China vuelve a estar en el foco de los inversores. En los últimos días se ha conocido una batería de datos que genera cautela a los expertos. El último de ellos ha sido el PIB, que se desaceleró en el segundo trimestre hasta el 0,8%, desde el 2,2% del trimestre anterior. La tasa interanual pasó del 4,5% al 6,3%, pero quedó por debajo de las estimaciones del consenso de analistas.
Estas cifras son un signo más de la necesidad de nuevos planes de estímulos en China, tras la tibieza de las últimas bajadas de tipos, al tiempo que suponen malas noticias para las expectativas de crecimiento global en 2023. Sophie Altermatt, economista de Julius Baer, califica de “mixtos” los datos que se han ido conociendo en el gigante asiático, de tal manera, que el PIB refleja que la economía china “ha perdido fuelle” en el segundo trimestre, con un crecimiento de las ventas minoristas en picado, una profundización de la desaceleración de la actividad en el sector inmobiliario, frente a un despegue de la producción industrial y de la inversión en fixed-asset.
Precisamente, la experta ve el deterioro cada vez mayor del sector inmobiliario como uno de los grandes lastres para la economía: el descenso de la demanda de viviendas también se reflejó en la ralentización del aumento mensual de los precios, que en el mercado primario descendieron un 0,1% intermensual tras cuatro meses de subidas. De momento, Altermatt mantiene sus previsiones de crecimiento económico del 5,2% en 2023 y del 4,5% en 2024 para China.
Los datos económicos chinos de junio también refrendan la sensación a lo largo del trimestre de que la reapertura económica del gigante asiático tras los confinamientos por la pandemia de COVID-19 ha sido más tibia de lo esperado en un principio. En abrd sentencian que el repunte económico de China “ha sido más fugaz de lo esperado” y que ahora, la actividad en el gigante asiático “se desarrolla ahora a tasas relativamente moderadas”.
Todo esto tendrá consecuencias en las previsiones de los expertos para la segunda mitad del año. Sobre todo, teniendo en cuenta que las tensiones comerciales con EE.UU. seguirán en el foco de los inversores.
Así lo cree Raphaël Gallardo, economista de Carmignac, que considera que las preocupaciones geopolíticas priman sobre las consideraciones económicas. Con todo, espera que se acelere la postura acomodaticia del Banco Popular de China y que, como efecto más inmediato, “el yuan chino debería seguir una tendencia a la baja”.
Patrice Gautry, economista jefe de UBP, señala que para que China ofrezca rendimientos en renta variable superiores al del resto de mercados “probablemente se necesite un deshielo de las tensiones entre EE.UU. y China”. Hasta entonces, el experto pone el foco en el mercado inmobiliario, y cita la posibilidad de que el Gobierno estudie nuevas medidas de apoyo al sector inmobiliario, que podrían incluir el aumento de la relación préstamo-valor en algunas ciudades y la relajación de las restricciones de compra.
Gautry también cita como riesgo la posibilidad de que China entre en deflación, ya que implicaría menores beneficios para las empresas, una creación de empleo más lenta y un debilitamiento de la confianza. “Esto refuerza los argumentos a favor de un estímulo adicional y específico por parte del Banco Popular de China más adelante”, según Gautry.
También lo cree así Christoph Siepmann, economista senior en Generali Investments, que asegura que «la inversión inmobiliaria necesitará más ayuda gubernamental», mientras que la política fiscal «se prepara para apoyar al sector» y espera que «se adopte un paquete de medidas específicas, dada la elevada proporción del crédito al sector no financiero en relación con el PIB y el aún inoportuno apalancamiento del sector inmobiliario».
Posiciones optimistas
En HSBC, sin embargo, siguen siendo positivos. Sobreponderan, por ejemplo, la renta variable china, al tiempo que llaman a no subestimar las ventajas de diversificación en las carteras que supone este activo. En la firma justifican esta opinión porque asumen más estímulos, pero matizan que son selectivos en su estrategia de inversión en el país.
También son optimistas en Invesco, donde creen que “según nuestro ratio precio/beneficio ajustado al ciclo, la renta variable china está prácticamente más barata que nunca, lo que contrasta en gran medida con el mercado estadounidense”.
Andrew McCaffery, Global CIO, Asset Management de Fidelity, reconoce que los datos procedentes de China no son del todo buenos, pero “eso no significa que el rebote chino se haya agotado” y apunta como señales positivas a la política monetaria, que está relajándose otra vez, y la política presupuestaria, “además de un entorno normativo más favorable”. Por lo tanto, sentencia que “estamos ante un punto de entrada atractivo, sobre todo porque han aparecido señales de estabilización en las relaciones entre EE.UU. y el gigante asiático”.