El Consejo General de Economistas ha celebrado la tercera sesión, de un total de cuatro, de los denominados “Encuentros sobre sostenibilidad”, que se celebrarán a lo largo de este año y que tienen por objeto ahondar en aspectos económicos relacionados con la sostenibilidad (taxonomía, marco normativo, finanzas, elaboración, o verificación de estados de información no financiera, entre otros).
En última sesión se ha presentado el estudio titulado Finanzas sostenibles. Concepto y desarrollos generales, elaborado por el Servicio de Estudios de dicho Consejo General, en el que se explica el alcance e implicaciones de lo que en la actualidad se conoce como “finanzas sostenibles”, se abordan aquellos aspectos que van a marcar en el futuro el desarrollo de estas finanzas y se realiza un análisis detallado de la inversión socialmente responsable y de las diferentes estrategias de inversión sostenible.
La presentación ha corrido a cargo del presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO), José Carlos García de Quevedo, y del presidente del Consejo General de Economistas de España (CGE), Valentín Pich, y en ella han participado dos de los autores de este trabajo: el director del Servicio de Estudios del CGE y presidente de EFAA for SMEs, Salvador Marín, y la profesora titular de la Universidad de Cantabria y directora académica e investigadora de Santander Financial Institute, Belén Díaz.
En su intervención, Valentín Pich ha señalado que “los aspectos medioambientales y sociales son los que van a marcar el futuro de las finanzas sostenibles en Europa y, por tanto, en España. Sin duda, alcanzar todos los objetivos fijados pasan, sin ningún género de dudas, por que exista una adecuada, eficiente y eficaz implementación, definición y desarrollo de instrumentos ligados con las finanzas sostenibles, donde los denominados factores ESG generan muchas expectativas de negocio y actividad, que a su vez hay que saber conjugar con la aplicación de los fondos Next Generation y otros fondos europeos”.
En este sentido, según Pich, “en este trabajo se ha querido remarcar, de una forma clara y accesible, el estado de la cuestión a nivel internacional y también español en relación a las finanzas sostenibles, donde en mi opinión se debe intentar conjugar su adecuada implementación junto con unos incentivos y apoyos claros que pongan en valor esta nueva economía al tiempo que premien a quien haga un buen trabajo”.
“En esta ecuación de implementación y adecuados incentivos para empresas, entidades e instituciones, siempre encontrarán a los economistas, ya que tenemos la obligación y la grata responsabilidad de transmitir esta cultura, pero centrándonos muy bien en los matices de lo que realmente son, o no son, finanzas sostenibles para no confundir a la ciudadanía”, ha concluido Pich.
La presentación del estudio ha corrido a cargo de dos de sus autores, Salvador Marín y Belén Díaz, quienes han llamado la atención sobre algunos datos especialmente relevantes, obtenidos de diferentes fuentes, que pueden extraerse de este trabajo y que se resumen a continuación. De acuerdo con el último informe publicado por Global Sustainable Investment Alliance, la inversión sostenible a nivel global alcanzó los 35,3 trillones de dólares en 2021, lo que supone un incremento de un 15% desde 2018, y que representan el 35,9% de los activos gestionados en todo el mundo.
El estudio realizado por el Servicio de Estudios del CGE dedica un capítulo específico a los bonos verdes, que consisten en un tipo de deuda emitida por instituciones públicas o privadas que permiten la obtención de capital y la inversión en proyectos con impacto positivo sobre el medio ambiente, como pueden ser las energías renovables, la compra de coches eléctricos, la eficiencia energética o la gestión de residuos. Según el Consejo General de Economistas, el mayor volumen de financiación sostenible se obtiene vía bonos verdes, con casi medio billón de dólares emitidos en la primera mitad de 2023. El 83% del capital captado con bonos verdes se destinan a energía, edificación y transporte, siendo los mayores emisores Estados Unidos, Alemania y China. España se encuentra en 6º lugar en volumen de emisión a nivel mundial.
Según el estudio del CGE, se necesitan entre 5 y 7 billones de dólares al año para implementar los ODS. En particular, en los países en desarrollo existe una brecha de financiación anual de aproximadamente 2,6 billones de dólares para invertir en salud, educación, carreteras, electricidad, agua y saneamiento. Esta necesidad de financiación supone un gran acicate para la Finanzas Sostenibles.
Según los expertos del CGE, las diferentes iniciativas a nivel internacional y los desarrollos regulatorios de los últimos años en la UE en relación con la sostenibilidad han impulsado las finanzas sostenibles, que se han convertido en esenciales para cumplir los ODS y el Acuerdo de París.
