El primer encuentro digital de Fidelity International, que tuvo lugar el pasado 24 de junio en Madrid, contó con la presencia de Sebastián Velasco, director general de la división de la gestora en España, como conductor de un debate en directo entre dos directores de su área de ventas, Domingo Barroso y Óscar Esteban. Durante el evento se trataron los retos del nuevo orden económico mundial y se explicó no solo cómo la crisis sanitaria condiciona la actuación de los gobiernos en todo el mundo, sino que también impulsa el capitalismo sostenible y refuerza el papel de Asia en la economía global.
La aparición de los primeros casos de coronavirus en China desencadenó en el primer semestre del año el confinamiento de ciudades enteras, el cierre de fronteras y el cese temporal de actividad de miles de empresas repartidas por todo el mundo. Seis meses después, el número de casos diagnosticados supera los nueve millones y, lamentablemente, sigue en aumento, mientras que continúa la carrera contrarreloj en busca de una vacuna y no se descartan nuevos brotes de infección.
Según puntualizó Sebastián Velasco, lo que comenzó siendo una crisis sanitaria, se ha convertido en una de las mayores crisis económicas globales que se recuerdan. Y si todas las crisis de gran alcance dan paso a nuevas estructuras económicas y de gobierno, también en esta ocasión, las decisiones que se tomen por parte de los inversores, consumidores, empresas y gobiernos motivarán cambios profundos a nivel político económico y social.
Algunos de los cambios ya son evidentes como esa mayor dependencia de la tecnología en todos los aspectos de la vida -por ejemplo, para trabajar, aprender, consumir o acceder al ocio-. En paralelo, se está viendo cómo cada vez son más las empresas que dan prioridad al bienestar de sus empleados, de sus proveedores y a las comunidades en las que operan. También se ha visto una evidente necesidad de una mayor inversión en la infraestructura hospitalaria de muchos países.
El liderazgo de Asia
A largo plazo, parece claro que Asia está posicionada para asumir el liderazgo económico global gracias a su mayor crecimiento económico, a esa apuesta definida por la tecnología a gran escala, y también a la existencia de unos regímenes políticos estables.
Dentro de la región, China destaca por sus fuertes inversiones en tecnología y en el proceso de digitalización de su economía. Según indicó Domingo Barroso, China no quiere perder el liderazgo tecnológico frente a Estados Unidos, en especial en tecnologías como el 5G, infraestructuras o todo lo relacionado con la economía de datos que se esperan que sean los principales motores de crecimiento en el futuro.
El capitalismo dirigido de China y otros países asiáticos está contribuyendo a una rápida recuperación de la crisis. A su favor, la región cuenta con unas tendencias demográficas mucho más positivas -con poblaciones jóvenes y una clase media en crecimiento-, así como unos niveles de deuda más bajos que el resto de los países. Sin embargo, al mismo tiempo son países también que dependen mucho de la reactivación de la economía en el resto del mundo.
“Si bien es cierto que Asia está volviendo poco a poco a la normalidad, no lo está haciendo a los niveles previos a la crisis. Conforme el gobierno está estabilizando el virus, lo que se está viendo es que tanto las empresas como las fábricas y los consumidores están volviendo a tener actividad, pero se encuentran todavía lejos de su nivel de partida”, explicó Domingo Barroso.
“La rapidez y la amplitud con la que China recupere su actividad será muy importante para la actividad económica global. Estamos hablando de la segunda economía más importante del mundo y es una locomotora para el resto del crecimiento global”, añadió.
En la opinión de Barroso, al igual que la región asiática ha sido la primera en verse afectada por la pandemia, también será seguramente la primera en salir, aunque esto esté condicionado a posibles futuros brotes. Cabe recordar también que la región asiática tiene una experiencia dilatada en pandemias sanitarias, pues con anterioridad se enfrentaron al SARS y la gripe aviar.
