El incremento de los riesgos a escala global está acentuando la divergencia económica entre sectores y regiones. En un entorno más complejo, los directivos de las empresas son menos optimistas que el año pasado y muestran una caída de la confianza a nivel global: ésta es una de las principales conclusiones de la Encuesta de Analistas de Fidelity, realizada a partir de las opiniones recabadas en las 17.000 entrevistas que 200 analistas de la entidad mantuvieron durante el último año con directivos de todo el mundo. Pese al ajuste que afecta a la energía, materias primas y algunas áreas de la industria, los analistas de Fidelity han detectado tres factores que pueden impulsar el crecimiento en otros sectores: el consumo, la innovación y los cambios en los servicios financieros.
Pero visualizan un mundo con retos… y riesgos. Entre estos últimos, los principales que identifican los analistas son, en primer lugar, el papel de los fondos soberanos, que podrían dejar de ser una fuente de estabilidad en los mercados para ser todo lo contrario. “Si el petróleo cae y necesitan liquidez, se retirarán de los mercados (sobre todo, los fondos de Noruega y Arabia Saudí). Antes eran un factor de estabilidad pero ahora serán más cortoplacistas y generarán volatilidad, porque el dinero que retiren no es fácilmente reemplazable por muchos pequeños inversores”, explica Antonio Salido, responsable de Comunicación y Marketing de la gestora en España, que explicó las conclusiones de la encuesta en un encuentro con periodistas. También, como riesgos señaló la influencia de las herramientas cuantitativas en los mercados y el contagio que generan al dispararse las stop losses. Salido mencionó también los riesgos geopolíticos o derivados del terrorismo (y también del bajo precio del crudo, que puede crear situaciones difíciles en Rusia y Oriente Medio), así como el riesgo de una desaceleración del consumo que frene el crecimiento mundial.
Tres factores para sostener el crecimiento
Se prevé que el consumo sea el principal motor de crecimiento este año y sostenga los procesos de innovación. Esta tendencia se apoya en un mayor poder adquisitivo de los consumidores, impulsado por el abaratamiento de la energía, los bajos niveles de inflación y el buen tono de los mercados de inmuebles residenciales. También el aumento de los salarios y la recuperación de los mercados laborales son factores importantes a la hora de explicar el incremento del indicador de sentimiento en las empresas de este sector, que supera más de un 10% la media de todas las demás actividades.
Otra tendencia que va a impulsar el crecimiento, en un entorno con bajas tasas de crecimiento nominal, es la innovación. Las empresas o mercados verdaderamente innovadores cotizan con prima. La encuesta a analistas 2016 revela que este elemento deja su impronta en casi todos los sectores y mercados. La huella es especialmente notable en salud y tecnologías de la información (TI), donde da forma a las oportunidades comerciales y a los flujos de ingresos. “Las nuevas tecnologías crean un sinfín de oportunidades no solo para los que desarrollan esas tecnologías, sino también para los que suministran las infraestructuras necesarias”, explica Michael Sayers, director de análisis de Fidelity Internacional. “Sin embargo, aunque las nuevas tecnologías impulsan la innovación, también dejan tras de sí una gran cantidad de transformaciones, por lo que es esencial realizar un análisis pormenorizado de las tendencias, los líderes y los rezagados”, añade. Según Salido, “lo nuevo frente a lo viejo” será uno de los temas clave que impulsen el crecimiento. Así, los sectores más pioneros e innovadores tendrán más potencial de hacer crecer sus beneficios.
El sector financiero: los retos
La encuesta también pone de manifiesto que los servicios financieros están cambiando por efecto de la contención y las presiones de las autoridades, lo que se traduce en balances más sólidos y menor apalancamiento. Estas señales de mejoría en los fundamentales han colisionado en cierto modo con el pesimismo de los inversores, ya que los valores del sector bancario se comportaron peor incluso que los del sector energético a finales de 2015 y comienzos de 2016, a pesar de las caídas del petróleo durante ese periodo. Sin embargo, aunque los cambios han sido positivos, los riesgos persisten.
