Dadas las similitudes entre Donald Trump y Boris Johnson, hay quien cree que este último podría resultar tan positivo para la libra esterlina como Trump lo ha sido para el dólar. Sin embargo, en opinión de Colin Dryburgh, cogestor del Kames Global Diversified Growth Fund, el dólar no está tan fuerte como parece.
“Realmente podríamos pensar que el dólar está fuerte: al fin y al cabo, el presidente estadounidense lleva tiempo pidiendo que se intervenga para debilitar el billete verde. Sin embargo, lo cierto es que el dólar solo ha ganado cerca de un 1% en términos ponderados por el comercio exterior desde la victoria electoral de Trump. Por eso, la idea de que el nombramiento de Boris Johnson impulsará la libra al alza podría demostrarse incorrecta”, sostiene Dryburgh.
Según lo ve el cogestor de Kames Capital, tanto la economía británica como la estadounidense se han comportado relativamente bien últimamente, ambas cuentan con bancos centrales que han aumentado sus tipos de interés de referencia y ambas registran abultados déficits exteriores. Ahí se acaban las similitudes. “Independientemente de lo que opinemos sobre el mismo, el gobierno estadounidense es estable y aplica políticas económicas coherentes, nada que ver con la caótica situación que vive el Reino Unido, de la que Boris Johnson es más un síntoma que una solución”, argumenta.
Estados Unidos es la mayor economía del mundo, emite la moneda de reserva mundial y goza de una creciente autosuficiencia energética, lo que le permite imponer ciertas condiciones al resto del mundo. El Reino Unido, por el contrario, depende mucho más de la generosidad de los demás y su balanza comercial presenta unas perspectivas bastante inciertas, sobre todo con la Unión Europea.
Trump cuenta con una amplia base de votantes leales que podrían garantizarle la reelección en un momento en el que la alternativa tampoco es tan diferente. Lo único que sabemos con seguridad sobre Boris Johnson es que cuenta con el apoyo del Partido Conservador, bastante menos del 1% de la población británica.
“Theresa May tenía sus fallos pero al menos los inversores podían confiar en que no ocurriría nada dramático con ella en el gobierno; ni Johnson ni Corbyn transmiten ese sentimiento de estabilidad. Además, el reto para la libra está en que cuenta con pocos factores de impulso y no está lo suficientemente barata para absorber los riesgos vinculados a la conclusión del Brexit y a la azarosa política nacional británica”, plantea Dryburgh.
Sobres estos parecidos y diferencias, Dryburgh concluye: “Puede que Johnson y Trump lleven un peinado parecido pero es probable que el primero realmente logre ponernos los pelos de punta”.