Este sábado 21 de diciembre se cumplieron 30 años de la gran devaluación del peso mexicano y el colapso del régimen de tipos de cambio controlados, lo que detonó la crisis económica y financiera conocida mundialmente como «la crisis del tequila», la más severa en la historia de la segunda mayor economía latinoamericana.
Además, esta crisis tuvo consecuencias de muy largo plazo. La quiebra del sistema financiero, especialmente en el sector bancario, obligó al rescate con recursos públicos de dichas instituciones, con una deuda asumida por el fisco mexicano a pagarse por varias generaciones. Se calcula que será hasta finales del presente siglo cuando se termine de pagar la deuda del Fobaproa, como se le conoce al fondo utilizado para el rescate bancario. Todos estos sucesos se conocen en México como «el error de diciembre».
Contexto, errores previos
A finales de 1994, noviembre de ese año, el peso mexicano resentía graves presiones derivadas de una serie de sucesos económicos y políticos que habían minado la confianza en la economía del país. Esto incluye la aparición de la guerrilla zapatista, crímenes políticos –especialmente el asesinato del candidato presidencial del entonces partido gobernante PRI, Luis Donaldo Colosio– y la salida de capitales por inseguridad, entre otros.
Eran tantas las presiones que el entonces presidente electo Ernesto Zedillo Ponce de León, quien tomaría posesión el 1 de diciembre de ese año, exigía al todavía mandatario Carlos Salinas de Gortari que devaluara el peso antes de su partida, a lo que se negaba el presidente. Si en algo coincidían los grupos antagónicos era en que la economía de México en ese momento «estaba prendida de alfileres».
Así llegó el cambio de gobierno, pero las presiones se incrementaron. Las reservas del Banco de México llegaron a un mínimo histórico de 2.000 millones de dólares, desde los 25.000 millones con los que había iniciado el año. Mantener el régimen de tipo de cambio de bandas predeterminadas (el peso se movía dentro de un rango de precios fijado por el banco central) era insostenible. Fue entonces que el gobierno del presidente Zedillo, que apenas llevaba 21 días en funciones, no tuvo otra opción más que anunciar la devaluación del peso y el fin del régimen cambiario vigente hasta entonces, así como el inicio del régimen de libre flotación que perdura hasta hoy.
El presidente Zedillo culpaba de la devaluación a la administración previa, mientras que el expresidente Salinas de Gortari señaló que el hecho de haberle quitado los «alfileres» a la economía había desatado la crisis. Fue entonces cuando acuñó la frase «el error de diciembre», que quedó para la posteridad y es como se le conoce desde entonces a este pasaje de la historia económica de México.
Los efectos, deuda generacional
Los efectos del «error de diciembre» fueron múltiples para el país y explican la magnitud de la tragedia económica traducida en la mayor crisis que el país norteamericano ha vivido hasta hoy.
Las tasas de interés pasaron de un mínimo de 8% en el caso del Cete a plazo de 28 días, a 150% en los siguientes 5 meses. La cartera vencida de los bancos se catapultó, porque la inmensa mayoría de las deudas se volvieron impagables, al estar ligadas a tasas de interés variable y no tasas fijas como actualmente se acostumbra. Millones de desempleados salieron a las calles: se calcula que el desempleo pasó de una tasa promedio de 4% a un máximo histórico de 16%. Miles de empresas quebraron también y el PIB se desplomó, de un nivel de 1,5% en 1994 a -6,8% el año siguiente.
Desde luego, la devaluación del peso fue brutal. El 21 de diciembre de 1994, cuando el Banco de México «salió» del mercado, abandonando el sistema de bandas predeterminadas y dejó al peso sujeto a las fuerzas del mercado. El precio de la divisa pasó de 3,11 a 3,94 pesos, una devaluación de casi 27% en un solo día. Para marzo de 1995, el peso ya cotizaba en 5,5 por dólar, equivalente a una devaluación de 76,68%, mientras que un año después, en diciembre de 1995, el peso terminó en 7 unidades por dólar. Esto ya representaba una apreciación de prácticamente 125% en el dólar.
La virtual quiebra de la economía obligó al gobierno a rescatar a los bancos ante el riesgo de una quiebra sistémica. La cartera vencida pasó de un nivel de 4,5% a 35% solo entre los meses de diciembre de 1994 a junio de 1995 y el quebranto de varios bancos hacía temer lo peor. Fue entonces cuando el gobierno reactivó un fondo que fue creado años antes y destinó miles de millones de dólares para el rescate bancario, provenientes todos de recursos públicos, asumiendo una deuda que deberá pagarse por generaciones enteras de ciudadanos mexicanos.
Fobaproa, deuda generacional
El Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) fue creado en 1990 bajo el gobierno de Salinas de Gortari, pero fue el presidente Zedillo quien lo implementó y desarrolló hasta 1995.
Este fondo convirtió la deuda privada de los bancos en deuda pública. Su objetivo consistió en evitar que los problemas financieros de los bancos impidieran que cumplieran con sus obligaciones con los ahorradores. Es decir, que no colapsara el sistema de pagos del país y se perdieran los ahorros del público.
Sin embargo, al mismo tiempo la deuda asumida se convirtió en un pasivo fiscal que año tras año debe ser contemplado en el presupuesto del país y lo peor es que se trata de una deuda que se pagará a lo largo de muchas décadas.
En 1999, la deuda del Fobaproa era de 688.000 millones de pesos (34.400 millones de dólares), lo que equivalía al 12% del PIB nominal de México, pero su costo es enorme y crece con los años. Por eso se dice que es una deuda generacional. En diciembre de 2021, la deuda del Fobaproa alcanzaba ya la cifra de 1.040.507 millones de pesos. (52.250 millones de dólares).
Se estima que la deuda se seguirá pagando durante los próximos 70 años, es decir, hasta finales del presente siglo. Eso significa que el “error de diciembre” le habrá costado a la sociedad mexicana un endeudamiento de aproximadamente 100 años. Si llega a pagarse al final de lo estimado, quiere decir que la deuda del Fobaproa la terminarán de pagar los bisnietos o tataranietos de quienes vivieron la mayor tragedia económica del país registrada hasta la fecha.
Este episodio marcó a México, con un antes y un después; sin embargo, los economistas opinan que la recuperación de la economía mexicana fue sorprendentemente rápida. Esto se debió, principalmente, a que el régimen de libre flotación le inyectó al país la competitividad requerida por el Tratado de Libre Comercio firmado apenas un año antes, en noviembre de 1993, con Estados Unidos y Canadá, volviendo a México una potencia exportadora. Pero esa es otra historia.