El crecimiento sostenido del comercio electrónico visto en México durante los últimos años abre la puerta a una mejor distribución y utilización de los recursos financieros, recursos de inalcanzable acceso para una parte importante de la población mexicana según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México, que plantea que 3 de cada 10 mexicanos no cuenta con ningún tipo de producto financiero formal.
En parte, la labor de las Fintech, así como algunos de los instrumentos utilizados por ellas, como el Open Banking, son elementos que ayudan a un mayor y mejor consumo de la población, por ejemplo: el Open Banking ofrece la posibilidad de que haya flujos enormes de datos e información en el sector para diseñar productos que atiendan necesidades específicas de los usuarios que no pueden acceder a la banca tradicional, según Finerio Connect.
La pandemia cambió los hábitos de consumo en México. De acuerdo con el Reporte Venta Online 2021, de la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), a lo largo de 2020 el comercio electrónico creció en 81% en relación con el año anterior, lo cual supuso un tamaño del mercado mexicano de 9%. En la versión más reciente del estudio, la AMVO registró que en 2021 hubo un incremento de 27%, representando actualmente 11.3% del total de las ventas en el país.
Aún así, hoy día persiste a lo largo de país una gran dificultad a la hora de acceder a este tipo de recursos, y es que la desigualdad es algo que, cada vez más, caracteriza a México, ya sea esta de orden regional, generacional o de género, no sólo en el ámbito comercial. De hecho, la que es una de las 20 economías más pujantes del planeta alberga niveles de desigualdad interterritoriales a unos niveles que no se corresponden con sus niveles generales de desarrollo. Dicha desigualdad, reflejada en diversos informes, se sitúa bien entre las distintas regiones, estados o incluso dentro de estas mismas regiones, entre las zonas rurales o urbanas, lo que la convierte en uno de los problemas más presentes en la vida de los mexicanos y mexicanas, un elemento de capital importancia dentro de la sociedad mexicana.
Atendiendo al World Inequality Report 2022, el 10% más rico del país recibe 30 veces más ingresos que el 50% con las percepciones más bajas. Si hablamos de patrimonio, el 10% más rico de la población posee cerca del 80% de la riqueza del país. Niveles similares a las naciones europeas de la Belle Epoque, en las postrimerías del siglo XIX, según los datos cotejados por Thomas Piketty en su ensayo “Capital e ideología”
La desigualdad entre territorios ha aumentado, sobre todo desde los años noventa. Sirva como ejemplo que, en 2010, el ingreso per cápita en los 10 municipios más ricos del país era más de cincuenta veces superior al de los municipios más pobres. A nivel más general, la brecha existente entre el norte, con mayores niveles de bienestar y el sureste no ha hecho sino aumentar. Los estados del sureste: Veracruz, Chiapas, Guerrero, Puebla y Oaxaca, han mantenido tasas de pobreza significativamente más altas que el promedio nacional. Sirva como ejemplo la tasa de niños menores de un año fallecidos antes del primer año de vida, que en Mixtla de Altamirano, en el estado de Veracruz, se sitúa en la escalofriante cifra de 700 niños de cada mil, cuando la media nacional es de 17 por cada mil nacidos vivos.
Este desigual reparto de la riqueza a lo largo del país es producto, entre otros factores, de una orografía que no ayuda a la hora de desarrollar planes económicos homogéneos, como reflejó John H. Coatsworth con su sentencia “México es un país en el que la geografía conspira contra la economía”. El país se ve parcialmente rodeado de cadenas montañosas, que dificultan el comercio interior y favorecen el aislamiento de ciertas regiones frente a otras, así, la región más septentrional, entre la Sierra madre occidental y oriental, tiene niveles de renta mucho más altos que la región comentada del sureste, situada en la Depresión de las Balsas, bajo la Sierra Volcánica Transversal, aislada del resto del país por la Sierra Madre oriental y la Sierra Madre del Sur, región con un suelo de muy pobre calidad, especialmente a la hora de ser comparado con las regiones orientales del país, las más fértiles.
La jurisprudencia también se ve entorpecida en estos entornos, tanto es así que la ruta del narcotráfico del Pacífico recorre la costa occidental del país, resguardada parcialmente del poder federal por la ya citada Sierra Madre Occidental, ruta que en los últimos 30 años ha resultado ser una de las más activas, especialmente después de que en la década de los 90, Washington, junto al gobierno colombiano, renovara su declaración de guerra a las drogas entorpeciendo su tráfico por mar y aire. Esto, a su vez, hace del oeste del país un entorno de criminalidad e inseguridad mucho mayor frente a otras regiones del país como Yucatán o Campeche, regiones situadas en el golfo de México.
Las desigualdades entre territorios rurales y urbanos también han ido creciendo con el tiempo ya que, si bien en el primer entorno las condiciones de vida parecen estancadas, en las grandes urbes la calidad vital de sus habitantes no ha hecho sino mejorar. Este fenómeno, aparte de ser percibido con respecto a la renta, que es el medidor más claro, también se refleja en las facilidades que las personas encuentran a la hora de percibir servicios públicos, como la educación, a este respecto, el analfabetismo en zona rurales supera el 15% mientras que en zonas urbanas la cifra es menos a 4%. Es interesante aplicar criterios de género a este respecto, concretamente en el entorno sanitario, en donde tras la pandemia, las mujeres han visto reducir su esperanza de vida al nacer en un valor cercano a los dos años, mientras que los hombres la redujeron en más de tres años, ostentando una esperanza de 78 y 72 años respectivamente antes de la pandemia, según el informe “Heterogeneity in Excess Mortality and Its Impact on Loss of Life Expectancy due to COVID-19: Evidence from Mexico” elaborado por García-Guerrero y Beltrán-Sanchez.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34667369/
Estos datos reflejan una mayor facilidad de los varones mexicanos a la hora de incorporarse al mercado laboral, entorno en donde se encontraron más expuestos al virus. Pese a los últimos avances en materia de género, debidos en parte a la asunción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030 aprobada por Naciones Unidas en 2015, la desigualdad y discriminación sexual y de género en el mundo laboral sigue siendo una realidad para gran parte de las mujeres mexicanas. Prueba de ello son los 10.000 eventos de abandono laboral derivados del acoso y hostigamiento en el entorno de trabajo durante los primeros tres meses de 2022, tal y como señaló Nadine Gasman Zylbermann, titular del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES).
La desigualdad con su vecino del norte, Estados Unidos, es un factor crucial a la hora de retratar la riqueza de México ya que la mayoría de inmigrantes que esperan cruzar las fronteras son habitantes del sur del país. Este doloroso fenómeno, que supone un drama para miles de familias mexicanas cada año, espera ver su fin con el marco legal que planteó el Joe Biden en la pasada edición de la Cumbre de las Américas, desarrollada en Los Ángeles semanas atrás, aunque de momento, los planes del presidente han chocado con la justicia estadounidense, que parecen blindar la política migratoria de su antecesor, Donald Trump, política que reinstaló el programa que obliga a los solicitantes de asilo a esperar en México, además de fortalecer el recurso de las deportaciones exprés.