Aunque la inteligencia artificial (IA) no es un fenómeno nuevo, el interés que han disparado herramientas recientes como ChatGPT no tardará en dejar ganadores y perdedores en la carrera tecnológica, asegura Malcolm McPartlin, cogestor del Aegon Global Sustainable Equity Fund.
“La IA no es nueva, hay muchas empresas que llevan tiempo usándola”, aclara McPartlin. “Sin embargo, los últimos avances en modelos grandes de lenguaje (LLM) y la IA generativa como ChatGPT han captado la atención del mercado”.
“En cuanto a las implicaciones para la inversión, podemos decir que la IA representa una de las revoluciones tecnológicas más importantes de las últimas décadas –quizás la más importante de la historia– por lo que es probable que acabe influyendo en muchas industrias”, añade.
En lo que se refiere a los sectores concretos a los que los inversores deberían prestar atención, el gestor explica que pueden dividirse en dos categorías: los que se beneficiarán directamente de esta tecnología y los que la desarrollan y facilitan su uso.
“Podemos clasificar a los beneficiarios de la IA en dos grandes grupos. Por un lado, están las empresas que usarán esta tecnología para impulsar su productividad, producir más con menos, reducir costes al tiempo que mejoran el resultado y, en última instancia, potenciar todo su modelo de negocio”.
En el sector sanitario, por ejemplo, la IA podría mejorar el diagnóstico, el tratamiento y el resultado para los pacientes, contribuir a la aplicación de tratamientos más personalizados, acelerar el desarrollo de fármacos… entre otras muchas cosas. De forma similar, en educación, la IA podría ayudar a personalizar más las clases para mejorar los resultados académicos. En manufactura, la IA mejorará la eficiencia de los procesos y reducirá el despilfarro. Estos son solo algunos ejemplos de los sectores que podrían beneficiarse de la IA.
“El segundo grupo engloba a las empresas que facilitan el uso de la IA, es decir, las que están desarrollando la infraestructura necesaria para sostener el crecimiento exponencial de la capacidad de procesamiento de los ordenadores. Un buen ejemplo sería Nvidia, que goza de una posición dominante en el segmento de las unidades de procesamiento gráfico (GPU) y que será una de las grandes beneficiarias, al igual que otros fabricantes de hardware y proveedores de servicios informáticos. Ambos grupos ofrecen numerosas oportunidades, aunque las del primero son más difíciles de identificar”, explica el experto.
Junto con los ganadores potenciales, McPartlin señala que la IA podría crear soluciones competitivas que supongan un punto de inflexión y amenacen la supervivencia de algunas empresas.
Los perdedores
Si hablamos de los perdedores, la IA podría debilitar la propuesta de valor o la ventaja competitiva de muchos negocios, explica, como los proveedores de contenido, los desarrolladores de software, las empresas que asisten con los procesos de gestión o la contratación de personal, las que requieren un gran número de empleados, aquellas cuyo valor depende en gran medida de activos intangibles y las empresas que tarden en adoptar la IA mientras sus competidores lo hacen y amplían su cuota de mercado.
“El temor a la IA ya está influyendo en las cotizaciones. Hace unas semanas, la compañía de tecnología educativa Chegg sufrió fuertes caídas cuando informaron de que su negocio se estaba viendo afectado por ChatGPT. Chegg ayuda a los estudiantes con los deberes, pero su propuesta de valor se está tambaleando porque los estudiantes están usando ChatGPT para encontrar respuestas similares gratis”, recuerda el experto.
No obstante, muchas empresas ya usan la IA con buenos resultados. McPartlin destaca a la proveedora de información de negocio RELX. “RELX lleva mucho tiempo usando IA en todo su negocio, por lo que su división legal será una de las más beneficiadas. La empresa ya ha lanzado un producto de IA generativa que combina datos públicos y privados y aplica su propio modelo grande de lenguaje. Por ahora, cuanto más pueda mejorar la productividad de sus clientes, más fácilmente podrá justificar el coste de sus servicios”.
“Ante el rápido avance tecnológico, continuaremos analizando la IA para valorar tanto el impacto positivo como el negativo en los sectores expuestos a esta tecnología y no solo en empresas concretas. Además, a medida que se adopte a gran escala, habrá que tener en cuenta el impacto medioambiental de la enorme capacidad de procesamiento que requieren las aplicaciones de la IA”, concluye el experto.