La pandemia del COVID-19 y la crisis económica que ha desencadenado han obligado a los inversores a revisar sus carteras y, en la mayoría de los casos, a asumir algo más de riesgo. Según el último número de The Cerulli Edge-Edición Global, elaborado por Cerulli Associates, los family offices europeos tampoco escapan a esta tendencia.
«La agitación que vimos en el mercado en marzo de 2020 ha disminuido, pero la preocupación por la volatilidad persiste. Los family offices necesitan equilibrar la liquidez y los rendimientos, ya que sus clientes abarcan a diversas generaciones», afirma Fabrizio Zumbo, director asociado de análisis de gestión de activos y patrimonios en Europa de Cerulli Associates.
Según Cerulli Associates, el escenario que están valorando los profesionales de la inversión en los family offices es que el COVID-19 siga siendo un factor dominante para el mercado durante este 2021. Incluso, señala que van allá y tienen presente la perspectiva de que los rendimientos sean menos robustos durante la próxima década, como consecuencia de la situación actual. “Todas estas consideraciones harán que algunos family offices aumenten el riesgo de sus carteras para asegurarse de que pueden cumplir sus objetivos de rentabilidad a largo plazo”, señala el documento.
En respuesta al aumento de la volatilidad del mercado, los family offices se están asegurando de tener un buen nivel de liquidez ante futuros imprevistos. «Antes, el gasto era relativamente predecible. Eso ha cambiado significativamente. Los family offices pueden tener ahora activos desproporcionados en cada extremo del espectro: tanto efectivo como activos de mayor riesgo, por ejemplo, con una mayor exposición a la renta variable», apunta Zumbo.
En este sentido, el estudio de Cerulli muestra una creciente demanda de activos reales, como por ejemplo en infraestructuras, tierras de cultivo, algunas materias primas y ciertos bienes inmuebles. Los family offices están interesados en activos no correlacionados con los mercados de renta variable tradicionales y que puedan ofrecer protección en caso de que la inflación aumente más rápidamente de lo previsto. También han aumentado su exposición al oro y han añadido otros metales preciosos como la plata y el platino.
Además, algunos consideran las criptomonedas como un posible refugio en caso de que se produzca una degradación de la moneda. En cuanto a la renta variable, los family offices no quieren quedarse fuera de la recuperación mundial que está viviendo y apuestan a que los mercados emergentes y las empresas europeas se vean favorecidos también por este movimiento alcista.
Por último, el análisis de Cerulli aporta dos aspectos más. Por un lado, explica que la visión típica de una family office sobre el efectivo en una cartera equilibrada parece haber cambiado desde el inicio de la pandemia de coronavirus. “Muchos se centran ahora en mantener el efectivo suficiente para hacer frente a su uso previsto, de modo que no pierdan poder adquisitivo en un entorno prolongado de tipos bajos”, apuntan.
Y, en segundo lugar, afirma que los family offices también se han subido al carro de las inversiones sostenibles. Según el documento, cuando se preguntó a los gestores de activos en Europa qué nivel de demanda esperaban para los fondos ESG durante los próximos 12 a 24 meses, el 39% vi claro un aumento de la demanda por parte de los family offices, mientras que sólo el 7% dijo que esperaba que el interés de ese grupo disminuyera.