La normalización de la política monetaria que están llevando a cabo los principales bancos centrales del mundo no solo es relevante porque pretende frenar la inflación, sino que lo es porque pone fin a un experimento económico del que nadie sabía cómo íbamos a salir. Ahora los inversores se enfrentan a un nuevo escenario de inversión donde, sumado a la volatilidad del mercado y las presiones geopolíticas, toca reevaluar la asignación de activos.
Es más, en opinión de Enguerrand Artaz, Fund Manager en La Financière de l’Echiquier, estamos ante un cambio de paradigma que los inversores todavía tienen problemas para aceptar. “Es preciso señalar que, durante más de 10 años, salvo por un paréntesis entre 2017 y 2018, la abundancia de liquidez y los tipos muy bajos han provocado inflación en los precios de los activos. Esto ha dado lugar a unas alzas, especialmente en las bolsas, que han bebido principalmente de la expansión de los múltiplos de valoración, netamente superior al crecimiento de los beneficios puro y duro. Entre 2010 y 2021, por ejemplo, la ratio precio-beneficios del principal índice de la bolsa estadounidense, el S&P 500, se duplicó. En un contexto futuro caracterizado por tipos de interés nominales sustancialmente más elevados, tipos reales positivos y reducción progresiva de la masa monetaria, este fenómeno será difícil que se reedite”, explica.
Con este ejemplo, Artaz quiere recordar que aunque la situación vaya a ser “dolorosa” a corto plazo, no tiene por qué ser un cambio excesivamente negativo para los inversores. “La evolución de los mercados más el calor de la coyuntura económica y las dinámicas de las empresas y menos bajo el influjo de las subvenciones monetarias constituye un contexto de inversión definitivamente más saludable. Además, de este modo se limitarán los excesos de valoración, propicios a los movimientos exagerados tanto al alza como a la baja, así como los reveses frustrantes. Por último, eso elevará de nuevo el atractivo de los activos de renta fija y, por extensión, de la diversificación de las clases de activos dentro de las carteras de riesgo moderado, que sufren desde hace tiempo la falta de motores de rentabilidad alternativos a las acciones. En suma, aunque el remedio puede dejar un regusto amargo a corto plazo, sin duda el mal trago merece la pena”, afirma.
En este sentido, ¿a qué se enfrentan los inversores? Según OFI AM, cualquier noticia positiva podría generar repuntes superiores a las eventuales caídas, ya que el mercado ha descontado los elevados riesgos derivados de la subida de tipos, la cercana recesión, y la geopolítica. La gestora ve poca visibilidad a los mercados en el momento presente, a causa del endurecimiento de la política monetaria en la lucha contra la inflación, las turbulencias en los mercados de divisas, una severa desaceleración económica, y las fuertes tensiones en el entorno geopolítico internacional.
“No cabe duda de que estamos viviendo un episodio de alta inflación que requiere cambios en el proceso de asignación de activos. Creemos que la actual generosidad fiscal unida al creciente descontento público y los riesgos para la democracia prolongarán ese periodo de alta inflación en Europa. Es lógico pensar que este entorno de alta inflación afectará a los mercados y, en consecuencia, a la composición de las carteras. Creemos que la proporción de riesgo de un 60/40 no es adecuada, ya que los tipos ya no ofrecen una protección en los periodos de aversión al riesgo. De hecho, se convierten en el origen del problema cuando suben. La diversificación desaparece, ya que las carteras de renta fija y de renta variable tienden a sufrir al mismo tiempo”, añade, por su parte, Laurent Benaroche, gestor de Multi Asset & Overlay en Edmond de Rothschild Asset Management.
Benaroche recalca que en esta situación en la que nos movemos no es estática. “No hay que dejar de tener en el visor los movimientos de los principales bancos centrales del mundo, empeñados en combatir la inflación para lo que están dispuestos a subir los tipos incluso a riesgo de provocar una recesión. Por lo tanto, es necesario evaluar la gravedad de esa potencial, las posibles respuestas de los gobiernos y el probable impacto en las expectativas de inflación para ajustar las carteras en consecuencia. Creemos que, en este entorno, los gestores de activos deben reducir su exposición estática al riesgo prolongado (crédito, renta variable…) y reforzar su gestión flexible de los activos en renta fija y divisas a medida que surjan oportunidades”, recuerda.
