Dos son las conclusiones clave de la última encuesta a inversores institucionales publicada por Natixis IM, en la que han participado 500 inversores de fondos de pensiones corporativos, fundaciones, fondos de pensiones públicos y privados, compañías aseguradoras y fondos soberanos de Asia, Europa, Norteamérica, América Latina y Oriente Medio: esperan una crisis financiera global en los próximos cinco años y creen la gestión activa será adecuada para un entorno así.
De hecho, el documento indica que el 83% de los encuestados, que gestionan en total 15 billones de dólares, cree que habrá una crisis financiera global en los próximos cinco años. “Para los inversores institucionales globales, los últimos doce meses han dado lugar a una compleja selección de desafíos macroeconómicos que pondrán a prueba la configuración de las carteras para 2020. Esto les ha llevado a prever que habrá una ralentización global más pronto que tarde. No obstante, a pesar de las perspectivas de recesión a corto plazo, la incertidumbre ha llevado a los inversores a evitar introducir grandes cambios en sus carteras, al haber decidido adoptar una estrategia de ‘mantenerse a la espera de los acontecimientos’», explica Sophie del Campo, Managing Director para Iberia, Latam and US Offshore.
En cuanto a las tendencias que podrían perfilar 2020, a nueve de cada diez entrevistados les preocupan los niveles récord de deuda pública. Según explica la gestora, los inversores institucionales globales están preocupados por el aumento de los niveles de deuda pública y el bajo crecimiento económico. Mientras los niveles de deuda pública siguen alcanzando nuevos récord, a una gran mayoría (el 89%) de los inversores institucionales les preocupa el impacto en la economía global. Se podría decir que el pesimismo sobre el endeudamiento explica su perspectiva sobre la próxima crisis financiera: ocho de cada diez (83%) de los encuestados prevén que habrá una crisis en los próximos cinco años, mientras que el 58% cree que llegará antes, dentro de uno a tres años.
El segundo elemento que los inversores institucionales mencionan es la volatilidad. Además del desafío a las finanzas públicas y del potencial de una ralentización económica, los inversores institucionales mantienen la vista puesta en el entorno político global, que sigue generando incertidumbre en los mercados.”El 69% de los encuestados cree que la injerencia extranjera en las elecciones es un problema cada vez mayor a nivel global, mientras que el 64% manifestó que la campaña de las elecciones presidenciales en EE.UU. podría ser una fuente importante de volatilidad en los mercados”, sostiene las conclusiones de la encuesta.
Tal y como comenta Sophie del Campo, “los inversores saben que la política puede aumentar la volatilidad de los mercados y que los tipos de interés harán que su búsqueda de rentabilidad sea aún más difícil. Aunque el ritmo de crecimiento global seguirá ralentizado, los inversores son conscientes de que llevará tiempo y esperan pacientemente a ver cuáles serán las tendencias se manifiesten el año que viene”.
Mientras el entorno macroeconómico sigue siendo sumamente complejo, aumentan las expectativas de un incremento de la volatilidad. Más de la mitad (52%) de los inversores institucionales cree que la volatilidad de las divisas aumentará en 2020, y un 77% prevé que habrá un incremento de la volatilidad en los mercados de valores, mientras que el 62% de los encuestados opina que la volatilidad sufrirá un repunte en los mercados de deuda.
Este tipo de factores ayuda a explicar por qué las instituciones sitúan la volatilidad como el principal factor de riesgo de las carteras para 2020 (53% de los encuestados), aunque los bajos tipos de interés ocupan la segunda posición (50%). Los encuestados también mostraron su preocupación por el impacto de una crisis crediticia (37%) y por los problemas de liquidez (35%). Además, a uno de cada cinco les preocupa la deflación.
Gestión activa y visión ESG
La encuesta recoge que antes esta volatilidad, los inversores institucionales recurren a la gestión activa. “Ante el desafío de la volatilidad y los tipos, aproximadamente la mitad de las instituciones (46%) cree que aumentará la dispersión. El consiguiente aumento del diferencial entre los precios de los valores, puede ser un motivo por el que el 75% de los inversores institucionales opine que los actuales mercados prefieren la gestión activa. Esto debería ser una buena noticia para el 71% al que le resulta más difícil generar alfa a medida que los mercados aumentan su eficiencia”, explica la gestora en su nota informativa.
Los inversores están dirigiendo su ponderación a las inversiones activas (71%) para abordar la volatilidad cada vez mayor de los mercados y esperan mantener el reparto (70% a la inversión activa frente al 30% a la inversión pasiva) durante los próximos tres años.
Por último, uno de los aspectos positivo que arroja esta encuesta es que el 64% de las instituciones ha declarado haber incluido algún tipo de inversión ESG a sus carteras. Aunque son las instituciones las que han llevado la delantera en esta práctica, esto representa un incremento de casi el 10% con respecto a 2017, cuando el 40% no había adoptado aún ninguna inversión ESG.
“En muchas ocasiones, las instituciones invierten en el potencial alcista; de hecho, más de la mitad (54%) de las instituciones creen es posible encontrar alfa en inversiones de tipo ESG. Casi la misma cifra (57%) asegura invertir en ESG para alinear sus activos con los valores de la organización (57%). Casi cuatro de cada diez (37%) adoptan ESG como una forma de minimizar el llamado riesgo de titulares negativos de prensa (headline risk)”, añaden.
Búsqueda de la rentabilidad
Como principal reto para los inversores, la búsqueda de rentabilidades atractivas sigue siendo el principal objetivo pese al contexto. Según explican desde la gestora, mientras los tipos de interés están en niveles mínimos, los inversores institucionales se enfrentan al desafío de encontrar rentabilidad. Esto ha llevado al 75% de los encuestados a reconocer que han adoptado demasiados riesgos en su búsqueda de rentabilidad. Según los datos de la encuesta, más de la mitad de los inversores (56%) cree que los bonos con rendimientos negativos aumentarán en 2020, y a un 54% de los encuestados les preocupa que los bancos centrales no dispongan de las herramientas que necesitan para superar una nueva crisis.
La incapacidad para encontrar rentabilidad en los activos tradicionales ha llevado a los inversores institucionales a recurrir a los mercados privados. En general, creen que estos activos son más adecuados que los activos tradicionales por dos funciones críticas para cualquier cartera: ofrecen diversificación (62%) y generan rentabilidades más atractivas (61%). Las estrategias más comunes son el capital riesgo, en el que han invertido un 79% de las instituciones, y la deuda privada (76%).
“Una década de bajos tipos y de escaso crecimiento económico ha llevado a que los inversores busquen fuentes de rentabilidad alternativas. Dado que los activos tradicionales no ofrecen la rentabilidad que los inversores institucionales necesitan para alcanzar sus objetivos a largo plazo, y dadas las expectativas de otra crisis a corto plazo, casi siete de cada diez (68%) aseguran que la inversión privada estará más presente en sus carteras de ahora en adelante”, enfatiza Sophie del Campo.