La inversión mundial en electricidad y combustibles renovables alcanzó el año pasado los 249.000 millones de dólares, un 14% menos que en 2012 y un 23% respecto al récord registrado en 2011, como consecuencia de la crisis económica. Sin embargo, el número de economías emergentes que cuentan con políticas públicas para la expansión de las energías limpias se ha multiplicado por 6 en los últimos 8 años, al pasar de 15 a 95 los países en desarrollo con ayudas a principios de 2014.
En la región de Latinoamérica juega un papel fundamental el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que colabora junto con Naciones Unidas para desarrollar Sustaintable Energy For ALL, un programa que tiene como objetivos para 2030 proporcionar acceso universal a la energía moderna, aumentar la eficiencia energética y duplicar el uso de las energías limpias.
“Nuestra región necesita aumentar el uso de las energías renovables del 30% a casi el 44% para 2035”, afirmó en junio el presidente del BID, Luis Alberto Moreno. El máximo responsable del organismo anunció entonces que el banco apoyará a los proyectos de energías renovables en los mercados emergentes, proporcionando asistencia técnica para ayudar al sector privado a impulsar proyectos más financiables.
Según el informe del Estado Global de las Energías Renovables 2014, Uruguay y Costa Rica se sitúan entre los países líderes en términos de inversión por unidad de PIB destinada a electricidad y combustibles a partir de nuevas fuentes renovables, mientras que Brasil sigue liderando junto con Estados Unidos, Alemania, Canadá o China el volumen de capacidad eléctrica instalada que proviene de paneles solares, energía eólica, biomasa, geotermia o el resto de fuentes renovables.
Pero si hay un área donde las energías limpias son un instrumento clave para crear un futuro más sostenible son las ciudades emergentes, que demandan nuevas respuestas para convertirse en un espacio habitable y sostenible, donde los recursos se gestionen con eficacia y los ciudadanos ganen en calidad de vida. “Duplicar el uso de las energías renovables tiene profundas implicaciones en términos de salud, educación y oportunidades económicas”, explica en su blog Alice Driver, de la iniciativa de Sustaintable Energy For ALL en América Latina y el Caribe (LAC-SE4ALL).
Por un lado, la incorporación a las infraestructuras de la ciudad de medidas de eficiencia energética puede ayudar a empresas y gobierno a ahorrar en costes de mantenimiento. Junto con el transporte -el otro caballo de batalla-, la climatización de edificios consume casi la mitad de la demanda mundial de energía total.
Por otro, el desarrollo de proyectos renovables no deja de ser una fuente de empleo. Se estima que 6,5 millones de personas trabajaron directa o indirectamente en este sector el año pasado. “Se ha demostrado que brindando un mayor acceso a energía en zonas rurales podemos disminuir la migración rural-urbana, lo cual es clave para disminuir la tensión energética en las ciudades. Energías como la eólica y la solar pueden proporcionar servicios energéticos básicos a las poblaciones rurales, aumentar las oportunidades económicas y disminuir los incentivos para migrar a las ciudades”, afirma Driver.