La última reunión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) de este año llega con el tapering puesto en marcha y la previsión de que haya, al menos, dos subidas de tipos en 2022. Las primeras valoraciones apuntan a que la reunión que empieza hoy, y que durará hasta mañana, podría dejar como regalo de Navidad el anuncio de un tapering más rápido y unas proyección económicas que interpreten el alza de la inflación como algo «no tan transitorio».
Los analistas de Bank of America esperan que la Fed duplique la velocidad de tapering y, por tanto, reduzca las compras mensuales de TSY en 20.000 millones de dólares y las de MBS en 10.000 millones. “El diagrama de puntos actualizado probablemente revelará un avance en los puntos, con una trayectoria media de dos subidas en 2022, y 3 subidas en 2023 y 2024. Es probable que el presidente Powell destaque los crecientes riesgos de inflación, pero podría no comprometerse con el calendario de subidas de tipos y señalar la incertidumbre de Ómicron”.
Según James McCann, economista jefe adjunto en abrdn, esta reunión consiste realmente en ver hasta dónde llega la nueva inclinación hawkish de Powell. «Esperamos que la Fed anuncie un ritmo más rápido de tapering, que actuará como la principal señal de que la tolerancia del banco central a la inflación creciente se ha agotado. La finalización del tapering antes de tiempo también despeja el camino para que la Fed suba los tipos de interés antes. Como resultado, esperamos que la Fed señale que hará precisamente eso: subir los tipos tres veces sólo en 2022. Nada de esto debe hacer que los mercados se caigan de la cama», afirma McCann.
Pese a esa incertidumbre, parece que la Fed participa en la «mayor tolerancia al riesgo sanitario» general que se muestra en el país norteamericano desde el comienzo de la pandemia, según Gilles Moëc, economista jefe de la gestora de fondos AXA Investment Managers. Moëc considera que “la huella de la inflación de noviembre, con otro aumento significativo de los precios de temas clave como las rentas, probablemente haya solidificado la determinación del banco central de prepararse para un ajuste preventivo, incluso si seguimos pensando que la mayoría del FOMC todavía espera que la inflación se desacelerará significativamente en 2022”.
Stéphane Monier, CIO de Lombard Odier, se muestra más tajante y considera que la institución monetaria ha dejado de lado los temores al impacto de esta nueva variante en favor de abordar la inflación, planeando acelerar los recortes en las compras de activos. Así, la Fed discutirá en esta reunión sobre una posible reducción de activos “para que termine unos meses antes” de lo previsto inicialmente el tapering, según ha indicado el presidente de la Fed, Jerome Powell, durante su último discurso en el Congreso.
En opinión de Peter van der Welle, estratega del equipo multiactivos de Robeco, los mercados mundiales de bonos se enfrentan al aumento de las presiones inflacionistas y a una Fed que ahora ha abandonado el relato de la «transitoriedad», lo que abre la puerta a un tapering mucho más rápido. «La curva de los futuros de los fondos federales ha aumentado tras el adelanto de la subida de tipos por los partícipes del mercado, que ahora consideran que la convocatoria del FOMC de mayo de 2022 será una reunión activa (de fijación de tipos). Según la curva de los swaps, las expectativas de subida de tipos parecen hacer máximos en torno al nivel del 1,75% (desde el 0,25% actual). Ello conlleva un tipo final relativamente bajo en comparación con anteriores ciclos de subida, lo que ejerce una considerable atracción sobre las rentabilidades de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años», explica Van der Welle.
“El calendario de la Fed se ha acelerado en lugar de alterarse. Si el Comité Federal de Mercado Abierto duplica el ritmo de reducción de activos a 30.000 millones de dólares al mes a partir de enero, el proceso podría completarse ya en marzo. Es posible que se efectúen dos subidas de tipos en 2022, con un primer aumento de 25 puntos básicos en junio o septiembre. Esto iniciaría un ciclo de subidas en el que se espera que los tipos alcancen un máximo en torno al 2,5% en 2024”, añade Monier.