Pese a todo lo expuesto con anterioridad, llama la atención que, según una encuesta realizada por la UPF-Barcelona School of Management (UPF-BSM), solo un 8,5% de los españoles adquiriera algún producto financiero sostenible en 2020. Según los expertos del CGE, esto se debe a que en España no existe todavía una cultura potente sobre inversiones en este tipo de productos sostenibles, a lo que se une una mayor preferencia del inversor por la rentabilidad antes que por los conceptos ESG y un desconocimiento generalizado sobre su contenido e implicaciones, si bien también se ha detectado que, tras la oleada legislativa europea y su traslado a nivel nacional, esta situación podría haber comenzado a revertirse en los últimos años.
Por último, antes de dar paso al coloquio, Salvador Marín y Belen Díaz han señalado que “el futuro o será sostenible o no lo será, por lo que este tipo de herramientas e instrumentos, aquí enumeradas, definidas y explicadas entendemos que son un primer punto de partida de este largo camino que aún queda por desarrollar”.
A continuación, se ha desarrollado un coloquio, que ha sido moderado por la secretaria general técnica del CGE, Sara Argüello, en el que han participado Belén Díaz y Salvador Marín, quienes indistintamente han respondido a las siguientes siete cuestiones:
¿Qué relación tienen las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales, el Pacto Mundial de Naciones Unidas, los ODS y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático con el avance y desarrollo de las finanzas sostenibles?
Para Belén Díaz, “todas estas iniciativas supranacionales impulsan las finanzas sostenibles y el tener en cuenta factores sociales y medioambientales en las decisiones de inversión y de financiación a largo plazo. En el año 2000 las Líneas Directrices de la OCDE o el Pacto Mundial de Naciones Unidos fijaron una serie de principios de adopción voluntaria por parte de las empresas y que abarcaban aspectos medioambientales, de derechos humanos y de lucha contra la corrupción entre otros. En 2015 con la aprobación de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible por parte de todos los países miembros de Naciones Unidas y el acuerdo de París se establecen metas concretas, como limitar el calentamiento global a 1,5ºC o cero emisiones netas de Gases de Efecto Invernadero en 2050. Se necesitan entre 5 y 7 billones de dólares al año para implementar los ODS. En particular, en los países en desarrollo, existe una brecha de financiamiento anual de aproximadamente 2,6 billones de dólares para invertir en salud, educación, carreteras, electricidad, agua y saneamiento. Esta necesidad de financiación supone un gran acicate para la Finanzas Sostenibles”.
¿En qué medida la taxonomía verde y la taxonomía social son dos ámbitos a tener en cuenta en las denominadas finanzas sostenibles?
Según Belén Díaz, “tanto la taxonomía verde como la taxonomía social ayudan a determinar qué actividades son sostenibles y facilitan al inversor la selección de productos sostenibles. La taxonomía verde desarrollada en 2020 considera como sostenible aquella actividad que contribuya significativamente a la mitigación del cambio climático o a la adaptación al mismo, y que no cause un daño significativo en los otros cuatro objetivos medioambientales (i) Transición a una economía circular (ii) Uso sostenible de los recursos hídricos y marinos (iii) Protección y recuperación de la biodiversidad y los ecosistemas (iv) Prevención y control de la contaminación. También debe cumplir unas salvaguardas mínimas relativas al cumplimiento de normas internacionales en materia de derechos humanos. La taxonomía social desarrollada en 2022 incluye tres objetivos: trabajo decente, promover adecuados estándares de vida y bienestar (alimentación, salud, vivienda, educación…) y sociedades y comunidades inclusivas (transporte, telecomunicaciones, servicios financieros…)”.
¿Cuáles son las principales iniciativas internacionales en finanzas sostenibles?, ¿y a nivel de la UE?
Según Belén Díaz, “a nivel internacional, podemos mencionar UNEP FI, que supone el origen de la aplicación de factores ESG al sector financiero en 1992. Nace con el objetivo de promover las relaciones entre el medio ambiente, la sostenibilidad y la actividad financiera y favorecer la adopción de mejores prácticas medioambientales y sociales por parte de las instituciones financieras. Hoy cuenta con 400 miembros (bancos, aseguradoras e inversores) y 100 instituciones patrocinadoras que suponen 1/3 de la banca global (que gestionan más 47 trillones de dólares), 25% de las aseguradoras y ½ de los inversores institucionales. Los Principios de Ecuador nacidos en 2003 aseguran que los proyectos financiados son realizados de una manera socialmente responsable y respetuosa con el medio ambiente. Los Principios para la Inversión Socialmente Responsable de 2006 integran criterios ESG en la toma de decisiones o gestión de activos. Los Principios para una Banca Responsable de 2019 para alinear la estrategia comercial con los objetivos de la sociedad han sido suscritos por 155 bancos de 50 países. La iniciativa Net Zero Banking Alliance de 2021 busca cumplir objetivos del acuerdo de París y alinear carteras de préstamos e inversiones con cero emisiones netas para 2050. En Europa, la SFDR que categoriza los fondos de inversión según su grado de sostenibilidad, la Taxonomía Verde o la Directiva de reporting de sostenibilidad (CSRD) facilitarán el crecimiento de las finanzas sostenibles”.
