Las negociaciones para elevar el techo de deuda en EE.UU. están siendo arduas. Hasta tal punto que ha entrado en mayo como uno de los riesgos de cola observados por los gestores de fondos, según el Funds Manager Survey de Bank of America. Las conversaciones seguirán, pero probablemente tendrán consecuencias en los mercados financieros.
Lizzy Galbraith, economista política de abrdn, recuerda que las tensiones sobre el techo de la deuda estadounidense “ya tienen consecuencias económicas”, en tanto que el mercado responde a este riesgo evitando la deuda con vencimiento en junio, julio y agosto, al tiempo que sube el precio de los seguros contra el impago de deuda (los Credit Default Swaps, CDS) a un año hasta máximos históricos. “Es probable que los bonos del Tesoro estadounidense de largo plazo salgan beneficiados”, augura Galbraith, que tampoco descarta que en las próximas semanas “se intensifiquen las tensiones en los mercados”. Es más, ve probable una rebaja de la calificación crediticia de EE.UU. aunque se alcance un acuerdo, como ya ocurrió en 2011.
Para Jack Janasiewicz, de Natixis IM, un escenario en el que EE.UU. incumple sus obligaciones no es su escenario base. Pero, según el experto, habría consecuencias en los mercados ante un impago técnico, en el que el Gobierno americano no cumple algunas o todas sus obligaciones financieras durante un periodo prolongado. En este sentido, Janasiewicz apunta que las letras del Tesoro a corto plazo probablemente subirían, mientras que los bonos a 2 años repuntarían y los rendimientos a más largo plazo se endurecerían aún más. Los diferenciales de crédito se ampliarían, a la vez que el dólar estadounidense caería frente a otras divisas refugio como el yen japonés, el euro y el franco suizo. Las divisas de los mercados emergentes probablemente se debilitarían frente al dólar estadounidense, mientras que la renta variable sufriría caídas en un movimiento de reducción del riesgo que haría que la Bolsa estadounidense obtuviera peores resultados que la renta variable de otras regiones.
Sin embargo, François Raynaud, gestor de fondos multi-asset & overlay en Edmond de Rothschild AM, sí considera que el alcance de este riesgo llegaría a Europa, en tanto que podría verse indirectamente afectada por una ralentización derivada de una demora o un breve impago. Con todo, los efectos tendrían, “un impacto limitado”. En un escenario grave, según Raynaud, las consecuencias debidas a la crisis de confianza vinculada a un impago “deberían ser mucho más impactantes y podrían acelerar la fuerza de una desaceleración”.
Más optimista es Libby Cantrill, economista de PIMCO, que considera que a pesar de “la histeria y las probabilidades catastrofistas de impago y rebaja de la calificación crediticia, se sigue avanzando en la resolución del problema del techo de la deuda”, con reuniones «constructivas» y «productivas» entre ambas partes. Cantrill apunta que “nadie en Washington tiene ningún incentivo para ver a los EE.UU. en una situación de impago”, aunque “es probable que haya más vueltas y revueltas hasta que se llegue a una resolución”. La razón es que nadie está realmente incentivado para comprometerse antes de la fecha límite. La experta confía en que se llegue a un acuerdo a tiempo para evitar cualquier tipo de descalabro, que, en todo caso, “tampoco será a corto plazo”, dado que “exactamente cero personas en Washington parecen quererlo».