En China, los datos de actividad de alta frecuencia, que van desde el consumo de carbón hasta la venta de vivienda, están volviendo gradualmente a los niveles precrisis. Sin embargo, el consumo de bienes discrecionales todavía no se ha recuperado y, lo que es más importante aún, está experimentando un proceso de transformación desde las tiendas físicas a las plataformas online.
“Las ventas de alimentos por plataformas online, así como la educación y los medios de pago electrónicos se están disparando. Por ejemplo, el nivel de descargas de la aplicación móvil de la cadena de alimentación Hema, perteneciente al grupo tecnológico Alibaba, se ha disparado un 128% durante la crisis”, argumentó Barroso.
Por su parte, Óscar Esteban destacó cómo este liderazgo económico se está trasladando a los mercados financieros con una mayor preponderancia en los índices globales que hace unos años. Asimismo, señaló que los activos de renta fija asiática están siendo bastante demandados por los inversores institucionales fundamentalmente porque las empresas de la región suelen tener un alto grado de solvencia, con unos balances muy sólidos, y sus bonos ofrecen unas tasas internas de rendimiento muy atractivas.
Las políticas de estímulo monetario y fiscal
En el corto plazo, se seguirán viendo cómo las actuaciones de los bancos centrales y gobiernos revierten un periodo caracterizado por la austeridad y las privatizaciones. En ese sentido, los bancos centrales de las principales economías desarrolladas han actuado de forma rápida y contundente contra la crisis. Pero, esta intervención no ha estado exenta de críticas por parte de los analistas de mercado, quienes consideran que estos estímulos son los culpables de una recuperación atípica después de unas caídas históricas los meses de marzo y abril.
Según apuntó Óscar Esteban, los precios de los activos se encuentran distorsionados por las inyecciones de liquidez acometidas por los bancos centrales. A su juicio, el repunte experimentado por los mercados no se ha debido a la recuperación de la confianza en la economía a nivel global, sino más bien a la ingente cantidad de dinero derivado de las políticas monetarias de los bancos centrales.
“Antes de esta crisis, muchos actores del mercado cuestionaban las herramientas de los bancos centrales ante una posible futura recesión. Sin embargo, en estos últimos meses se ha visto que no solo contaban con las antiguas herramientas, sino también con otras más novedosas para reactivar los mercados financieros y reactivar la economía. Este exceso de reactivación ha provocado una desconexión completa entre los mercados financieros y la economía real”, comentó.
Los inversores ahora se enfrentan al dilema de cómo actuar. El recetario de la última década de seguir al intervencionismo no cabe para obtener unas rentabilidades interesantes. Por eso, desde el punto de vista de Fidelity International, lo importante es valorar el corto y medio plazo. La reacción de la economía global a las políticas monetarias de los bancos centrales ha sido buena, pero no ha sido tan buena como se ha visto reflejado en los mercados.
“En Fidelity International somos muy cautos a la hora de valorar el efecto de esta crisis en la economía real. En un momento determinado, los mercados financieros y la economía real van a tener que volver a encontrarse. Y probablemente, en esa fase de la pandemia, el inversor tendrá que recordar tres cosas muy importantes: en cualquier recesión, siempre hay perdedores -empresas que se van a quedar en el camino-, los modelos de valoración de crisis anteriores no servirán -porque cada crisis se manifiesta con su propia forma-, y cuanta más información se disponga, mejor se bandeará la economía”, añadió.
Mientras tanto, en materia de política fiscal y de actuación por parte de las autoridades fiscales, en Fidelity esperan un mayor intervencionismo por parte de los gobiernos, dejando atrás la idea del libre mercado auspiciado tanto por Margaret Thatcher y Ronald Reagan en la década de los 80. Por otro lado, también se espera que las oleadas de privatizaciones y de austeridad de la última década pasen a un segundo plano, pues tanto el crecimiento de la deuda global como el coste de la deuda han sido muy exiguo.
