El último informe trimestral de MainStreet Partners, empresa de asesoramiento y análisis de carteras en materia de ASG, desvela que el déficit de financiación actual para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas asciende a 2,5 billones de dólares, pero, también, que en este contexto, los bonos GSS (bonos verdes, sociales y de sostenibilidad) están sirviendo como un canal clave para desplegar capital para proyectos ambientales y sociales a nivel mundial. El estudio, en general, se centra en la relación existente entre los bonos GSS y los objetivos de desarrollo sostenible, y ofrece nuevas perspectivas sobre cómo estos instrumentos están dirigiendo el capital hacia los mercados emergentes.
El informe desarrolla dos tendencias principales. En primer lugar, establece que independientemente de la región en la que se emita un bono GSS, cada vez se destinan más ingresos a los mercados emergentes, lo que sugiere que los valores de renta fija sostenibles son un instrumento eficaz para reducir la brecha en la financiación climática.
Por otro lado, aunque los bonos vinculados a la sostenibilidad (SLB) podrían desempeñar un papel clave en este aspecto, dado su formato más accesible para los emisores de los mercados emergentes, los inversores se enfrentan a su complejidad. Los bonos SLB aportan poca o ninguna claridad sobre el uso de los ingresos y se ven afectados por una menor estandarización. Fenómenos como la «reformulación» de los objetivos de rendimiento sostenible de los bonos SLB son acontecimientos financieramente importantes para los inversores que deben ser monitorizados correctamente.
Otra conclusión del informe apunta a que más del 60% de los bonos GSS emitidos en 2022 tenían como objetivo uno o más ODS, una cifra récord que casi triplica los datos de 2018, donde solo el 23% de los emisores comunicaron estos datos. Entre todos los bonos GSS emitidos en 2022, el objetivo más señalado por los emisores es el de «Ciudades y comunidades sostenibles» (ODS 11), con una recaudación aproximada de 67.000 millones de dólares de capital.
También queda patente que los bonos vinculados a la sostenibilidad (SLB) son una herramienta cada vez más importante para conectar el capital sostenible y los inversores de todos los sectores: en 2022, los emisores de empresas no financieras representaron el 74% de todos los SLB emitidos en el año, frente al 24 % entre los bonos GSS (tradicionales) de «uso del capital» de nueva emisión. Los SLB también aportan una mayor diversidad de emisores, ya que los nuevos bonos emitidos en el rango de calificación crediticia (es decir, rátings de BBB+ a B-) representaron el 66% de los nuevos SLB en 2022, frente a sólo el 21% de los emisores en los nuevos bonos GSS (tradicionales) de «uso de capital».
Pietro Sette, director de MainStreet Partners, afirma que es necesario «que fluya más capital de las economías desarrolladas a las economías en desarrollo», en tanto que es un objetivo clave del Acuerdo de París, «y el sector financiero debe adoptarlo». Sette recuerda que el estudio de MainStreet Partners muestra que los bonos GSS están canalizando «con éxito» el capital hacia estas regiones, en particular para crear «ciudades y comunidades sostenibles». Asimismo, «mientras que el número de emisores de bonos GSS aumenta a gran ritmo, los datos ASG y de sostenibilidad que publican aumentan aún más rápido», desvela Sette, que concluye que el uso de los ingresos, la alineación con los ODS, los resultados del impacto medioambiental y social y la alineación con la taxonomía europea son algunos de los datos que los inversores pueden incorporar y utilizar como prueba del nivel de sostenibilidad de sus inversiones ante los reguladores y el público”.
Desde 2010, MainStreet Partners ha desarrollado una base de datos de bonos GSS que ofrece un conjunto de herramientas para que los inversores puedan medir y manejar los riesgos ESG. Los productos aplicables a bonos GSS son diversos, entre ellos destacan: los ratings de bonos GSS (los bonos son analizados en base a su marco propietario que se focaliza en factores específicos del emisor y del bono), los resultados y ratings de impacto (los datos de impacto divulgados por los propios emisores son agregados y estandarizados, en base a variables ambientales y sociales) alineación a la taxonomía europea (los proyectos financiados por bonos GSS son analizados respecto a los criterios técnicos de la taxonomía. De la misma manera que los datos de impacto, los datos son agregados a nivel de cartera y proporcionan una indicación cuantitativa de la sostenibilidad de la misma), y asignación de capital (el uso del capital del bono, extraído de los informes oficiales publicados por el emisor, tanto sobre la asignación por tipo de categoría como por la ubicación geográfica en la que se invierten los recursos).