Ideas de inversión
Al gestor de Edmond de Rothschild AM se unen otros profesionales del sector apuntando ya cuáles son sus ideas básicas de inversión para un contexto como el actual. Por ejemplo, Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM, argumenta que la cartera formada al 50 % por el índice de acciones S&P 500 y 50% bonos estadounidenses ha pasado por la mayor pérdida en más de un siglo, 21% lo que va del año; por lo que es necesario buscar alternativas. “El caso es que el apetito por el riesgo está cerca de mínimo histórico. Hemos reducido acciones de Reino Unido a neutral. Además, infraponderamos renta variable estadounidense y europea, lo que deja a la renta variable japonesa como única sobre ponderación por regiones. Nos estamos volviendo más cautelosos en sectores cíclicos sensibles al crecimiento, como industriales e inmuebles. Hemos rebajado industriales a infraponderar, ya que el contexto económico mundial no invita a la inversión en capital. También hemos rebajado bienes inmuebles cotizados a infraponderar en EE.UU.”, expone el responsable de Pictet AM.
Por su parte, Jaime Raga, senior CRM de UBS AM Iberia, se muestra claro al explicar cómo preparar las carteras ante las nuevas directrices de la Fed. “El compromiso de la Fed con una política restrictiva pone un techo a la valoración de los activos de riesgo, mientras que la resistencia de la economía estadounidense proporciona un sólido suelo. Esto nos deja tácticamente en una posición neutral en cuanto a la renta variable, donde nos posicionamos con cierta cautela y nos centramos en expresiones de valor relativo eficientes para diferentes regímenes económicos”, explica.
A la hora de tomar posiciones, reconoce que toman de manera selectiva el momento cíclico a través de las materias primas y las compañías energéticas. “El petróleo sigue estando limitado por la oferta, y la actual base política, entre el fin de las entregas de la Reserva Estratégica de Petróleo y las sanciones europeas programadas a Rusia, hace prever otro shock negativo de la oferta en el cuarto trimestre y en 2023”, añade.
Alex Rohner, estratega de renta fija en J. Safra Sarasin Sustainable AM, espera que en los próximos meses la volatilidad en los mercados de renta fija persista, sobre todo a raíz de lo ocurrido con los gilts. “Aprovecharíamos estas subidas de los tipos reales para aumentar gradualmente la exposición. La revalorización de las estructuras de tipos ya ha sido sustancial, los rendimientos reales parecen bastante atractivos a medio plazo. Esperamos que la deuda pública sea el primer activo de riesgo que se recupere en el ciclo actual”, afirma, poniendo un claro ejemplo de cómo sacar partido al momento del mercado.
Otra idea es que la aporta LIFT Investment Advisors, firma especializada en asesoramiento de activos cotizados perteneciente a LIFT AM, quien ve oportunidades de inversión en acciones de compañías capaces de generar caja en cualquier parte del ciclo económico, ante un escenario altamente probable de recesión en el corto plazo. “Existen oportunidades en empresas que dispongan de márgenes estables o crecientes a lo largo del tiempo, y que además cuenten con valoraciones atractivas y potencial de revalorización en el largo plazo. Respecto a inversiones en renta fija, apostamos por bonos corporativos de compañías que tengan como accionista de referencia a fondos de private equity, cuyo análisis de inversión conlleva un alto grado de rigurosidad, lo que aporta seguridad en la toma de decisiones”, comparten sobre sus ideas de inversión.
En cuanto a la tipología de activo, la entidad opta por bonos corporativos, principalmente high yield con duraciones cortas, donde ven actualmente grandes oportunidades de mercado, pero cuya selección requiere de un alto grado de profesionalización para seleccionar aquellas con menores probabilidades de impago.
Por último, Laurent Denize, director de inversiones de ODDO BHF AM, considera que, ante la continua incertidumbre, los inversores institucionales tienen previsto seguir reduciendo los riesgos en sus carteras, es decir, rebajar los ratios de renta variable y mantener la duración corta. “En cuanto a la renta variable, somos más positivos con los valores de calidad. Es decir, empresas con alta rentabilidad del capital, ventajas competitivas claramente definidas, bajo endeudamiento y una valoración razonable. Y al contrario, deben evitarse las empresas muy endeudadas y dependientes de la energía, como las del sector químico o los valores industriales. Por regiones, Japón y los mercados emergentes tienen mayor potencial de valor que las acciones estadounidenses, que siguen presentando valoraciones elevadas. Algunos temas de inversión ofrecen potencial de ganancias y diversificación, especialmente en un tiempo marcado por la inestabilidad. Entre ellos figura la transformación ecológica, que está cobrando impulso adicional por la necesidad de independencia energética en Europa”, señala.
Por el lado de la renta fija, Denize argumenta que al subir los tipos de interés, las valoraciones de los bonos investment grade y high yield han vuelto a ser atractivas. Y añade: “No cabe descartar que los diferenciales se amplíen aún más, lo que comportaría pérdidas. Pero históricamente, el inicio de una recesión siempre ha sido el mejor momento para empezar a entrar gradualmente en el mercado de high yield”. Aunque las ideas de inversión son diversas, las firmas coinciden en que todavía no es el momento de asumir excesivos riesgos, pero tampoco hay que ignorar las oportunidades de inversión que este cambio de paradigma ofrece.