Las calificaciones soberanas de América Latina se estabilizan y no quedan perspectivas negativas entre los emisores soberanos calificados por Fitch en América Latina luego de la revisión de la perspectiva de Brasil a “estable” desde “negativa” el pasado 14 de julio, y de que la región experimentara numerosas rebajas durante la pandemia de COVID-19. Los bonos soberanos latinoamericanos aún enfrentan desafíos significativos para la calidad crediticia, pero los riesgos para las calificaciones están más equilibrados en los niveles más bajos.
De los 18 emisores soberanos calificados en la región por Fitch, 15 tienen Perspectiva Estable y uno tiene Perspectiva Positiva (Guatemala). Argentina y El Salvador se encuentran en la categoría ‘CCC’, donde no se asignan perspectivas.
Esta es la primera vez desde 2012 que no hay calificaciones con “Perspectivas Negativas” en la región. Recientemente, en junio de 2020, 13 de los 18 emisores soberanos que califica Fitch (71 %, la proporción más alta hasta la fecha) estaban en perspectiva negativa o en incumplimiento. La pandemia exacerbó los desafíos fiscales y de crecimiento preexistentes, lo que resultó en el peor desempeño de calificación de cualquier región. Doce de los 18 emisores soberanos fueron degradados, reduciendo su calificación promedio en 0,7 escalones. Solo cuatro tenían perspectivas negativas que finalmente se estabilizaron.
Desafíos crediticios e impacto externo
La ausencia de perspectivas negativas indica que la presión de calificación derivada directamente de la pandemia en América Latina ha seguido su curso en gran medida. Además, las recuperaciones económicas y fiscales en 2021 superaron en su mayoría las expectativas de mitad de año de Fitch, lo que proporcionó un margen adicional en los niveles de calificación existentes.
Sin embargo, la ausencia de perspectivas negativas no indica la ausencia de desafíos crediticios, aseguran los analistas de la calificadora: “más bien, estos se capturan en rebajas pasadas y la falta de perspectivas positivas (excepto en Guatemala). El crecimiento interno y los desafíos políticos se ven agravados por un impacto externo de múltiples frentes: presiones inflacionarias alimentadas por la guerra entre Rusia y Ucrania, el endurecimiento de la Reserva Federal de EE. UU., las preocupaciones por la recesión en EE. UU. y la UE y la desaceleración económica de China”.
“Una ventaja de los términos de intercambio para los productores de commodities ha ayudado a manejar estos desafíos, hasta ahora sin proporcionar una mejora significativa en las calificaciones. La presión para gastar la ganancia inesperada es alta, por ejemplo, a través de subsidios a la energía, lo que impide una mayor reconstrucción del espacio fiscal”, dice Fitch.
“Las caídas seculares en la producción de materias primas en la última década significan que este impulso de los términos de intercambio es menos beneficioso que antes para países como Bolivia, Colombia, Ecuador y México. Además, los precios de las materias primas han retrocedido recientemente en medio de preocupaciones de recesión global. Tal volatilidad de los precios puede desalentar nuevas inversiones necesarias para impulsar la producción y se suma a los desafíos para los productores de materias primas, que ya tienen grandes déficits en cuenta corriente”, añaden.
Choque inflacionario y riesgos políticos
“El choque inflacionario es un gran desafío macroeconómico. Al erosionar los ingresos y agriar la confianza, es una restricción del crecimiento a corto plazo. La inflación ha ayudado a las finanzas públicas en muchos lugares, aumentando los ingresos más rápidamente que los gastos y apoyando la estabilización de las perspectivas en Brasil, Costa Rica y Uruguay. Sin embargo, se está convirtiendo en un desafío fiscal al generar presión política para medidas fiscales compensatorias”, aseguran desde la calificadora.
Los bancos centrales de América Latina han respondido de manera proactiva con ajustes monetarios durante el último año, lo que los ha preparado mejor que en el pasado para el ciclo de ajuste de la Fed. Sin embargo, las monedas y las curvas de rendimiento aún se encuentran bajo presión, lo que se suma a los desafíos de inflación, fiscales y de financiamiento.
“Los riesgos políticos agravan estos desafíos. La incertidumbre en torno a los planes microeconómicos y la configuración de las políticas macroeconómicas es evidente después de las elecciones en Chile, Colombia y Perú, y antes de las elecciones en Brasil. Las intervenciones microeconómicas podrían ayudar a explicar la recuperación pospandémica particularmente débil de México. Las protestas sociales se están intensificando, más recientemente en Ecuador y Panamá. Incluso los emisores soberanos más política y socialmente estables, incluidos Costa Rica y Uruguay, enfrentan contextos legislativos difíciles para las reformas económicas y fiscales estructurales”.
Los desafíos políticos limitan la capacidad de los gobiernos para implementar planes duraderos de consolidación fiscal a través de aumentos de impuestos o recortes de gastos. Y pesan sobre la confianza y el crecimiento, lo que agrava los efectos del endurecimiento de las condiciones de financiación externa y la volatilidad de los precios de las materias primas que presionan a las divisas, aseguran los analistas de Fitch Ratings.