La deuda externa y en moneda local de algunos países de América Latina sigue ofreciendo oportunidades atractivas. Así lo asegura Carlos de Sousa, gestor de carteras de Vontobel. Sin embargo, el experto matiza que si se analizan estos países de forma individual, existen diferencias importantes. Mientras que algunos tienen buenos fundamentales, otros presentan altos niveles de endeudamiento. Algunos ofrecen bonos atractivos en divisas fuertes, mientras que para otros, los valores en moneda local parecen atractivos. Para los inversores, esto se traduce en un amplio espectro de interesantes oportunidades de inversión.
En Brasil, le siguen gustando los bonos brasileños en moneda local, y hay múltiples razones para ello, a pesar del ruido político que está provocando el presidente Luiz Inazio Lula da Silva y la volatilidad que ello conlleva. En primer lugar, el banco central brasileño fue el primero en actuar en el ciclo mundial de subidas de los tipos de interés; los elevó de forma muy agresiva desde el principio y la desinflación comenzó en el país mucho antes que en el resto del mundo. En cierto modo, su ciclo económico es una buena guía de lo que probablemente ocurrirá en el resto del mundo de seis a doce meses más tarde. Esa es la razón por la que esperamos que el Banco de Brasil sea una de las primeras autoridades monetarias en todo el mundo en comenzar con el recorte de los tipos a finales de este año. Esto hace posible que los titulares de bonos obtengan plusvalías una vez que los tipos de interés comiencen a bajar.
En segundo lugar, el carry de dos dígitos que ofrecen los bonos nacionales de Brasil no resulta fácil de superar. En tercer lugar, las valoraciones de las divisas siguen siendo atractivas, ya que las cuentas externas del país están en mejor forma que hace algunos años. El factor político sigue siendo la única salvedad, por lo que no se trata de un país apropiado para estrategias de comprar y mantener, sino que es necesario permanecer activo para beneficiarse de la volatilidad añadida. El debate sobre un posible aumento de la tasa de inflación supone un riesgo para el mercado, pero ya se ha descontado.
En cuanto a la deuda soberana externa, no nos agrada Brasil desde el punto de vista de las valoraciones. Además, creemos que algunas corporaciones podrían tener dificultades para refinanciar sus obligaciones de deuda externa.
En cuanto a la deuda externa, nuestro país favorito sigue siendo Bahamas: un país caribeño rico y dependiente del turismo que se vio muy afectado por la pandemia. Bahamas es un país que no recibe la atención que merece porque no está en el índice diversificado JP Morgan EMBIG Diversified Index: su PIB per cápita es demasiado alto para ser clasificado como un mercado emergente. Sin embargo, sus bonos siguen ofreciendo rendimientos de dos dígitos en dólares estadounidenses y su gobierno ha estado aplicando con éxito un ajuste fiscal para reducir gradualmente la excesiva deuda pública contraída durante la pandemia.
Asimismo, se decanta por Colombia y Argentina en el lado de la deuda externa. En del primer caso, las valoraciones de los bonos parecen bastante atractivas tras dos rebajas consecutivas de la calificación crediticia en 2021 y tras la elección del presidente populista de izquierdas Gustavo Petro en 2021. A nuestro juicio, cada vez es más evidente que el mandatario está muy limitado por el Congreso y por los distintos tribunales independientes del país. Petro cuenta con una amplia coalición en el Congreso que, en teoría, debería permitirle aprobar sus reformas poco favorables al mercado. Sin embargo, como demuestra el fracaso de su propuesta de reforma sanitaria, su coalición es bastante transaccional y no está dispuesta a apoyar propuestas radicales. Del mismo modo, la propuesta original de reforma de las pensiones ha sido modificada para evitar que tenga un impacto negativo en el mercado nacional de deuda. El presidente tampoco pudo influir en las tarifas de los servicios públicos, ya que los tribunales consideraron ilegal este intento. En definitiva, las instituciones colombianas son un contrapeso para impedir la aplicación de cualquier política descabellada. En este contexto, creemos que las valoraciones de la deuda corporativa y soberana son atractivas.
En el caso de Argentina, nuestra tesis de inversión se basa en un cambio político muy previsible que se materializará en las elecciones generales de octubre de este año. Con una inflación que sigue siendo del 95% y que probablemente se mantenga en unos niveles inaceptablemente altos durante 2023, creemos que el partido gobernante Frente de Todos, de izquierdas, tiene muy pocas probabilidades de ser elegido nuevamente y eso es una buena señal. Es probable que la coalición de la oposición, Juntos por el Cambio, gane la presidencia, y aunque se enfrentarán a enormes desafíos económicos en los próximos años, es probable que las políticas económicas mejoren. No conservamos los bonos argentinos con la expectativa de cobrar íntegramente, ni por el carry, que es relativamente bajo. Pero aun así puede acabar siendo la mejor jugada soberana de 2023 en términos de rentabilidad total, ya que los precios actuales de los bonos rondan entre 25 y 30 centavos de dólar, probablemente por debajo de su valor de recuperación incluso si acaban siendo reestructurados en 2025 o 2026.
Más allá de las elecciones, el gobierno de Juntos por el Cambio seguiría enfrentándose a una difícil situación externa e interna, sobre todo en 2025, cuando se prevé que los reembolsos de la deuda externa aumenten de forma significativa. Hay un factor que les ayudará en el frente exterior: la finalización del gasoducto Néstor Kirchner, que permitirá un aumento significativo de la producción de gas en Vaca Muerta y reducirá las importaciones de gas de Argentina, liberando así divisas para el servicio de la deuda externa. Puede que esto no sea suficiente para evitar otra reestructuración de la deuda en 2025. Sin embargo, ya existe una posibilidad prácticamente cierta de reestructuración en el precio, y es muy probable que el valor de recuperación sea mucho mayor que los precios actuales, sobre todo bajo una administración favorable al mercado que seguramente estará en marcha para entonces.
Los ejemplos seleccionados, según De Sousa, muestran lo amplio y heterogéneo que es el espectro de inversión en bonos latinoamericanos en moneda fuerte y local. Para los inversores activos, la región ofrece numerosas oportunidades de gran interés.