Probablemente, el nuevo intervencionismo fiscal tendrá que ir muy de la mano de las políticas monetarias, pues por sí solo, podría causar un crecimiento que no sea especialmente robusto y en un momento determinado afecte mucho a la productividad global.
El proceso de desglobalización
Mientras que compañías repartidas por todo el mundo está viendo cómo se una parte o la totalidad de su negocio tiene que echar el cierre, muchas de las cadenas de suministro internacionales que estaban vigentes antes de la crisis están siendo desmanteladas. Un nuevo regionalismo emerge como fuerza como sustituto de la corriente de globalización que había dominado en las últimas décadas.
El impacto que causaron las disputas comerciales entre China y Estados Unidos, junto con las consecuencias directas de la pandemia han evidenciado que determinadas industrias deben ser consideradas estratégicas y que su producción debe estar cerca de la población de consumo. Por ejemplo, las farmacéuticas, la asistencia sanitaria, la alimentación y la seguridad son industrias que Fidelity espera que experimenten una transformación, pasando a tener un carácter más público o de defensa dando lugar a un nuevo paradigma.
La inversión sostenible gana aún más relevancia
Antes de la llegada de la pandemia, las políticas medioambientales acaparaban el foco de atención de la inversión sostenible. Pero en los próximos años, éstas tendrán que compartir protagonismo con políticas de buen gobierno corporativo y con el área social de las empresas.
Las empresas se van cada vez más abocadas hacia un “capitalismo sostenible”. No solo deben seguir desarrollando una transformación hacia un menor impacto medioambiental, ahora también deben reforzar sus políticas de buen gobierno corporativo y sus políticas sociales.
“Como inversores podemos forzar a las compañías a potenciar su parte corporativa y social. La crisis del COVID ha puesto de manifiesto que hay muchas empresas que están ayudando a la sociedad dónde tienen su actividad y a sus empleados”, dijo Domingo Barroso.
La principal idea que subyace en la teoría del capitalismo sostenible es que la empresa no solo debe maximizar el valor del accionista -con un enfoque más cortoplacista centrado en los beneficios-, sino que también tiene que dar cabida a los intereses de más actores, como proveedores y empleados.
En los próximos años, se verá una mayor incidencia del capitalismo sostenible en las compañías, así como una mayor cooperación entre las entidades públicas y las privadas, especialmente en áreas estratégicas, como pueden ser la seguridad nacional, el medioambiente o la emigración.
Por ejemplo, el ‘New Green Deal’ europeo es un proyecto de un billón de euros en el cual corporaciones privadas y públicas europeas van a trabajar conjuntamente los próximos 10 años para conseguir el objetivo de ser neutrales en carbono en el año 2050.
Además, durante la crisis del COVID-19 se ha evidenciado que las empresas con modelos de negocio que apuestan por la sostenibilidad son mucho más sólidas y ofrecen unos rendimientos con un comportamiento superior al índice.
¿Cuándo y cómo llegará la recuperación?
Si la pregunta del año pasado era cuándo llegaría la recesión, este año la pregunta se transforma en cuándo y cómo llegará la recuperación. El escenario central de Fidelity International la salida de la crisis pasa por una recuperación con forma de U. Según la gestora, después del levantamiento progresivo de las medidas de confinamiento, al cual ya se está asistiendo en muchos países a un ritmo distinto, se accederá a un periodo en el cual habrá restricciones durante al menos 10 meses, se verá una inflación muy baja, y se tendrán niveles de desempleo muy elevados hasta bien entrado el año 2021.
Fidelity International no descarta otros escenarios como el favorable escenario de la recuperación en V o el más pesimista, en caso de que se asista de nuevo a varios brotes de infección, pero le asignan una mayor probabilidad a que la vuelta del crecimiento se produzca en el año 2021 después de un periodo prolongado de estancamiento económico. En cualquier caso, será fundamental la voluntad política y la capacidad de los gobiernos para poner en funcionamiento programas de reconstrucción y creación de empleo que permitan evitar el deterioro de la actividad económica durante un periodo prolongado.