Según apuntan los expertos, el mercado de bonos verdes superará probablemente la marca del billón de dólares en 2021. Muestra de su fuerte ritmo de crecimiento es que los bonos sostenibles representaron un 6,1% de la emisión de deuda global en el tercer trimestre de 2020, según los datos de Moody’s. Las gestoras consideran que este tipo de activo representa una herramienta muy apropiada para canalizar inversiones hacia las necesidades de financiación de la transición energética, entre otros aspectos.
Uno de los motores de este mercado siguen siendo los propios gobiernos y su compromiso con la sostenibilidad. Según explica Johann Plé, Green Bonds Strategy Manager de AXA Investment Managers, en total, 26 países tienen ahora, o están a punto de tener, un compromiso de cero emisiones netas establecido por ley y muchos otros están debatiéndolo. Pero sólo 11 han lanzado ya bonos verdes soberanos.
“Esperamos que esta cifra aumente a medida que cada vez más países pongan en práctica su compromiso. Hay un fuerte impulso. Después de que Alemania, Hungría, Suecia y Holanda lanzaran los suyos en 2020, Italia, España y el Reino Unido ya se han comprometido para 2021 y, sin duda, es probable que muchos otros lo hagan. Además, en Europa, aunque la región ya está a la cabeza en cuanto a emisiones, es probable que el mercado siga creciendo, dado que el 30% del Fondo de Recuperación de la UE se dedicará a la transición energética”, apunta Plé.
Para Bertrand Rocher, portfolio manager en Mirova (gestora afiliada a Natixis IM), este año, “la demanda crecerá a un ritmo aún más rápido, ya que en los últimos meses se han observado signos crecientes de que una mayor proporción de inversores de América del Norte, Asia o el sur de Europa manifiestan su interés por estos instrumentos. Este año podría acabar siendo igual que 2020 para los bonos verdes: un paso más en la creación de un mercado profundo y amplio dedicado a las inversiones en una economía más sostenible”. Además, añade que “algunos países emergentes también podrían dar el salto, lo que les permitiría ganar más visibilidad en los mercados”.
Al compromiso de los gobiernos, desde JP Morgan Asset Management, añaden como clave la presión regulatoria. Según señalaba en sus perspectivas para 2021, es esperable que la demanda de bonos verdes se mantenga gracias al respaldo de los incentivos introducidos por medio de la regulación. “Bancos centrales, como el BCE, que cada vez en mayor medida consideran el cambio climático como parte de su mandato, también están debatiendo el papel de los bonos verdes en sus operaciones generales de política monetaria, lo que puede conferir una ventaja relativa en cuanto a precios a los bonos verdes frente a otros bonos con calificaciones y vencimientos similares”, apunta en su documento de perspectivas de inversión para 2021.
En opinión de NN Investment Partners, la finalización de la primera versión de la nueva Taxonomía de la UE y de la Norma de Bonos Verdes de la UE tendrá un impacto positivo a largo plazo en la integridad y la transparencia del mercado de bonos verdes de la UE y actuará como modelo para la regulación en otras regiones, ya que normalizará y profesionalizará el mercado de bonos verdes, que está madurando rápidamente.
«Estas nuevas normativas anuncian lo que podría ser una década decisiva para la mitigación del cambio climático, con Europa liderando el camino a través de su objetivo de ser neutra en carbono para 2050. La ESG y las finanzas verdes están convirtiéndose en una tendencia real. La pandemia también ha creado un impulso positivo, ya que muchos países necesitan claramente más financiación, y con las ambiciones verdes más fuertes que nunca, el mercado de bonos verdes se verá como una gran oportunidad», apunta Jovita Razauskaite, Portfolio Manager Green Bond de NN IP.
El otro gran motor es justamente su finalidad: la transición energética a la que dan paso. Las estimaciones que hace Bertrand Rocher, portfolio manager en Mirova (gestora afiliada a Natixis IM) estima que las las nuevas emisiones de bonos verdes podrían superar el récord de 550.000 millones de dólares en 202, “si las empresas farmacéuticas que producen las vacunas cumplen sus promesas», señala el experto.
En esta movilización de capital hacia la transformación, las compañías y sectores privados también forman parte. Según apunta Plé, en cuanto al crédito, hemos visto que una vez que un nuevo emisor de un nuevo sector se une al mercado, allana el camino para que otros lo sigan. Esto es alentador para sectores como el automotriz, las telecomunicaciones o el inmobiliario, con un enorme potencial para nuevas emisiones verdes. Además, los emisores existentes representan actualmente una parte mayor en términos de valor de mercado que en número. El saldo de emisores del sector automovilístico europeo puede representar sólo el 16% del número total de emisores, pero su valor de mercado se aproxima al 50% del sector. Como resultado, estos emisores tienden a acudir al mercado con mayor frecuencia o con un mayor volumen de emisión, lo que debería proporcionar un apoyo adicional. Este nivel de diversificación que hemos identificado en el mercado también se refleja en los proyectos financiados por los propios bonos verdes. Estos proyectos se están alejando progresivamente de la energía renovable hacia otras formas de reducir el consumo de energía, como el transporte limpio y el desarrollo de edificios verdes”, añade el experto de AXA IM.
Segín destacan desde Insight Investment, parte de BNY Mellon Investment Management y una de las principales gestoras mundiales de activos y riesgos, el sector financiero, con 121.000 millones de dólares, lideró las emisiones del sector empresarial y se convirtió en el primero de este conjunto en superar la marca de 100.000 millones de dólares de emisión anual. Las empresas de servicios públicos siguieron aumentando su volumen de emisión, con 57.000 millones de dólares, un 18% más que en 2019. Otros sectores retrocedieron: un 50% en productos básicos de consumo y un 35% en energía.
Liderazgo de los bonos verdes
Según los datos de Insight Investment, en 2020 se incorporó al mercado un récord de 500.000 millones de dólares en emisiones de bonos de impacto, lo que supone un aumento del 60% respecto a los 313.000 millones de dólares emitidos en 2019. Los bonos verdes siguieron siendo la mayor categoría de bonos de impacto, con el 53% de las emisiones, pero el aumento de los bonos sociales fue sorprendente, marcando un aumento de casi nueve veces a 161 mil millones de dólares en el COVID-19.
La emisión de bonos vinculados a la sostenibilidad aumentó un 67% respecto a 2019. Insight anticipa una emisión total de bonos de impacto similar para 2021, aunque con menores volúmenes en las emisiones sociales, compensados por los aumentos en otros ámbitos, en particular la deuda soberana y el crecimiento constante en los sectores corporativos.
«En términos más generales, los inversores en renta fija podrían considerar hasta qué punto están actuando para influir en la estructura de las nuevas emisiones. Las empresas pueden ser receptivas a la participación directa y a la retroalimentación. Además, para los propietarios de activos, como los fondos de pensiones, la naturaleza de la inversión en renta fija requiere la gestión a largo plazo de las cuestiones de sostenibilidad. Hay una gran oportunidad para incorporar objetivos de impacto en los mandatos», concluye Joshua Kendall, gestor de Insight, parte de BNY Mellon Investment Management.