Los bancos centrales han subido rápidamente los tipos de interés en respuesta a las presiones de los precios. Pero, a pesar de sus esfuerzos, es probable que la inflación esté aquí para quedarse. Esto subraya la necesidad de que los planes de pensiones construyan carteras resilientes a la inflación, según un nuevo informe publicado por CREATE-Research y Amundi.
Entre las conclusiones que arroja este informe, elaborado a partir de la encuesta se basa en las respuestas de 152 planes de pensiones de 17 jurisdicciones, que gestionan 1,98 billones de euros de activos, destaca que un 50% de los participantes apunta a un escenario de estanflación: demasiado caliente en términos de inflación y demasiado frío en términos de crecimiento. Por otro lado, un 38% de los encuestados se inclina por la hipótesis del estancamiento secular. Es decir, prevén una vuelta al entorno anterior a la pandemia: bajo crecimiento, baja inflación, escasa inversión física, desigualdades significativas y salarios estancados.
En cambio, solo un 12% prevé un escenario similar al de los «locos años veinte». Según explica el informe en sus conclusiones, en este escenario, las presiones sobre los precios derivadas de los cuellos de botella de la oferta se reducían notablemente junto con un sólido crecimiento, impulsado por las ganancias de productividad derivadas de la innovación, que también mantiene la inflación baja.
“Tras una prolongada era de dinero barato y rendimientos de dos dígitos, el fuerte repunte de la inflación hasta su máximo de 40 años en 2022 en Occidente marcó un hito. La cuestión clave para los fondos de pensiones es cómo rediseñar sus carteras en un mundo con una inflación estructuralmente más alta, una política menos acomodaticia de los bancos centrales y una mayor incertidumbre geopolítica”, señala Amin Rajan, profesor en CREATE-Research y director de este informe.
El aumento de las correlaciones cambia el juego
Según el documento, una de las claves de este periodo ha sido que la diversificación ha vuelto a fallar cuando más se necesita. “Las ventas masivas de acciones y bonos se han movido en paralelo en 2022. La correlación entre renta variable y renta fija se volvió positiva en la fase de aumento de la inflación. Debería volver a terreno negativo con la normalización de la inflación, pero persistirá cierta inestabilidad que impulsará un cambio en la asignación de activos”, indica el informe.
En este sentido, el primero favorecerá los activos que proporcionan protección frente a la inflación, sobre todo en los mercados privados, y aproximadamente uno de cada dos participantes en la encuesta aumentará sus asignaciones a activos inmobiliarios e infraestructuras. Mientras que el segundo intensificará la búsqueda de mejores rendimientos a medida que los grandes movimientos del mercado creen oportunidades en activos distressed, y un participante en la encuesta afirmó que «es probable que los mercados de bonos ofrezcan buenas oportunidades de compra en fallen angels”. Además, los encuestados consideran que la flexibilidad de la cartera y la liquidez impulsarán una inversión dinámica en detrimento del enfoque tradicional de 60:40, según el 58%.
El tercer cambio prevé una mayor diversificación regional a medida que los principales mercados se desincronizan debido a las diferencias en las perspectivas de inflación.
En este sentido, el 43% de los planes de pensiones espera aumentar su peso en los mercados desarrollados, mientras que el 40% prefiere los mercados emergentes. El ascenso de China como superpotencia económica se convierte en un tema clave para jugar como una asignación de cartera independiente.
El último cambio se centra en el resurgimiento de la inversión value. Con las altas correlaciones entre la renta variable y la renta fija, el 42% cree que la diversificación basada en factores de riesgo volverá a ganar terreno. “El endurecimiento de la política monetaria y el riesgo de recesión económica hacen que los mercados financieros se vuelvan muy volátiles, incluidos los activos seguros tradicionales. La cartera tradicional 60/40 debe incorporar nuevas características, como una mayor inflación estructural, unos bancos centrales menos acomodaticios, la fragmentación económica y temas emergentes a largo plazo como la transformación industrial, la remodelación de la cadena de valor y la autonomía estratégica. En este sentido, la renta variable con altos dividendos, la inversión temática y los activos reales se vuelven cruciales”, añade Mónica Defend, directora de Amundi Institute.