En resumen, con una actividad económica más fuerte y una inflación más alta, la Fed tiene que reorientar sus prioridades. Aunque, según matiza Florence Barjou, CIO de Lyxor AM, parte de este giro se debe probablemente al hecho de que la inflación se ha convertido en un problema político en Estados Unidos. “Nos encontramos con las elecciones de mitad de mandato 2022, y además la limitación de la inflación será, probablemente, un elemento central para la confirmación de Jerome Powell en su cargo por el presidente Biden. La cuestión es que este cambio de tono llega en un momento en que Ómicron podría difuminar aún más la visibilidad de la Fed”, sostiene Barjou.
La inflación y sus riesgos
Y es que si hay una palabra presente para la Fed, y para todos los bancos centrales, es: inflación. Aunque los analistas siguen esperando que se modere en Estados Unidos, la realidad es que los riesgos de una inflación más persistente han aumentado en los últimos meses. Según el análisis que hace Tiffany Wilding, economista para Norteamérica de PIMCO, estos riesgos determinarán la política de la Fed. “Creemos que la Reserva Federal querrá gestionar este riesgo acortando el tiempo en el que reducirá sus compras de bonos del Tesoro de EE.UU. y de valores respaldados por hipotecas (MBS), con el objetivo de finalizar el programa en marzo de 2022, al tiempo que señala que es probable una subida de tipos en junio. También publicará previsiones económicas y políticas actualizadas en la reunión de diciembre, y esperamos que la senda de tipos revisada implique dos subidas de tipos en 2022, seguidas de tres en 2023 y cuatro en 2024. Esto situaría el tipo de interés oficial muy cerca de las estimaciones de la Reserva Federal de neutralidad a finales de 2024. Aunque se trata de un cambio agresivo según los estándares históricos, creemos que el riesgo es que la senda media se revise al alza aún más de lo que esperamos”, explica Wilding.
Para Christian Scherrmann, economista para EE.UU. en DWS, estamos ante una reunión que “podría convertirse en un punto de inflexión para la política monetaria estadounidense”. Según explica, aunque el caso base de la Fed sigue siendo que las tasas de inflación se normalicen en el transcurso de 2022, “los riesgos para esta perspectiva han aumentado materialmente, y parece que la Fed -por el momento- se centra por completo en la pata de la inflación de su doble mandato; también porque la estabilidad de precios se considera ahora una condición necesaria para alcanzar el máximo empleo”.
Para concluir este análisis, Philippe Waechter, jefe de Investigación Económica de Ostrum, parte de Natixis IM, apunta que la Fed no es la única que está en una posición incómoda mientras la inflación se acelera. El BCE y el BoE, que también se reúnen esta semana, se enfrentan a lo mismo. “La primera reacción a la aceleración de los precios al consumo es endurecer la política monetaria, hacerla menos acomodaticia. Esta estrategia es más compleja de aplicar hoy que en el pasado. Subir bruscamente los tipos de interés es invertir la estrategia de orientación previa que los bancos centrales llevan aplicando desde hace muchísimos años. En un mundo bancarizado, los bancos centrales siempre han anunciado lo que van a hacer para no conmocionar al sistema financiero. Además, la política monetaria se compone ahora de dos instrumentos: los tipos de interés y la flexibilización cuantitativa. Todos los banqueros centrales han condicionado la subida de los tipos al fin de esta flexibilización cuantitativa. Por lo tanto, en la fase económica actual les resulta imposible subir los tipos de interés de forma preventiva”, señala Waechter.
En su opinión, lo idóneo sería que la acción entre los bancos centrales sea común y coordinada. “La sorpresa de estas reuniones de la Fed, el BCE y el BoE en la misma semana sería que pudiera haber una base común de decisión. De lo contrario, las medidas anunciadas no podrán luchar contra la inflación inmediata, lo que erosionará la credibilidad de las autoridades monetarias”, concluye Waechter.