Los mercados vigilaban ayer la publicación del dato de inflación estadounidense correspondiente a abril, con la esperanza de que diera síntomas de un nuevo horizonte para los bancos centrales. Finalmente, las previsiones se cumplieron, pero registró un retroceso menos moderado de lo que esperaba el consenso, dejando un sabor agridulce y muchas preguntas sobre la mesa. ¿Qué significa esto para el conjunto del mercado y qué podemos esperar ahora de las principales instituciones monetarias?
El dato retrocedió, por primera vez desde agosto de 2021, hasta el 8,3% interanual, pero menos de lo estimado y se mantiene en torno a máximos de 40 años. Según indican los analistas de Banca March, la reacción de bolsas y bonos fue fría, con caídas del 3% para el Nasdaq y compras de bonos ante las peores perspectivas de coyuntura económica. «Más sorprendente fue la respuesta de las bolsas europeas, que parecen apostar a que los precios han tocado techo en EE.UU. y lo celebraron con avances contundentes, del 2%. El viejo continente también hizo ayer caso omiso de los comentarios de Lagarde, que apunta a una subida de tipos de interés en Europa en julio. Las bolsas asiáticas cierran esta mañana con caídas, destacando en Hong Kong la primera intervención en tres años para frenar la depreciación de su divisa, y las bolsas europeas abren a la baja, casi perdiendo lo ganado ayer”, señalan.
Según las estimaciones que hace Wade, el IPC de EE.UU. podría alcanzar como mínimo el 5,6% este año, lo que supone un aumento de 3,6 puntos porcentuales (pp) con respecto a sus previsiones anteriores. “La subida de los precios de las materias primas ha contribuido a ello y ahora se espera que el precio del petróleo alcance una media de 95 dólares por barril en 2022 (unos 40 dólares más de lo previsto hace un año)”, matiza.
Un camino que, según Thomas Hildebrandt, Senior Portfolio Manager de la boutique de gestión nórdica Evli Fund Management, también podría seguir Europa: “La inflación persistentemente elevada pone cada vez más a prueba la paciencia de los mercados y los bancos centrales. Por desgracia, las presiones sobre los precios de las materias primas provocadas por la guerra de Ucrania no parecen remitir. En la zona del euro, el aumento de los precios al consumo se está extendiendo a los alimentos, y la inflación subió al 7,5% en abril. En Estados Unidos, preocupa que el aumento de los gastos salariales se refleje en los precios”.
En el caso de EE.UU., para Geraldine Sundstrom, Asset Allocation portfolio manager en PIMCO, la inflación podría alcanzar un máximo en los próximos meses y luego moderarse gradualmente, sin embargo, reconoce que hay “riesgos evidentes” para esta perspectivas. “Esto es algo que quedó patente durante la última rueda de prensa del presidente de la Fed, Jerome Powell: «Hay un camino para evitar una recesión», «no va a ser fácil», «será un reto» y sólo obtuvimos de él la promesa de un aterrizaje suave. Al día siguiente, el Banco de Inglaterra pronosticó un crecimiento negativo para 2023 en el Reino Unido. La entidad central británica se había adelantado a la fiesta de los halcones con una subida de tipos en diciembre de 2021, pero ya está advirtiendo de un «recorte sin precedentes de los ingresos de los hogares» que empuja a la economía al estancamiento. La evaluación de la autoridad monetaria británica fue un jarro de agua fría y un recordatorio de que las probabilidades de recesión están aumentando inevitablemente. ¿Será el Banco de Inglaterra el canario en la mina de carbón? Esto es lo que observarán los mercados”, se cuestiona Sundstrom.
En sus análisis, las gestoras y bancas privadas coinciden en que los bancos centrales se encuentran ante una gran disyuntiva: o controlar la inflación o apoyar la economía. Cualquiera de los dos caminos, tendrá importantes implicaciones para los inversores y los mercados. En opinión de Clément Macloud, gestor de cartera de fondos temáticos de ODDO BHF AM, en el caso de EE.UU., las expectativas del mercado se han movido y pronostican nuevas subidas e, incluso, algunos expertos apuntan hasta nueve subidas durante este año. “La guerra en Ucrania explica en parte la firmeza de la FED, ya que el impacto económico más directo del conflicto está en los precios de los alimentos y la energía”, indica Macloud.
Para el gestor, de cara al futuro, el proceso de normalización de la Reserva Federal está aún por aclarar. “El desarrollo de la guerra ruso-ucraniana será un claro detonante para moverse en una u otra dirección. En estos momentos, es muy difícil prever cómo y cuándo terminará el conflicto, por lo que trabajamos con diferentes escenarios para tener en cuenta los posibles riesgos. En general, el nivel de incertidumbre ha aumentado mucho durante el trimestre y hemos dado un sesgo más defensivo a la estrategia para reflejar este entorno más desafiante”, advierte.
El papel de la Fed
En opinión de los analistas de Banca March, este dato no ayuda a reducir la presión sobre la Fed de cara a la normalización de su política monetaria. “Fue una sesión de aplanamiento de la curva americana por la mayor incertidumbre sobre el crecimiento, con fuertes caídas en los rendimientos a 10 años hasta niveles del 2,83% y que se aproxima a los 2,59% de TIR del 2 años. Las dudas sobre el crecimiento también se manifestaron en Europa, con el bund en niveles de 0,88%”, añaden.
Para algunos analistas, esta moderación en el dato hace pensar que la inflación en Estados Unidos podría haber tocado techo, aunque sigue siendo mucho más persistente de lo esperado. “Se esperaba un descenso aún mayor tanto en la cifra principal como en la tasa subyacente. La principal decepción provino de los precios de los servicios, mientras que la contribución de los precios de la energía se redujo significativamente tras un fuerte aumento en el mes anterior. La presión inflacionista más persistente visible en los componentes básicos mantiene la presión sobre la Fed para que normalice rápidamente la política monetaria. Al mismo tiempo, las menores impresiones de la inflación en el segundo semestre de este año contribuirán a aliviar la presión sobre la Fed en ese momento. Seguimos esperando más subidas del tipo de interés oficial, con otras dos subidas de 50 puntos básicos cada una en las dos próximas reuniones del Comité Federal de Mercado Abierto en junio y julio”, afirma David Kohl, economista Jefe en Julius Baer.
Entonces, ¿podrá la Reserva Federal reducir la inflación sin provocar una recesión, es decir, lograr el llamado aterrizaje suave? En opinión Keith Wade, economista jefe y estratega de Schroder esencialmente, el banco central tiene que restablecer el equilibrio entre la oferta y la demanda de forma que haya suficiente capacidad de maniobra en la economía para aliviar las presiones sobre los salarios y los precios.
“Para lograr un aterrizaje suave, debe hacerse gradualmente, con una tasa de crecimiento inferior a la tendencia, en lugar de entrar en recesión con una caída de la producción y un rápido aumento del desempleo. Sin embargo, esto es más fácil de decir que de hacer. La experiencia demuestra que las recesiones de los años ochenta y noventa se produjeron tras un repunte de la inflación similar al actual. Aunque se habló mucho de conseguir un aterrizaje suave durante estos periodos, no fue así”, explica Wade.