Se esperaba su lanzamiento para este lunes, pero parece que de momento la Shenzen-Hong Kong Stock Connect tendrá que esperar unas semanas más antes de ponerse en marcha. El gran proyecto chino para conectar la Bolsa de Hong Kong y la de Shenzen, que representa la nueva economía del país, lleva en gestación desde el pasado mes de agosto y su objetivo es permitir la entrada libe de capital extranjero en la parte más dinámica de la economía del gigante asiático.
“Al principio buscaban controlar al inversor, ahora sólo quieren controlar los flujos de capital para poder manejar el impacto sobre su economía”, explica en un encuentro con periodistas financieros en Madrid Benoit Dethier, experto de Citi en el mercado chino. Y es que todavía duele la salida masiva de capitales sufrida en 2015 que, a día de hoy, no ha sido compensada con entradas. De hecho, los expertos señalan que éste podría ser el motivo del retraso en la puesta en marcha de Shenzen-Hong Kong Stock Connect.
En cualquier caso, constituye la mejor oportunidad para China de abrir al mundo su nueva economía, la que fluye libre lejos del intervencionismo del Gobierno. Shenzen es el Silicon Valley chino “donde se encuentran los emprendedores de los sectores tecnológicos y las empresas que más interesan al inversor”, explica Dethier. Además, el atractivo para el inversor foráneo se amplifica al no tener que tener ninguna licencia nueva para operar, ya que los brokers que tengan estructura en Hong Kong podrán acceder sin mayores trabas a este nuevo mercado.
Esta nueva apertura de la economía china se apoya, sin duda, en la independencia que quiere obtener de la divisa en la que tiene la mayor parte de sus reservas: el dólar. Con el renminbi todavía luchando por hacerse un hueco en los mercados internacionales, el atractivo de compañías tecnológicas chinas promete ser irresistible. Según los datos de Citi, el 75% de la Bolsa de Shenzen está formada por valores de la nueva economía mientras que en Shanghai ese porcentaje se reduce al 25%. El 45% de las compañías tecnológicas además del 50% de las de servicios y el 55% del sector salud cotiza en Shenzen. Por el contrario, el peso del sector público se sitúa en Shenzen en el 38% frente al 74% que representa en la Bolsa de Shanghai.
“Se va a convertir en el mercado de capitales más grande del mundo y el elemento que lo va a cambiar todo es la revisión de las agencias de índices (MSCI y FTSE Russell) que tienen que decidir si China entra en los índices de Global Emerging Markets”, anticipa el experto de Citi. Este filtro, que decide qué mercados son aceptables y cuáles no, no contempla los índices chinos a pesar de tratarse de la segunda economía mundial.
¿Qué consecuencias tendrá su inclusión?
A juicio de Benoit Dethier, “todos los fondos pasivos que tengan tracking de estos índices van a tener que rebalancear su cartera para hacer hueco a China, que va a ocupar un espacio que no va a tener Sudáfrica”. Eso sí, uno de los riesgos que puede plantear la conexión de la Bolsa de Shenzen y la de Hong Kong es la participación mayoritaria del inversor minorista que, en el caso de China, alcanza el 80%. “Es algo a lo que no estamos acostumbrados en Europa donde el mercado está dirigido por los inversores institucionales que son mucho menos emocionales y, en consecuencia, provocan menos volatilidad”, explica.
Al mercado chino le faltaría, para equipararse en este terreno al europeo, un 18% de inversores institucionales. Y ésta es una interesante oportunidad para ellos al igual que para el inversor local que busca, a toda costa, diversificar su cartera. Con todo, se trata todavía de un mercado con ciertas limitaciones como la de operar a corto que no está permitido o la obligación a los fondos de tener un 10% de su portfolio en la divisa local, el renminbi, que supondrá también un reto para las gestoras.