado la demanda hasta los niveles anteriores a la pandemia. Pese a que los países desarrollados se encuentran inmersos en el proceso de transición energética, otros países como China han incrementado de forma relevante su demanda durante los últimos cinco años, un 6% anual desde 2016 a 2021. Lo que indica que el nivel actual de la demanda de petróleo seguirá creciendo en los próximos años, contando con los países emergentes como grandes motores de la misma”, explican.
Según el análisis que hacen las gestoras, la dinámica que estamos observando en los mercados de materias primas podría elevar la inflación de determinados productos y hacer más volátil la dinámica de sus precios, como hemos visto con los de la energía. Esto impulsaría la inflación general a corto plazo, ya sea directamente a través de la subida de los precios de la energía o indirectamente a través de la subida de los precios de los materiales que se repercute en una serie de bienes.
Sin embargo, Mark Munro, director de Inversiones en abrdn, se muestra cauto a la hora de extrapolar esta dinámica. “Incluso si se produjera un aumento sostenido de los precios de los productos básicos, no esperaríamos que eso se tradujera en una inflación general que se mantuviera por encima de los objetivos de los bancos centrales durante períodos prolongados. Por el momento, no disponemos de pruebas suficientes para sugerir que un superciclo en los precios de los productos verdes o de otros productos básicos vaya a provocar un aumento estructural de la inflación. Sin embargo, es posible que los bancos centrales tengan que esforzarse más para cumplir sus objetivos, y estos problemas de oferta podrían plantear medidas políticas desagradables”, explica.
Según indica Martin Wolburg, economista senior en Generali Investments Partners, el segundo factor que está favoreciendo una mayor inflación en los precios de la energía es la geopolítica, que amplifica los efectos de la transición ecológica. “El gas es un importante parche en el camino hacia la neutralidad climática. Tiene un peso del 20% en el IPCA energético. Los precios futuros actuales sugieren que el precio del gas bajará casi un 50% en un año. Sin embargo, aparte de los efectos meteorológicos, el aumento de las tensiones geopolíticas y, en particular, las tensiones entre Rusia y Ucrania pueden mantener los precios del gas en niveles elevados o incluso aumentarlos”, afirma Wolburg.