El pasado 22 de noviembre, Jaime Gilinski, el magnate colombiano que transformó el Banco GNB Sudameris en un banco multinacional y que con un patrimonio de 3.800 millones de dólares representa la segunda mayor fortuna de su país, puso a la venta unos 168,9 millones de acciones, el equivalente al 2,99% del capital del Banco Sabadell.
El inversor colombiano obtuvo unos 202 millones de euros con la venta (213 millones de dólares) al desprenderse de las acciones a 1,20 euros cada una, lo que representa un descuento con respecto al precio de 1,23 euros del cierre del día anterior. Deutsche Bank ha sido la entidad encargada de la colocación.
Se trata de la segunda desinversión que lleva a cabo Gilinski en este año, pasando de un 7,5% a principios de 2016 al 2,04%, lo que le convierte en el segundo mayor accionista individual después de Winthrop Securities, según la información publicada por la CNMV.
La llegada de los grandes inversores latinoamericanos a la banca española
En septiembre de 2013, Jaime Gilinski junto con David Martínez, inversor de origen mexicano, invirtieron cerca de 550 millones de euros cada uno para hacerse con el control del 5% de banco Sabadell. Meses después Gilinski adquirió un 2,5% adicional.
No fueron los únicos inversores de la región que se interesaron por la banca española. El mismo año, Antonio del Valle, inversor controlador del conglomerado químico Mexichem y que con un patrimonio de 2.800 millones se sitúa como la octava fortuna de México, adquirió el 6% de Banco Popular por 450 millones de euros. En 2014, Ernesto Luis Tinajeros, empresario mexicano que es propietario y presidente del equipo de fútbol Necaxa, y Gustavo Tomé, quien dirige entre otros negocios el fondo Davinci Capital, invirtieron unos 174 millones de euros para hacerse con el 7% y 2% de Liberbank respectivamente, según la información publicada por El independiente.
La búsqueda de una salida
Estas adquisiciones coincidieron con un momento de optimismo hacia la banca española una vez contenida la crisis de la deuda de los años anteriores. Sin embargo, el entorno de bajos tipos de interés que se ha prolongado en el tiempo y las cargas heredadas de la crisis financiera de 2008 han resultado poco favorables para los intereses de los grandes inversores latinoamericanos.
Varias fuentes señalan que Gilinski y Del Valle fueron dos de los principales defensores de una fusión entre el Banco Sabadell y el Banco Popular, para tratar de levantar la cotización de ambos y reforzar así el valor de sus inversiones. Después de que está operación fracasara por el déficit de provisiones del Banco Popular y por la negativa de su presidente, Ángel Ron, a acometer cualquier operación que pudiera implicar una pérdida de poder, Gilinski decide deshacerse de su posición en Sabadell.
Según la información publicada por El Confidencial, Del Valle estaría buscando inversores capaces de aportar los 2.500 millones de euros de capital, que conforme a la opinión de los expertos de Bank of America Merrill Lynch, necesita el Banco Popular. Para lo ello, el inversor estaría tratando de embarcar en la operación a los otros dos grandes accionistas del banco: Allianz y Crédit Mutuel. De no conseguir con éxito cerrar esta nueva ampliación de capital, podría comenzar a buscar compradores para su participación.