El calendario sigue avanzando hacia el final de 2020 y toca preparar las carteras para un 2021 que estará marcado por la expectativa de que las vacunas contra el COVID-19 eviten que la crisis y la pandemia mundial se agudicen. Las consecuencias del coronavirus son múltiples y desde Neuberger Berman identifican diez temáticas que determinarán las decisiones de inversión del próximo año.
“El año pasado hablamos de la dinámica de ciclo tardío existente desde hacía algunos años. Observamos el potencial de recesión en el horizonte, pero no vislumbramos ninguna razón de peso para que emergiera en 2020. Pero la razón hizo su aparición a principios del primer trimestre. La pandemia del coronavirus provocó que la recesión mundial se adelantara quizás uno o dos años, y que se produjera una respuesta de política monetaria y fiscal que habría sido impensable hace tan solo doce meses. En estos momentos, cabe esperar que 2021 muestre una dinámica de ciclo temprano, en la medida en que nos recuperamos de las pronunciadas caídas registradas este año, es decir, un crecimiento del PIB por encima de la línea de tendencia, un aumento de los beneficios empresariales, un incremento de los precios, un descenso del desempleo y unos tipos de interés mínimos”, explica Erik Knutzen, CFA, director de inversiones y multi activos de Neuberger Berman.
En este sentido, la firma espera el regreso a una dinámica de ciclo temprano, pero sin reflación significativa. “Tras numerosos años de dinámica de ciclo tardío, la pandemia del coronavirus ha desencadenado una profunda recesión económica que ha marcado unos niveles muy bajos como punto de partida para la recuperación. En la actualidad, nos enfrentamos a una dinámica de ciclo temprano, no observada en una década, con un crecimiento del PIB y de los beneficios empresariales por encima de la línea de tendencia, un descenso del desempleo y unos tipos de interés mínimos. Por otro lado, prevemos que los factores que impulsen una inflación sustancial antes de 2022 serán limitados y, sin un estímulo fiscal sustancial y continuado, no se producirá un cambio evidente en las causas subyacentes del estancamiento secular”, insisten desde la gestora.
A nivel macroeconómico, identifica otras tres tendencias relevantes: la persistencia del populismo, la transformación digital y, por último, cambios en las cadenas de suministros. Sobre los populismos advierte que el final de la presidencia de Donald Trump no marca el final del populismo político o de sus causas, ni en Estados Unidos ni en el resto del mundo.
“Probablemente, esta situación entrañe una volatilidad política y geopolítica persistente pero, sobre todo, aumenta la posibilidad de que se produzca un estímulo fiscal adicional, en la medida en que los gobiernos adopten políticas de endeudamiento y gasto destinadas a abordar las causas del descontento populista. La eficiencia y la eficacia de estas políticas tendrán sin duda una relevancia decisiva a la hora de evaluar la probabilidad de evitar un estancamiento secular”, explican.
Por último, señala que la crisis del coronavirus ha tenido un serio impacto en la transformación digital, que se ha acelerado, y las cadenas de suministros. Sobre esto último apunta: “Durante más de una década, la incertidumbre geopolítica, el populismo económico y la simple convergencia de salarios y costes han acortado las cadenas de suministro mundiales. La pandemia del coronavirus ha impulsado aún más esta tendencia. Aunque el actual proceso de transformación de las cadenas de suministro puede reducir la exposición de las empresas e industrias al riesgo de interrupción, tiene un cierto coste para los inversores y consumidores”.
Tendencias en los activos
Dejando a un lado las cuestiones macroeconómicas, desde Neuberger Berman también analizan las principales tendencias que marcarán el comportamiento de los principales activos. En el caso de la renta fija señala que los bajos rendimientos y el aplanamiento de las curvas exigen “oportunismos de los mercados de crédito”.
