La clave del día está en Europa y en lo que finalmente anuncie el Banco Central Europeo (BCE). Por ahora, ya han trascendido dos mensajes de su presidenta, Christine Lagarde: la entidad monetaria usará todas las herramientas necesarias y podríamos acabar en un situación similar a la de 2008, de no tomarse medidas. La gran pregunta es si hoy insistirá en el papel que pueden jugar las políticas fiscales y cuánto presionará a los Estados para que las desplieguen.
Hoy se espera que Lagarde ejecute alguna de las herramientas que aún tiene sobre la mesa: recortar la tasa de depósitos en diez puntos básicos, aumentar el programa QE o ampliar el programa TLTRO para dar mayor liquidez al mercado. Unas medidas que se sumarían a las ya tomadas por el Eurogrupo, que ha decidido aprobar un paquete de ayudas de 25.000 millones de euros para frenar el coronavirus.
En lo que todas las gestoras coinciden es que el mercado está a la espera de que los bancos centrales lideren las medidas para frenar shock que ha supuesto la pandemia del coronavirus, y que se ha agudizado con las tensiones en torno al petróleo. “Los bancos centrales demuestran estar preparados para aliviar los episodios de tensión financiera: la Reserva Federal ha reducido sus tipos de interés en un 0,5% (al 1,25%) y puede que lo haga de nuevo en su reunión del 18 de marzo. El Banco de Inglaterra bajará sus tipos el 26 de marzo. El BCE está listo para actuar e inyectar liquidez en los mercados si es necesario. Si la situación empeora, el BCE puede comprar más bonos corporativos, reducir su tasa de depósito de -0,5% a -0,6% y hacer su sistema de tiering más generoso. El Banco de Japón proporcionará liquidez y podría acelerar sus compras de ETFs”, explica Hans Bevers, economista jefe en Bank Degroof Petercam.
Frente a lo que pueden hacer los bancos centrales, Bevers recuerda que nos estamos olvidando del papel que puede jugar la política fiscal. “Ésta, en forma de en forma de estabilizadores automáticos, garantías de crédito, desempleo temporal, retraso en el pago de los impuestos o créditos fiscales, debería ser más eficaz. Esto puede que lleve un poco de tiempo y los esfuerzos de coordinación resultarán difíciles, pero, al final, marcarán una diferencia significativa”, destaca.
El uso de las herramientas monetarias no están desgastada solo en la Unión Europea. Luke Bartholomew, Investment Strategist de Aberdeen Standard Investments, señala que la medida de ayer del Banco de Inglaterra de rebajar 50 puntos básicos los tipos no fue “especialmente” sorprendente. “Si bien estas medidas no pueden perjudicar, no es probable que por sí solas tengan un efecto enorme y la política monetaria está claramente llegando al límite de lo que puede lograr. Sin embargo, su impacto puede multiplicarse si se combinan con una importante relajación fiscal. Una política coordinada asegura a los inversores que los responsables políticos harán lo que sea necesario para tratar de mitigar cualquier daño económico”, advierte.
Tomando como ejemplo el movimiento de ayer del Banco de Inglaterra, Mark Holman, consejero delegado de TwentyFour AM (boutique de Vontobel AM), señala que el Banco de Inglaterra ha tomado la delantera en las políticas monetarias, “ahora veamos si el Tesoro del Reino Unido puede impresionar en el aspecto fiscal. En nuestra opinión, ya es hora de que el país muestre al resto del mundo sus colores más fuertes una vez más después de la debacle del Brexit”.
Incluso, Holman va un paso más allá: “Un problema global no puede ser resuelto por una sola de las naciones del G7. Lo que se requiere es una acción coordinada de todo el mundo. En cuanto al Banco Central Europeo (BCE), sabemos que de alguna manera no tendrá el mismo impacto, aunque Christine Lagarde, su presidenta, está haciendo todo lo posible para persuadir a los estados de la Eurozona para abrir las arcas fiscales, que es lo realmente necesario”.
Esta visión de acciones coordinadas y poner el foco en las medidas fiscales se consideran fundamentales porque, tal y como señala François Rimeu, estratega senior de La Français AM, cualquier medida que tome hoy el BCE -por poner el ejemplo más próximo en el tiempo- hay que medir qué impacto puede tener. “En general, creemos que la reacción del mercado podría ser positiva para el crédito y los diferenciales periféricos, pero esto podría ser a muy corto plazo. Dado el nivel actual de incertidumbre y la evolución de la crisis del coronavirus en diferentes países (Francia, España, Alemania, Estados Unidos…), el impacto del BCE podría ser de corta duración”, advierte.
En opinión de Jared Franz, economista de Capital Group, los bancos centrales se enfrentan a un gran dilema. “La política monetaria puede influenciar la demanda, pero no afecta demasiado a la cuestión de los suministros. Además, con los tipos de interés ya bajos en Estados Unidos y negativos en Europa, hay muy poco margen de maniobra para hacer esas políticas. Los bancos centrales pueden acelerar los programas de expansión monetaria cuantitativa, pero normalmente, esta opción tiene un impacto más limitado que la bajada de los tipos de interés. Esto se traduce en que los gobiernos también tendrán en cuenta la expansión fiscal para contrarrestar los efectos del virus”, argumenta.
Justamente por ello Ben Whitmore y Dermot Murphy, del equipo de Renta Variable de Jupiter AM, consideran que uno de los puntos clave para el mercado será cómo tratarán los gobiernos de mitigar el impacto de una crisis. “Los gobiernos tendrían que abordar el impacto del coronavirus a través de la expansión fiscal, algo totalmente diferente de todo lo visto en el pasado reciente” pero advierten que “no está claro cuál sería el impacto”.