“Finalmente, ha llegado el momento de invertir en small caps estadounidenses”, afirma rotundamente Michele Ward, especialista de producto de T. Rowe Price con más de 40 años de experiencia en este mercado. En su opinión, han confluido una serie de factores que apoyan de manera positiva la inversión en esta clase de activo con un enfoque de largo plazo, hasta el punto de hablar de “una oportunidad de inversión única en una generación”.
Ward, consciente de lo bajo que está el sentimiento inversor frente a las small caps frente al contexto de altas valoraciones y la previsible llegada de una recesión, procede a desmontar estas creencias una por una a base de entusiastas argumentos. En primer lugar, señala que los indicadores de la confianza empresarial y del consumo han mejorado en el país en 2023, particularmente en la recta final del año. Una de las principales razones para este giro en el sentimiento es el retroceso de la inflación desde niveles elevados, pero sostiene que hay más factores estructurales que se dejarán notar sobre las valoraciones en los próximos diez años: el envejecimiento del perfil demográfico en EE.UU., el colosal paquete fiscal aprobado en los dos últimos años – cuyos efectos afirma que aún no se han canalizado hacia la economía real-, el incremento de los costes laborales o la dificultad de las compañías para encontrar mano de obra cualificada.
También están monitorizando tendencias como el reshoring (traer de vuelta a EE.UU. fábricas situadas en otras partes del mundo) o el onshoring (construcción de nuevas fábricas en EE.UU. o países amigos cercanos, principalmente México). “El conflicto en el Mar Rojo está dando la razón a muchas compañías que empezaron el reshoring después del Covid. Traen de vuelta la producción para no tener que preocuparse por los riesgos geopolíticos, aunque apuestan más por la automatización dados los elevados costes laborales”, explica Ward. Precisamente una de las tendencias donde están encontrando más oportunidades de inversión el equipo de T. Rowe Price está en el sector industrial, al buscar por ejemplo compañías que sean líderes en la fabricación de maquinaria que mejore la productividad.
Al margen de estos elementos, la especialista también destaca la fortaleza de los balances de las small caps estadounidenses, dado que muchas compañías aprovecharon el entorno de tipos muy bajos para refinanciarse a vencimientos más largos y así cubrirse del riesgo de tipos. Como resultado, desde la firma constatan que no se verá un “muro de vencimientos” notable hasta el periodo 2025- 2027, para cuando calculan que llegarán a su fin el 42,6% de la deuda emitida por pequeñas capitalizadas.
La lupa sobre las valoraciones
Finalmente, el último argumento que esgrime Ward a favor de su clase de activo es la valoración. Sí, admite que todas las categorías de renta variable estadounidense están caras en términos absolutos. Sin embargo, explica que, por efecto de la inflación, la noción de qué es barato ha cambiado y que, en términos relativos, hoy estamos presenciando la mayor divergencia entre small caps y big caps en décadas. Y no se trata solo de la valoración, también del sentimiento: “Los inversores ya están descontando una recesión en el Russell 2500, mientras que el S&P 500 está descontando que EE.UU. entrará en un periodo de expansión. Uno de los dos se equivoca”, afirma Michele Ward.
De hecho, la experta constata que históricamente solo ha habido dos momentos antes de 2023 en que el suelo de las small caps coincidiera con el grado de concentración más alto de las big caps: en 1973 y en el 2000 con la burbuja puntocom; después de que sucediera esto, en las dos ocasiones las small caps fueron capaces de batir en retornos a las grandes los tres años siguientes, incluso en un contexto de recesión.
T. Rowe Price cuenta actualmente con 1,3 billones de dólares en activos bajo gestión, de los cuales más de 70.000 millones están invertidos en small caps. La firma considera a las small caps estadounidenses como un activo clave, porque les permite conocer con mucho detalle compañías estadounidenses y acompañarlas en su desarrollo hasta que se convierten en small caps; así ha sucedido con inversiones históricas de esta estrategia – cuya versión europea tiene un track record que se remonta a 2001-, como Netflix, Tesla o Starbucks. T. Rowe Price es una de las compañías pioneras en la inversión en pequeñas capitalizadas estadounidenses, al haber lanzado su primer estratega en la década de 1960.
Todos estos factores llevan a Ward a habla de “memoria institucional”, en el sentido de que los analistas de la firma disponen de un amplio conocimiento sobre las compañías en las que invierten. En el caso del fondo T. Rowe Price Funds SICAV – US Smaller Companies Equity Fund A USD, la especialista de producto ofrece acceso a una cartera muy diversificada, compuesta por unas 175 compañías en las que se ha puesto un alto grado de research detrás, hasta el punto de que la cartera tiene una rotación media en torno al 30%, por lo que los valores se mantienen en cartera típicamente entre 3 y 5 años, aunque históricamente hayan mantenido inversiones en algunas compañías hasta nueve años.
La experta indica que el objetivo de esta estrategia en concreto consiste en “ofrecer acceso no solo al mercado de small caps estadounidenses, sino a la economía estadounidense”, por lo que un requisito adicional para las compañías consiste en que al menos el 80% de sus ingresos tiene que venir de EE.UU. y/o Canadá. Entre las principales posiciones del fondo figuran compañías como Teledyne Technologies, Element Solutions o Molina Healthcare.