Como uno de los grandes retos históricos para las políticas públicas de México, la industria financiera local mira de cerca los cambios alrededor del sistema de pensiones. Uno de los últimos hitos, la aparición del Fondo de Pensiones para el Bienestar (FPB), en particular, ha dejado más preguntas que respuestas, mientras el mercado espera más definiciones en materias de financiamiento –la variable clave– y régimen de inversión.
Este fondo empezó a operar el 1 de mayo de 2024, durante el tramo final de la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). La iniciativa apareció en la escena después de un acelerado proceso en el Congreso, de tan sólo tres meses, con el objetivo de mejorar las pensiones de los trabajadores que ganan menos. Sumado a este apresurado origen, el mercado de pensiones mexicano mira con inquietud la escasa claridad en torno a sus reglas de operación y la ambigüedad de su régimen de inversión, resaltando los dilemas de transparencia, eficiencia y –sobre todo– fuentes de financiamiento de largo plazo.
El FPB inició oficialmente con recursos por 44.894 millones de pesos mexicanos (alrededor de 2.190 millones de dólares), provenientes de las transferencias realizadas por las Afores y de las cuentas inactivas de los trabajadores con 70 años o más. Esto significa que los complementos pagados a las pensiones de los jubilados de los últimos meses se financiaron con recursos de otros trabajadores, no dinero público. Con todo, este stock de capital se ve modesto al lado de la industria total de fondos de pensiones. La cuenta del Fondo representa un 0,75% del AUM total de las Afores, que ronda los 6 billones de pesos (cerca de 292.700 millones de dólares).
Esos son los únicos recursos con los que cuenta el vehículo público hasta el momento, lo que abre múltiples interrogantes sobre el financiamiento a largo plazo. Esto en un contexto en que las estimaciones apuntan a que faltarían unos 85.000 millones de pesos (4.150 millones de dólares) adicionales para cumplir su objetivo.
Financiamiento, el dilema clave
Como los primeros complementos se pagaron con recursos de los propios trabajadores, existe la sensación de que esos fondos fueron “expropiados”, según describe Pedro Vázquez Colmenares, experto en seguridad social y pensiones, una de las voces más respetadas en el tema dentro de México. “No debió suceder así, pero el problema es de origen, porque las fuentes de financiamiento del fondo son ambiguas”, indicó a Funds Society. Es más, agregó, es una situación que “incluso pareciera inconstitucional, porque se apropiaron de recursos privados para pagar con base en una política pública”.
Otro problema es la falta de claridad en el mecanismo con que se financiarán los recursos necesarios para pagar los complementos de los próximos años. “Según la ley, deben salir de fuentes que, desde mi punto de vista, son muy ambiguas, tales como la venta de terrenos o las supuestas utilidades de la compañía aérea nacional y otras”, indicó. Con todo, Vázquez Colmenares advirtió que la reforma aprobada este año podría agravar los problemas del sistema, en vez de solucionarlos, debido a su elevado costo fiscal. “Se trata de corregir un problema real, que se detectó acertadamente”, explicó, de la “generación Afore”. Este segmento comenzó a cotizar el 1 de julio de 1997 y tendrá pensiones bajas, debido a un período de ahorro muy limitado. “No se puede solucionar con mecanismos opacos”, indicó, agregando que la situación se traducirá en una “enorme” presión fiscal.
Preocupación por las cuentas privadas
Además de la incertidumbre sobre las otras fuentes de financiamiento del FPB, uno de sus pilares actuales se podría contraer a futuro, según advirtió Arturo Hanono, Senior Advisor en México para Alpine Capital Advisors, firma de asesoría especializada en capital privado global. El profesional subrayó que está previsto que los recursos que se transfieren al Fondo disminuyan con los años, “ya que la inmensa mayoría preferirá pensionarse antes que dejar que su dinero se vaya al Fondo del Bienestar para pagar los complementos de pensión de otros”. La consecuencia: su principal espacio de financiamiento se estrechará.
