En 2008, Barack Obama ganaba las elecciones presidenciales de EE.UU.; Apple lanzaba su iPhone 3, Pekín organizaba unos Juegos Olímpicos y España ganaba la Eurocopa de fútbol. Pero ese año, sobre todo el mes de septiembre, será recordado por la quiebra de Lehman Brothers, antesala de la Gran Recesión, que afectó a la economía mundial a finales de la década de los 2000.
La caída de Lehman supuso un punto de inflexión para el mundo financiero y tuvo consecuencias que perduran hasta hoy. James Athey, Investment Director de abrdn, recuerda que las condiciones que condujeron a la quiebra de Lehman Brothers se gestaron mucho tiempo atrás, bajo la política monetaria ultraexpansiva de Alan Greenspan al frente de la Reserva Federal y que derivó en una a Crisis Financiera Mundial que, a su vez, “llevó la política monetaria a un ámbito completamente nuevo”.
Athey prosigue apuntando que tras respaldar el sistema financiero y evitar lo peor de la crisis en 2008, la Reserva Federal, bajo la dirección de Ben Bernanke, «se empeñó en no repetir los errores cometidos por la institución de los años treinta”, cuando el organismo redujo la oferta monetaria. Esta vez, asegura el experto, se amplió durante años después de la crisis, ante la decepción de una inflación inferior al 2%, inyectó dinero a través del sistema financiero. «Los precios al consumo no subieron, pero sí los de los activos. La economía se mantuvo aletargada; el desempleo cayó lentamente, pero todos los que invertían en renta variable se enriquecieron”.
«Cuando llegó la pandemia, la respuesta de los bancos centrales fue pavloviana: ver problema, imprimir dinero. Nadie se paró a preguntar si esta situación podría ser diferente. La transmisión de dinero a la economía real que había faltado en el mundo posterior a la crisis volvió con fuerza”, argumenta el estratega.
El resultado, según Athey, era inevitable: las instituciones encargadas de mantener una tasa de inflación baja y constante crearon el episodio de inflación más alto y perjudicial de los últimos 40 años. Su complicidad en la creación de los cimientos de una crisis única en el siglo les había enseñado mal mientras trataban de limpiar su propio desastre. Esas malas lecciones provocaron lo único que por mandato legal deben evitar: una espiral inflacionista. “Ahora, su respuesta excesivamente agresiva a este grave episodio inflacionista tiene todas las posibilidades de sumir a las economías en una recesión, ya que los responsables políticos vuelven a compensar un error con el error contrario”.
Félix de Gregorio, responsable para Iberia en Jupiter AM, apunta que la crisis financiera mundial de 2008, simbolizada en muchas ocasiones por la quiebra de Lehman Brothers, «tuvo, y sigue teniendo en la actualidad, una enorme repercusión en todo el sector financiero y por supuesto en la industria de fondos de inversión». El primero que cita De Gregorio, «y el más importante», fue que trajo consigo algo que no se había visto ni siquiera contemplado con anterioridad: tipos de interés cero o incluso negativos. «Este hecho supuso un cambio de escenario bastante radical que sólo muy recientemente ha empezado a revertirse, y que forzó a los inversores a ser mucho más conscientes de los riesgos que había que tomar para tratar de obtener retornos razonables». Por otro lado, el consiguiente incremento de la regulación y supervisión por parte de las autoridades económicas también ha tenido, y sigue teniendo, «una gran influencia en nuestro sector», según el experto.
En EFPA España señalan otras consecuencias de la caída de Lehman Brothers, como son el desarrollo y la aplicación de las reformas financieras y regulatorias «para fortalecer el sistema y abordar algunos de los problemas que arrastraba el sector». En Este punto, cita a MiFID II, «que en 2018, fue una de las revisiones más importantes que buscó abordar algunas de las deficiencias regulatorias identificadas en 2008 y que la anterior MiFID, estrenada en 2007, no solucionaba. Por ejemplo, se apostó por aumentar la transparencia en los mercados proporcionando más información y más detallada a los inversores, con la que poder prevenir prácticas arriesgadas y protegerlo».
Por su parte, Stuart Podmore, director de propuestas de inversión, y David Rees, economista senior de mercados emergentes, ambos de Schroders, aprovechan el aniversario de la caída de Lehman Brothers para hacer paralelismos entre el evento más relevante de la crisis financiera con la actualidad económica de China. Ambos se preguntan si estamos ante el «momento Lehman Brothers» de China. Y la respuesta es que “hay algunos paralelismos, dado que están emergiendo problemas financieros derivados del mercado inmobiliario”.
En este punto, citan al gigante inmobiliario Evergrande, que lucha por llegar a un acuerdo con sus principales acreedores tras sufrir una crisis de liquidez y solicitar la protección por quiebra en Estados Unidos. Otro gran grupo, Country Garden, ha anunciado pérdidas de más de 7.000 millones de dólares en el primer semestre del año y dejará de cotizar en la Bolsa de Hong Kong. “Eso está causando tensiones entre algunos grandes promotores inmobiliarios, que en un momento dado parecían ser el patrón oro. Además, algunas empresas de gestión de patrimonios han visto problemas en la rentabilidad de sus inversiones en el sector inmobiliario. Y, por supuesto, la falta de transparencia alimenta este estado de pánico en torno a China”, explican.
Pero también matizan que estos problemas en el mercado de la vivienda son viejos conocidos, lo que supone una diferencia notable con la inesperada quiebra de Lehman Brothers hace 15 años. Hace un par de años, el gobierno chino decidió reorganizar el sector, reduciendo el apalancamiento en el sistema y las compras especulativas de propiedades, que aparentemente se habían convertido en la principal fuente de demanda y riesgo para acumular problemas sistémicos en el futuro. “Muchos bonos offshore de estos promotores han estado cotizando a niveles de emergencia durante bastante tiempo, hasta el punto de salir de los índices de referencia, por ejemplo. Existe un problema, que está causando algo de daño, pero es reconocible y por lo tanto no necesariamente tiene ese elemento de sorpresa que sí hubo con la quiebra de Lehman Brothers y la consiguiente crisis financiera mundial”, concluyen los expertos.