La crisis vírica del COVID-19 sigue obligando a las autoridades y a los expertos a rebajar las perspectivas de crecimiento. Con la recesión ya en la mente de muchos, las consecuencias serán especialmente duras en Europa, y también en España, donde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decretado el estado de alarma y la limitación de los movimientos de los ciudadanos, una medida clave para contener la propagación de virus y los contagios, pero muy dolorosa para la economía.
Según Philippe Waechter, responsable de Investigación Económica de Ostrum AM (Natixis IM), “el principal golpe para España es el turismo, que representa el 11% de su PIB”. Añade que “esto será un duro golpe en el sur de España, donde la tasa de desempleo ya es alta”, y es que “el turismo asiático ya no está disponible y las personas en Europa, especialmente el Reino Unido, que son una gran parte de los turistas europeo, se quedarán en casa, debido tanto a la epidemia como al Brexit”.
“El impacto en el corto plazo va a ser enorme, dado que la contención de la enfermedad será más efectiva cuanto menos interactuemos unos con otros y, por tanto, más frenemos la actividad. Pero este parón será transitorio y la economía se recuperará cuando el virus empiece a estar bajo control”, matizan en Abante.
Por eso, el experto de Ostrum AM advierte que, tanto en Francia como en España, “hay una alta probabilidad de recesión económica este año” porque se espera un “crecimiento negativo en el segundo y tercer trimestre”. Y destaca que “la mayoría de los países europeos tendrán debilidades importantes en la primavera”. En su opinión, “son tiempos difíciles para Europa”.
De ahí que defienda un plan coordinado en el continente como algo necesario ya que “lo peor serían respuestas no homogéneas en toda Europa”. Como indica, “una consecuencia de esta situación es que el déficit presupuestario se disparará y la deuda pública crecerá a medida que esperamos medidas para las pequeñas y medianas empresas”. Ante la puesta en marcha del estado de alarma en España, Sánchez ya anunció algunas de esas medidas a lo largo del fin de semana.
Para Singular Bank, en este contexto, los nuevos estímulos fiscales y monetarios determinarán un entorno económico marcado por mayores niveles de deuda pública y menores niveles de tipo de interés e inflación.
Cautela y compras
Con estas previsiones en mente, la entidades se mantienen cautas, aunque atentas a las oportunidades que pueden surgir en este momento de fuertes caídas en los mercados. Así, el equipo de Estrategia de Banca March contempla futuros rebotes cuando la situación empiece a mejorar, y gracias también a las medidas monetarias tomadas (en coordinación entre varios bancos centrales) y el apoyo fiscal: “El pasado nos ha enseñado que, una vez controlado el virus, las bolsas inician rebotes, descontando la futura recuperación económica. Por ello, el suelo de las caídas de las bolsas suele coincidir con el punto más álgido de contagios. Si las actuales medidas implementadas surten efecto, en pocas semanas, la situación debería mejorar. Confirmar una moderación de la expansión de los contagios –lo que supone un freno en la tragedia humana-, unido a una respuesta contundente de las autoridades monetarias y la adopción de nuevos estímulos fiscales, serían los detonantes que consideraríamos necesarios para adoptar una mayor exposición al riesgo”, indican.
Para José Luis Jiménez, director general de inversiones de Mapfre, es el momento de la gestión activa: “Si en los últimos años la gestión pasiva había ido ganando cuota de mercado, puede haberse alcanzado un punto de inflexión. Ahora es el momento de la gestión activa, del gestor humano con capacidad de análisis y discernimiento ante un distorsión novedosa, juzgando lo económico, lo empresarial, lo social y lo psicológico. Probablemente, los ETFs, robo advisors, algoritmos, gestión de prima de riesgo, alta frecuencia, etc van a experimentar un momento complicado”, explica.
En su opinión, como en toda crisis habrá ganadores y perdedores: “A la primera ola de los mercados financieros le seguirá una segunda sobre la actividad económica (por el descenso de la actividad, desempleo, falta de inversión, etc) y una tercera que podría afectar al crédito. No obstante, es también muy probable que la recuperación sea rápida y significativa. Si el virus empieza a contenerse en las próximas semanas, durante el verano experimentaremos un rápido crecimiento de la actividad para recuperar los meses perdidos”, afirma.
En Abante recuerdan que los desplomes en bolsa han superado el 30% en el índice mundial, y explican que intentar racionalizar lo que está ocurriendo no tiene sentido: “Cuando mucha gente quiere vender al precio que sea, el que compra solo lo hace si el descuento es muy elevado. Aunque la naturaleza de cada crisis es distinta, la reacción del mercado y de los inversores es muy parecida”, explican, recordando que la liquidez que ofrece la bolsa puede ser un arma de doble filo en situaciones como la actual, de mucho estrés e incertidumbre. “Siempre existe la posibilidad de vender ahora para volver a entrar cuando el mercado haya recortado más o cuando estén las cosas más claras, pero la experiencia nos dice que las posibilidades de tener éxito con esta estrategia son mínimas y la claridad solo llega cuando el mercado ya se ha recuperado”, advierten.