Es decir, como en toda recesión, la provocada por el coronavirus en 2020 causó una ampliación de los diferenciales de crédito. No obstante, la rápida y sustancial intervención de los bancos centrales permitió que este fenómeno fuera excepcionalmente efímero, situando a los inversores en un entorno muy complejo de características de ciclo temprano y tardío, y de riesgos de incumplimiento y valoración. “A nuestro juicio, esta situación requiere un enfoque flexible e ir a cualquier lugar en materia de crédito, sustentado en la capacidad de realizar estimaciones de valor relativo en todos los sectores de renta fija, una vasta experiencia y una toma de decisiones ágil”, apuntan.
Respecto a la renta variable la gestora espera que, en última instancia, los valores de crecimiento secular prevalezcan sobre el repunte de los cíclico. Con estas palabras lo explica la gestora: “La dinámica de ciclo temprano probablemente favorezca a los valores cíclicos en un primer momento, a medida que se acelere el crecimiento económico, pero en última instancia, creemos que el inminente telón de fondo de estancamiento secular —caracterizado por bajos tipos, bajo crecimiento y perspectivas de bajo rendimiento— respaldará los valores de crecimiento y los activos de larga duración. Sin embargo, si 2020 nos ha enseñado algo, es humildad, y sigue siendo importante diversificar entre los diferentes factores de estilo.
Por último, cabe destacar que la dinámica macroeconómica se reflejará también en el comportamiento de las divisas. La gestora espera que los bancos centrales se mantengan firmes en su decisión de dejar los tipos de interés bajo a largo plazo. Y explica que, una vez contenida la volatilidad de los tipos de interés, es más probable que los diferenciales de crecimiento e inflación a nivel mundial se reflejen en los mercados de divisas. “Una mayor volatilidad de las divisas y el final de la persistente fortaleza del dólar estadounidense reforzarían los fundamentos de una cobertura dinámica de las divisas”, puntualiza.
¿Cómo abordar la inversión?
Todo este contexto también generará tendencias a la hora de invertir el próximo año. En primer lugar, la gestora indica que el enfoque temático podría contribuir a descubrir el crecimiento a largo. Según explica que en un entorno de bajo crecimiento, un enfoque temático permite identificar auténticas oportunidades de crecimiento a largo plazo.
“La crisis del coronavirus ha acelerado una serie de aspectos fundamentales, especialmente la transformación digital de la economía, poniendo de manifiesto al mismo tiempo cómo dichos aspectos no solo afectan a regiones y sectores. En nuestra opinión, la inversión temática consiste en encontrar empresas de calidad expuestas a temáticas de crecimiento secular: debe basarse en un análisis exhaustivo, sobre todo cuando los valores de crecimiento de gran capitalización se negocian con valoraciones tan ajustadas”, apunta.
También considera que la crisis del coronavirus ha acelerado la tendencia del capital privado a favorecer a las empresas con sólidas perspectivas de crecimiento y planes viables para añadir valor, lo que se traduce en privilegiar sectores como el software, la tecnología y la atención sanitaria. A nivel regional, este fenómeno se traduce en una inclinación hacia los mercados en crecimiento, como China. En su opinión, “la valoración es el mayor riesgo, y es probable que haya que intentar reducirlo mediante la aplicación de importantes mejoras estratégicas y operativas encaminadas a acelerar el crecimiento de las posibles ganancias”
En último lugar, señala como temática clave para el próximo año las estrategias oportunistas e idiosincrásicas, líquidas e ilíquidas, que podrían ayudar a aportar estabilidad a las carteras durante eventuales periodos de mayor volatilidad. “El próximo año, asistiremos previsiblemente a episodios inusuales de dinámicas de ciclos tempranos y tardíos, así como a interrogantes sobre la pandemia en curso y las políticas. La volatilidad o la incertidumbre resultantes probablemente crearán oportunidades para las estrategias líquidas, como estrategias de negociación de posiciones largas y cortas, en dificultades y a corto plazo de renta variable, pero también para estrategias menos líquidas, como el mercado secundario de capital privado, el crédito oportunista y la renta variable estructurada”, concluye la gestora.