¿Cómo podemos valorar si una empresa debe formar parte de la inversión sostenible?
Belén Díaz considera que “para incluir una empresa en alguna de las estrategias de inversión sostenible podemos considerar, por ejemplo, si cumple los principios de la taxonomía verde de la UE, para, en caso contrario, considerar su exclusión. Los rankings de empresas de acuerdo con su performance sostenible han adquirido una gran importancia. Sin embargo, no existe aún una única metodología estándar. Varias entidades, como MSCI ESG Rating, Vigeo Eiris o Sustainalytics, entre otras, suelen realizar valoraciones que son reconocidas o seguidas. También, la propia inclusión de una empresa en índices bursátiles sostenibles (como MSCI ESG, DJSI o FTSE4 Good) la puede categorizar como sostenible de cara a su inclusión en las carteras de inversión”.
¿Qué influencia tienen los criterios ESG en el asesoramiento financiero?
Según Salvador Marín, “desde agosto de 2022, las entidades que presten asesoramiento o gestión de carteras deberán considerar las “preferencias de sostenibilidad” de los inversores. El cliente debe aclarar si quiere que algunos de los siguientes tipos de productos formen parte de su cartera de inversiones y en qué medida un producto en el que una proporción mínima se invierta en actividades sostenibles conforme a la Taxonomía; un producto en el que una proporción mínima se invierta en actividades sostenibles conforme al Reglamento de divulgación (SFDR); y un producto que tiene en cuenta principales incidencias adversas conforme a los elementos cualitativos y cuantitativos seleccionados por el cliente.
¿De qué estamos hablando concretamente cuando nos referimos a “financiación sostenible” ¿, ¿existe ya una clara oferta de este tipo de financiación?, ¿cuáles serían los requisitos y oportunidades de las empresas que deseen acudir a ellos?
Para Salvador Marín, “la financiación sostenible tiene como destino proyectos verdes o sociales. Existe una variedad de productos como son: Préstamos con finalidad sostenible, en los que el uso de los fondos está destinado a proyectos verdes (por ejemplo, de eficiencia energética, instalación de paneles solares, coche ecológico) o sociales. Préstamos ligados a la sostenibilidad (Sustainability o ESG linked loans), aunque se trata de préstamos o créditos de carácter generalista (sin destino específico), se fijan indicadores de sostenibilidad que se revisan anualmente y provocan un ajuste en el precio. Las hipotecas verdes incentivan con mejores condiciones financieras la compra de casas más sostenibles. Sin embargo, el mayor volumen de financiación sostenible se obtiene vía bonos verdes, con casi medio billón de dólares emitidos en la primera mitad de 2023. Por su parte, los bonos sociales financian infraestructuras básicas (por ejemplo, agua potable, alcantarillado, saneamiento, transporte, energía o el acceso a servicios esenciales (salud, educación…). Todos estos productos suponen una clara oportunidad para conseguir canalizar los fondos necesarios hacia el cumplimiento de los ODS”.
¿Existe algún vínculo entre los fondos Next Generation EU y las finanzas sostenibles?
“Así es –ha afirmado Salvador Marín, quien a continuación ha añadido que–, “como conocemos para el caso de España, hablar del programa Next Generation UE significa que se dispongan de hasta 140.000 millones de euros que, unidos a los procedentes de otras líneas de financiación previstas en el Marco Financiero Plurianual, suponen una importante herramienta con vocación de, en primer lugar, ayudar a combatir los efectos económicos más perniciosos sufridos como consecuencia de la crisis sanitaria de la COVID-19, así como para emprender inversiones, medidas y reformas con una clara capacidad de influir en la consecución de lo que se conocen como los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esta coordinación y relación entre fondos disponibles y objetivos a conseguir, en el caso de España, se orquesta bajo el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, una agenda inspirada en cuatro ejes estrechamente ligados con los ODS: la transición ecológica, la transformación digital, la cohesión social y territorial y la igualdad de género. Estos ejes dan sentido a un conjunto de diez políticas que comprenden 30 programas de distinta índole, donde cada uno va logado a los ODS y muchos de ellos dentro del scope de las finanzas sostenibles. De hecho, las empresas y entidades que reciben esos fondos deberán además contribuir y justificar su aportación al desarrollo de la economía sostenible”.