Es más, Hanono fue más allá y comentó que no descarta “nuevas ocurrencias” para tratar de cubrir el problema, aunque sea momentáneamente, para cumplir con el objetivo del Fondo, sin fijarse en las consecuencias de largo plazo. “Existe el riesgo de que en algún momento se decrete el traspaso de los recursos de las cuentas de los trabajadores de 65 años o incluso de 60 años”, dijo. El temor, que el ejecutivo describió como “latente en la industria”, es por el considerable impacto que esto podría tener en los activos administrados por las Afores. “No del 0,75% que reportaron con el traspaso de los casi 45.000 millones de pesos realizado hace unos meses”, recalcó.
Arturo Rueda, analista independiente del mercado de pensiones mexicano, hace eco de esta preocupación. “Coincido en que las fuentes de financiamiento son inciertas en el largo plazo y no me extrañaría que en algún momento el gobierno decida incrementar el universo de los recursos que deben entregar las Afores al Fondo. Aunque, de todos modos las administradoras seguirían con una buena parte de los activos en administración”, señaló.
Lo único que está claro es que los mecanismos de financiamiento incorporados en la propuesta son imprevisibles y parecen insuficientes. La iniciativa, indicó el doctor Óscar Javier Apáez Pineda, jefe de posgrado en derecho mercantil de la Universidad La Salle, “habla de que se fortalecerá con recursos que no son constantes como el 75% de lo que obtenga el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, la liquidación del Fondo Nacional de Desarrollo Agropecuario (lo que sucederá una vez y no se sabe cuánto aportará) y las utilidades que genera Mexicana de Aviación (cuando las genere) y otras empresas paraestatales”.
El asunto del régimen de inversión
El régimen de inversión del FPB establece que este vehículo deberá mantener un monto de activos altamente líquidos en su tesorería, para realizar los pagos. Esta categoría incluye cuentas de liquidez, repartos y títulos de deuda gubernamental con plazo de vencimiento menor a un año. Además, la cartera invertirá sólo en pesos mexicanos. Aunque esto implicaría que el FPB invierte gran parte de los recursos que administra en bonos soberanos a plazo muy corto, en la realidad “no se ha caracterizado por ser una cifra disruptiva”, según relató Arturo Hanono, agregando que “tampoco hay certeza de que así lo haga”.
El vehículo previsional solidario también abrió un flanco de menor transparencia. “El Fondo le quitó recursos a las Afores, ciertamente pocos, pero que significaban inversiones que dejaron de realizar las administradoras. Estas mismas estaban perfectamente identificadas, supervisadas y de las que se realizaba día con día un corte de los movimientos y rendimientos obtenidos. Ahora, bajo las reglas que dieron origen al Fondo, no sabemos en qué se invierte, cuánto se invierte y el plazo al que se hacen las inversiones”, dijo el especialista. Por lo tanto, existe un problema adicional: no conocer la tasa de rendimiento que paga a los trabajadores cuyos recursos fueron asignados al FPB.
El Régimen de Inversión del Patrimonio del Fondo de Pensiones para el Bienestar –documento que contiene los lineamientos generales para la gestión del vehículo estatal– establece que, “en la medida de lo posible, el Fondo deberá generar rendimientos que contribuyan a incrementar su patrimonio, sujeto a una prudente administración de riesgos”. Estas palabras, comentó Pedro Vázquez Colmenares, subrayan la ambigüedad en algunos temas relevantes, como el rendimiento. “No sabemos qué tipo de rendimiento otorgará el Fondo a quienes tengan su dinero ahí. Todo se origina en que no sabemos ni siquiera si invierte, cuánto invierte y en qué invierte los recursos que administra”, dijo el experto previsional.
El profesional también recalcó que, hasta el momento, a cuatro meses de que se transfirieran los recursos al FPB, “no se ha cumplido con los requisitos mínimos de transparencia”. De todos modos, desde el mercado no reportan movimientos que puedan dar luces de decisiones de inversión. “No hemos observado un incremento en la operación del mercado de dinero durante los últimos meses. Es evidente que, de existir, hay un bajo impacto por ahora, ya que seguramente el Fondo invierte pocos recursos vía la Tesorería de la Federación”, indicó Hanono, de Alpine Capital Advisors. “Ni siquiera sabemos si el Fondo tiene un director de inversiones, figura esencial para este tipo de intermediarios en el mercado”, agregó.