Francia es un país que, a diferencia de otros de la periferia de Europa como España, Portugal, Grecia o Italia, no ha sufrido excesivamente durante la crisis del euro. Pero todo llega y parece que también es la hora de tomar decisiones difíciles y decidir las reformas a realizar en el Elíseo. “Francia es consciente de que hay mucho que hacer aunque se necesita coraje político”, comenta Tanguy Le Saout, director de Renta Fija Europea en Pioneer Investments, consciente de que en las encuestas el presidente Hollande está mal valorado.
Esa impopularidad de las reformas y la falta de acuerdo dentro del partido socialista galo ha desatado la crisis política que ha vivido el país, con la reciente dimisión del primer ministro Valls y cambios en todo el Gobierno: además de la salida del ministro de Educación, Benoit Hamon, y de Cultura, Aurélie Filippetti, el cambio más importante ha sido el del ministro de Economía, cargo ocupado por Arnaud Montebourg y que ocupa ahora Emmanuel Macron. Los gestores de activos consideran que ese cambio es positivo, porque supone acelerar las reformas, aclarar el escenario político y económico que vivirá el país y porque los resultados ayudarán a mejorar la competitividad de las empresas y, por lo tanto, serán buenos para los mercados.
“Este nombramiento confirma un movimiento al centro y una posible aceleración de las reformas. Lo cual es bueno aunque los mercados serán los que juzgarán más los hechos que las intenciones. Lo bueno es que tienen tiempo hasta las próximas elecciones en 2017”, explica Le Saout.
“El nombramiento creará un mensaje más consistente entre el presidente, el primer ministro Manuel Valls, la cartera de Economía y el ministro de Finanzas, Michel Sapin. El mensaje sera más homogéneo y llevará a una situación más clara en Francia y para los trabajadores foráneos en el país. Este hecho será importante en las negociaciones, desde las discusiones en Bruselas como para negociar con los sindicatos, porque el mensaje será consistente. Era algo necesario pues en este complejo periodo todo el mundo necesita un marco claro”, añade Philippe Waechter, economista jefe de Natixis Asset Management (afiliada a Natixis Global Asset Management).
Para el experto, la situación es ahora más cómoda para el Gobierno pues la línea política está más clara, con el Gabinete de ministros a un lado y la línea política de Montebourg y sus seguidores del Partido Socialista, al otro lado. “La línea económica será más fácil de entender puesto que todo el mundo en el Gobierno hablará el mismo idioma”.
Y, además, cree que el cambio puede ser una señal positiva para las empresas (el marco es más estable) y para los inversores internacionales (es más visible). “Será más fácil debatir con Bruselas y ganar más peso en Europa”, apostilla.
“Tenemos una visión positiva respecto al cambio de gabinete anunciado en Francia. En primer lugar, esto muestra que la política económica diseñada para favorecer a las empresas no es negociable. En segundo lugar, la comunicación gubernamental dejará de estar contaminada por las ideas descabelladas de algunos ministros. Y en tercer lugar, la división interna del partido socialista lo forzará a modernizarse. Ya es hora de que, tanto por parte de la derecha como de la izquierda, se presenten los desafíos económicos al pueblo francés de una manera imparcial, de que dejemos de culpar a factores externos (la globalización, Europa) de nuestros problemas, y de que empecemos a buscar soluciones fuera de los polvorientos libros keynesianos del abuelo”, afirma Bruno Cavalier, economista jefe en Oddo&Cie.
Necesidad de reformas
Y es que los gestores consultados por Funds Society coinciden en la necesidad de acometer reformas en el país. “Los problemas persisten a pesar de las primeras medidas tomadas: la economía en conjunto tiene dificultades para crecer y el desempleo sigue subiendo. El Gobierno recientemente descartó sus objetivos previos de crecimiento y fiscales establecidos en la negociación del prespuesto para 2015. Hollande dijo que trata de enfocarse en los recortes del gasto público y aligerar los impuestos para las empresas en un esfuerzo de creación de empleo. También ha pedido ayuda al exterior, apelando a la UE y al Banco Central a hacer más para impulsar el crecimiento y debilitar el euro. Éstas parecen decisiones sensatas pero se necesita hacer mucho más en otros terrenos, como el gasto del Estado del Bienestar o los salarios”, comenta Nick Sheridan, gestor del fondo Henderson Horizon Euroland, de Henderson Global Investors.
Según Threadneedle, el problema real del país es la falta de crecimiento potencial “crónica” y las medidas para contrarrestar esta situación deben ser de largo plazo e impopulares. La gestora advierte sobre las dificultades para lograr soluciones centristas y la posibilidad de bandazos políticos tanto a la izquierda como a la derecha.
Para Willem Verhagen, economista senior de Multiactivos en ING IM, la economía francesa afronta problemas tanto de oferta como de demanda, y tiene que trabajar en ambas partes de la ecuación si quiere solucionar sus problemas. “Por el lado de la demanda sufre de un crecimiento bajo del gasto pero también, por el lado de la oferta, de problemas estructurales como una baja ratio de rentabilidad, el deterioro de su competitividad y una muy baja flexibilidad en los mercados de trabajo y productos”. En su opinión, las reformas estructurales de poco sirven si no hay demanda suficiente para dirigir los recursos hacia las industrias con mayor productividad. Y, de igual forma, las reformas bien hechas pueden aumentar la confianza en los negocios e impulsar la efectividad de los estímulos a la demanda. “Los políticos franceses han forcejeado mucho con prescripciones políticas aparentemente opuestas en el lado de la oferta y la demanda en los últimos años. Antes de ser presidente, Hollande se postuló en su campaña por la necesidad de generar crecimiento pero una vez lo fue se encontró con las fuertes restricciones fiscales impuestas por Bruselas. Con el nombramiento del primer ex ministro Valls, el Gobierno se abrió a la implementación de reformas en el lado de la oferta, difíciles pero necesarias, pero sin perder nunca de vista la necesidad de implementar reformas de estímulo a la demanda. El ministro de Economía saliente era conocido por su defensa de menor austeridad fiscal pero al mismo tiempo reformas estructurales opuestas. El nuevo ministro es un defensor de esas reformas pero sigue silencioso con respecto a la necesidad de estimular la demanda”, advierte el experto.
Con todo, considera que, al acercar su política a la de Bruselas y Berlín, a costa de mayor impopularidad interna y menor apoyo político en el Parlamento, lo ocurrido podría, paradójicamente, incrementar el peso de Francia en el debate europeo sobre la necesidad de realizar mayores estímulos a la demanda.
Un perfil pro-mercados
Los gestores recuerdan que Macron ya trabajó para asesor de Hollande a principios de su mandato y puso en marcha el Pacto de Responsabildiad, una serie de medidas para reducir la fiscalidad de las empresas para ayudarles a mejorar su rentabilidad. Ahora, sera él quien lidere el proyecto.