Así, ante el actual escenario en el que el miedo, la incertidumbre y las emociones se incorporan a los precios, haciéndolos desplomarse, en Abante recuerdan que, en las perspectivas a cinco o diez años del conjunto de empresas, siguen teniendo mucha más importancia la disrupción tecnológica, los efectos de la guerra comercial o el resultado de las elecciones estadounidenses, que tener unos trimestres de parón. “Después de las caídas que hemos visto es muy difícil anticipar cuándo se calmarán los mercados. Tras un terremoto suele haber réplicas y no es descartable seguir viendo movimientos muy bruscos en ambas direcciones. Las bolsas se van a recuperar con toda seguridad, lo que no sabemos es cuándo. Puede ser muy rápido si empiezan a tener efecto las medidas, el calor frena el contagio, se atisbe una vacuna o los gobiernos pongan encima de la mesa medidas muy contundentes, o más lento si la situación se prolonga”, indican.
Ahora, dicen, los precios ya son muy atractivos y descuentan un escenario que es poco probable ver, aunque como las valoraciones no son lo relevante ahora, no descartan seguir viendo precios todavía más interesantes. “La rentabilidad de los próximos años va a depender de lo que hagamos en estos momentos. Habíamos empezado el año con niveles bajos de riesgo y con coberturas en las carteras. Nuestra estrategia ha consistido en ir aumentando el peso en renta variable a medida que se han producido las caídas para no quedarnos infrainvertidos, pero manteniendo todavía bastante margen de actuación que utilizaremos si el mercado nos sigue dando oportunidades”.
Mark Holman, CEO de TwentyFour AM (Boutique de Vontobel AM), defiende también que “estamos ahora en niveles que pueden considerarse muy atractivos para los inversores que pueden tolerar cierta volatilidad e invertir a medio plazo”. Dentro de la renta fija, los principales mercados de bonos soberanos han experimentado caídas de los rendimientos hasta cerca de cero, o muy por debajo en el caso de la deuda core de la zona euro. Los mercados de crédito, por otro lado, se han movido a niveles en los que los inversores realmente están siendo pagados para que se fijen en ellos. Dentro del segmento de alto rendimiento (high yield), por ejemplo, tanto en el crédito en euros como en libras esterlinas estamos de vuelta a los niveles que se vieron por última vez tras las secuelas de la crisis soberana en 2011. Con todo, advierte el experto, “en el corto plazo los mercados probablemente seguirán siendo volátiles”. El experto cree que lo que falta son garantías de que los bancos ayudarán en la adversidad, y el dinero llegará a las personas. Si eso ocurriera, dicen, podríamos estar más seguros de una recuperación en forma de U, y los mercados podrían empezar a recuperarse”.
La importancia del asesoramiento
Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco, explica las caídas porque que la crisis genera mucha inquietud en los mercados, pero también “por una situación previa de excesiva complacencia” y mercados sobrecomprados. En su opinión, a nivel económico esto dejará una huella en la economía duradera pero no irreversible, pues el ajuste era en algunos puntos necesario, si bien el tiempo de recuperación será largo. Sobre el inversor, cree que debe actuar de forma previa: «El inversor que antes haya tenido un sentido de los riesgos y que haya estructurado su cartera debidamente asesorado y en función de su perfil de riesgo, ya tiene mucho ganado cuando llega esta situación», dice. Así, considera que «debe tener calma –ya que está en su perfil de riesgo-» y, aunque sufrirá pérdidas, acabará viendo cómo estas situaciones pasan. «Lo recomendable es no hacer nada, no tomar decisiones precipitadas por este escenario excepcional, si el inversor previamente ha estructurado su cartera con el nivel de rieso y diversificación adecuados», dice.
En este contexto, defiende la imporatancia del asesoramiento: «Es prioritaria la función de asesoramiento en estas crisis, y antes de ellas, no solo después. No se trata de tener una relación puntual con las entidades, lo más importante en la inversión es que es una actividad, un proceso que se va haciendo al lo largo del tiempo. No se debe invertir ni desinvertir de golpe y es importante que a lo largo de toda la vida de un inversor exista un buen asesoramiento, el acceso a un profesional para hablar, y la tecnología ayuda en esa relación”, apostilla.
Los sectores más afectados
Entre los sectores más afectados, recuerdan en Singular Bank, destacan el de turismo y transporte de viajeros, hostelería y comercio minorista, demanda de bienes duraderos, especialmente venta de vehículos y electrodomésticos, sector inmobiliario (al posponerse las decisiones de compra e inversión), bienes de lujo, ocio, servicios empresariales, sector financiero, energía (no solo por el menor consumo sino también afectado actualmente por las tensiones entre Rusia y los países de la OPEP), o construcción de infraestructuras.