La reelección de Trump se sintió en los mercados de materias primas con caídas significativas impulsadas por el fortalecimiento del dólar y el posicionamiento de los inversores. En opinión de Marcus Garvey, responsable de Estrategia de Materias Primas de Macquarie, la incertidumbre sobre las políticas comerciales y arancelarias afecta las proyecciones de crecimiento mundial, mientras que la inflación y el riesgo geopolítico podrían continuar influenciando el precio de activos como el oro y el petróleo. “La demanda y oferta de materias primas seguirán dependiendo de factores macroeconómicos, más allá de las políticas específicas”, apunta Garvey.
Según recoge en su último informe, “las ventas iniciales de materias primas en respuesta a la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos fueron posiblemente una reacción instintiva a la marcada fortaleza del dólar estadounidense”. El Bloomberg Commodity Index (BCOM) terminó el día con una caída de en torno al 1%.
En su opinión, parece que las oscilaciones también habrían estado muy influidas por el posicionamiento de los inversores, con un descenso de cerca del 5% en el zinc, uno de los metales con más posiciones largas, por ejemplo. Por el contrario, el crudo Brent, con fuertes posiciones cortas, se recuperó y cerró con una caída inferior al 1%. “Del mismo modo, la recuperación posterior ha coincidido con un cierto descenso del dólar y con un rendimiento superior de los mercados que se vieron más afectados en un primer momento”, matiza el experto de Macquarie.
No obstante, aunque las variaciones a corto plazo de los precios de las materias primas tienden a ir en dirección contraria a la fortaleza del dólar, para este experto es fundamental distinguir entre causalidad y correlación: “Las fluctuaciones del tipo de cambio en sí no son en absoluto determinantes de las variaciones de los precios de las materias primas -obsérvese que la relación entre el precio del dólar y el de las materias primas se ha invertido durante gran parte de los últimos tres años-, sino que lo que importa son los factores que subyacen a los cambios macrofundamentales”.
En este sentido, los economista de Macquarie sostienen que, “en conjunto, la combinación de aranceles más altos, déficits elevados y crecientes (recortes fiscales) y menos inmigración (deportación de un gran número de inmigrantes indocumentados) probablemente ralentizará el crecimiento y elevará la inflación, siendo claramente posible un periodo de estanflación hacia finales del próximo año”.
Además, señalan que cabe la posibilidad de que un arancel del 60% sobre todas las importaciones procedentes de China, si se combina con aranceles generalizados que restrinjan la reestructuración comercial, reduzca las exportaciones de China en 8 puntos porcentuales y, en consecuencia, el PIB en 2 puntos porcentuales en 2025.
Según explican, esta ralentización del crecimiento mundial sería claramente bajista para la evolución agregada de los precios de las materias primas, reforzada por sus implicaciones alcistas para el dólar estadounidense. “De hecho, aunque las materias primas se consideran a menudo una cobertura contra la inflación, en este caso -en el que la inflación no está impulsada ni por un fuerte crecimiento de la demanda ni por una perturbación negativa de la oferta de materias primas- tendrían dificultades para hacer honor a esa reputación”, argumenta.
El peso de las políticas
Sin embargo, los expertos de la firma advierten que los detalles y los mecanismos de aplicación de los aranceles siguen sin estar claros, al igual que la medida en que las autoridades chinas, en particular, tratarán de contrarrestar el impacto de los aranceles impulsando la demanda interna. “Más allá de los anuncios de la reunión del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de esta semana, seguiremos de cerca el crecimiento de la deuda corporativa y de la oferta monetaria como señales clave del alcance y la eficacia de la relajación de las políticas monetarias. En cualquier caso, la demanda de metales y materias primas a granel debería ser más sensible que la del petróleo”, explican.
Respecto a EE.UU., indican que antes de la toma de posesión, y sobre todo de la aplicación de políticas monetarias, los precios de las materias primas se verán probablemente afectados por los titulares, y el grado de incertidumbre hace que sea excepcionalmente difícil para los mercados descontar un resultado concreto. “Esto puede sumarse a su atención habitual a las condiciones actuales del mercado, de modo que los vientos favorables que existen ahora mismo -la relajación monetaria inicial de China que muestra algunos signos de tracción en la actividad industrial, el crecimiento positivo de los salarios reales en los mercados desarrollados que apoya el consumo de bienes y el buen comportamiento de otros activos de riesgo- eleven los precios a principios de 2025. Solo a partir de entonces comenzarán a apreciarse los efectos netos sobre el crecimiento mundial”, añaden.
Si centramos la mirada en el petróleo, desde el punto de vista de la oferta, consideran poco probable que la propuesta de Trump, y lema en las campañas republicanas desde 2008 «perfora, cariño, perfora», provoque una aceleración significativa de la producción de crudo, pero puede aumentar marginalmente el apetito de los inversores por el petróleo y el gas.
Además, argumentan que dados los ya de por sí elevados niveles de actividad, y el aumento de en torno a 1 millón de barriles diarios en la tasa de producción actual que se ha producido desde 2019 (o un aumento de en torno a 2 millones de barriles diarios desde los mínimos registrados durante la pandemia de covid-19 en 2020), ven que la oferta sigue respondiendo a los precios en lugar de estar impulsada por las políticas.
“Por el contrario, la forma en que una segunda administración Trump aborde las tensiones geopolíticas también abre la posibilidad de sorpresas negativas por el lado de la oferta, incluso teniendo en cuenta la existencia de una importante capacidad excedentaria de crudo. Tanto en Oriente Medio como en relación con la invasión rusa de Ucrania, hay escenarios en los que el riesgo, ahora muy descontado, de cortes de suministro se convierte en realidad”, matizan los economistas de Macquarie.
Por último, aunque el impulso que recibe el oro por el aumento de la incertidumbre geopolítica tiende a no ser duradero, hay dos vías clave que podrían impulsar nuevas subidas de precios ante la fortaleza del dólar. “En primer lugar, si los inversores chinos utilizan el oro para cubrir el riesgo de devaluación de la moneda sin necesidad disminuye aún más la sensibilidad de los inversores occidentales al coste de oportunidad de mantener un activo de rentabilidad cero pero que también tiene riesgo de crédito cero, lo cual es crucial”, concluyen.