Renta variable global: un motor de crecimiento de las carteras
Otra de las conclusiones relevantes es que solo el 11% de los participantes en la encuesta cree que el impacto de la inflación en su cartera de inversiones será positivo, mientras que el 59% afirma que será negativo. En cuanto a la rentabilidad de los activos en los próximos tres años, el 59% cree que será muy inferior a la de la última década.
Por lo tanto, el informe concluye que la asignación de activos tiene ahora tres tramos, cada uno con su propio objetivo: rendimientos totales decentes, protección contra la inflación y preservación del capital. El 70% considera que la renta variable global es el principal motor de crecimiento de las carteras y la clase de activos más adecuada para obtener una rentabilidad total decente (siempre que la inflación no se mantenga por encima del 5%).
Para protegerse de la inflación, los planes se están reorientando hacia los activos reales en los mercados del sector privado, en particular el sector inmobiliario (49%) y las infraestructuras (49%).
Sin embargo, esto no está exento de dificultades, dada la limitada capacidad de estos activos y su inherente falta de liquidez, que reduce la flexibilidad de la cartera. La mitad de los encuestados (44%) prefiere la deuda pública estadounidense como cobertura frente a los activos de riesgo, seguida de la deuda pública europea (40%) y la china (36%).
La vuelta a los valores fundamentales favorecerá a los fondos temáticos
Según el documento, mientras se vislumbra una recesión mundial y los bancos centrales retiran la liquidez, se ha intensificado la búsqueda de fuentes predecibles de creación de valor. La atención se centra en los sectores que están siendo reformados por las megatendencias que transforman la vida y que impulsan innovaciones disruptivas, modificando los modelos de negocio y remodelando las políticas públicas y empresariales.
En concreto, el 46% de los participantes en la encuesta espera una prima temática en el mundo post-pandémico a gran escala, y otro 35% lo espera en cierta medida. Como resultado, el 60% prevé aumentar sus asignaciones a fondos temáticos. En cuanto a los temas específicos, el medio ambiente, la cuestión social y la gobernanza encabezan la lista y son los más votados por el 76% de los encuestados. Otros temas destacables son la asistencia sanitaria/tecnología de la salud (50%), la genómica y la biotecnología (32%) y el envejecimiento de la sociedad (38%). Aquí, la atención se dirige hacia la aceleración de los descubrimientos médicos y su rápida comercialización, como ocurrió con la vacuna del COVID-19.
Los fondos pasivos y activos se complementan
Después de más de una década de fuertes vientos a favor, los fondos pasivos parecen haber conservado un claro atractivo para los planes de pensiones en los turbulentos mercados actuales. Entre los atributos clave se encuentran el menor coste (86%), su papel como herramienta eficaz de liquidez y cobertura (56%) y como diversificadores internacionales de los principales mercados de capitales desincronizados (49%). Sin embargo, las conclusiones advierten de que “en el mundo de la inversión no hay fondos que sirvan para todas las coyunturas y los fondos pasivos no son una excepción”.
Según argumentan, han prosperado en un entorno único de tipos de interés cero durante los últimos 13 años. Ahora, los tipos están subiendo y el papel de los bancos centrales para apuntalar los mercados está disminuyendo. En este sentido, en la encuesta aparecen algunos límites para la inversión pasiva, ya que los participantes creen que ésta se basa demasiado en los ganadores de ayer y tiende a inflar en exceso las valoraciones. Por lo tanto, el escenario se está volviendo positivo para los gestores activos.
Por último, a medida que el apoyo de los bancos centrales desciende, es probable que los precios del mercado vuelvan a conectar con sus fundamentales y favorezcan la gestión activa. Los precios de los componentes de los índices ya no se mueven al unísono, lo que crea oportunidades para que los gestores activos obtengan mejores resultados mediante la selección de valores. Sin embargo, el 52% considera que los fondos activos y pasivos se complementan en una cartera diversificada. Desde una perspectiva de futuro, el 29% espera aumentar su cuota en fondos pasivos, el 16% espera reducirla y el 55% restante espera que la cuota se mantenga estable, concluye la encuesta.