Martin Dropkin, responsable de Análisis de Deuda Corporativa de Fidelity International, lo explica: “El sector financiero sigue enfrentándose a riesgos importantes, incluidas unas pobres perspectivas de crecimiento e inflación, diversas formas de exposición al sector energético y una menor liquidez en los mercados de bonos. La debilidad del sector financiero también puede derivar en una mayor debilidad de la economía real debido a mecanismos de transmisión que pueden hacer que las inquietudes del mercado terminen materializándose. No sorprende, pues, que la normativa siga siendo un factor de peso, pero dado que insta a las empresas a aumentar sus colchones de capital, podría suponer un apoyo para las rentabilidades a medio plazo”. Para Salido, “los bancos han mejorado sus balances pero persisten los retos, como la presión de la regulación o el Fintech que, aunque no es visto como un gran problema, sí está en el radar”.
Optimismo contenido en Europa y Japón frente a los emergentes
En lo que respecta a las tendencias regionales, Japón volvió a destacar como la mejor región en la encuesta de este año, con una puntuación de sentimiento de 6,3. Aunque esta cifra es inferior al 7,1 del año pasado, no deja de ser impresionante a tenor de la mayor cautela imperante en otras regiones. La eficacia de la tercera flecha de las reformas estructurales de Abe cosechó críticas a finales de 2015, cuando el retroceso del PIB provocó otra entrada en recesión, pero los analistas siguen siendo optimistas en cuanto al impacto positivo de las reformas empresariales en la economía, que fortalecen el balance de las empresas, además cada vez más cercanas al accionista.
Los analistas de Fidelity son un poco más cautos en su visión sobre Europa y EE.UU., donde predicen que los fundamentales de las empresas seguirán siendo comparables a los del año pasado. Esta conclusión indica que el ciclo económico está madurando en las dos regiones, si bien todavía no está llegando a su fin, y destacan la positiva evolución de sectores como salud y tecnología, frente a energía. Además, el consumo en EE.UU. podría verse beneficiado por varios factores, según Salido: “Los bajos precios del petróleo han supuesto un ahorro neto de 330.000 millones de dólares de los que solo 30.000 se han dedicado al consumo, pero el resto podría incorporarse de forma gradual”, dice, mencionando también el impulso de la sensación de riqueza entre los estadounidenses ante la mayor valoración de la vivienda, la reducción de la deuda de los hogares y el incremento salarial como impulsores de ese consumo.
Por su parte, la situación en los mercados emergentes es más preocupante y obliga a los inversores a ser cautelosos. Las economías más castigadas son aquellas que dependen de las materias primas, que se encuentran principalmente en Oriente Medio, África y Latinoamérica. Así lo identificaron las conclusiones del año pasado, que apuntaban a un deterioro de los fundamentales de las empresas en esta región, si bien todavía no se observan apenas señales de que esta tendencia vaya a tocar fondo. La puntuación de 2,7 en el indicador de sentimiento general muestra que la gran mayoría de los analistas espera que las cosas empeoren antes de mejorar. “En Latinoamérica, la tensión por la caída de las materias primas –que afecta a países como Brasil, Chile o Perú- puede llevar a conflictos internos o externos”, dice Salido, que añade la falta de reformas, el impacto de la desaceleración en China y la situación de Brasil a los problemas. “Para que la región funcione desde un punto de vista financiero, tiene que funcionar Brasil, que ha visto crecer sus clases medias y ha crecido en línea con otros países como India o China, pero con una diferencia: no ha hecho reformas”. En la gestora, distinguen entre países que han hecho reformas (Colombia, Perú…) de los que no lo han hecho (Brasil, o Rusia) y son positivos con México por su cercanía a EE.UU.
China también vio cómo su indicador de sentimiento descendía, pero su descenso es mucho menor, ya que pasa de 4,4 el año pasado a 4,1. Por un lado, el clima empresarial dentro de China se está deteriorando y, en este sentido, el 71% de los analistas refiere una menor confianza de los equipos directivos a la hora de invertir en sus negocios este año. Sin embargo, la encuesta también revela que en todo el mundo, el 36% de los analistas prevé que la desaceleración de China no tendrá repercusiones o será ligeramente positiva para los planes estratégicos de inversión de las empresas. La encuesta también pone de relieve que los analistas que cubren Europa (48%) no esperan que los valores a los que hacen seguimiento se vean afectados por la desaceleración de China. “El shock de los mercados de verano no se trasladó a patrones de consumo, y las ventas minoristas siguieron creciendo, sobre todo en Internet. No hay correlación entre el gasto y la evolución de la bolsa porque el inversor de a pie está poco invertido en bolsa”, dice Salido.