Christine Lagarde pone el cartel de “cerrado por vacaciones” en el BCE con una subida adicional de 25 puntos hasta el 4,25% y el de la facilidad de depósito en el 3,75%, como venía anticipando desde hace semanas. De este modo, el precio oficial del dinero se queda en niveles que no se veían desde la eurozona desde 2008 y los inversores, con un ojo puesto en la reunión de septiembre.
La principal novedad que deja esta última reunión ha sido la decisión del Comité Ejecutivo de poner al 0% la remuneración de las reservas mínimas de las entidades bancarias. “Esta decisión preservará la efectividad de la política monetaria, al mantener el nivel actual de control sobre la política monetaria y asegurar la transmisión completa de las decisiones sobre tipos de interés hacia los mercados monetarios”, reza el comunicado emitido por la entidad.
También se ha producido un cambio semántico que los mercados no han dejado pasar, que los tipos ya no «se llevarán a niveles suficientemente restrictivos», sino que «se fijarán en niveles suficientemente restrictivos». Felix Feather, analista de economía europea de abrdn, lo califica como «un ligero pero importante cambio» que le lleva a afirmar que «hay indicios de que la autoridad monetaria europea está dispuesta a poner fin a su actual ciclo de subidas, el más agresivo de su historia». Desde MFS Investments, Peter Goves,responsable de análisis de deuda soberana de mercados desarrollados, llega a una conclusión similar: «Aunque sutil, se trata de un cambio importante, ya que la tendencia a un mayor endurecimiento se ha diluido. Llegamos a la conclusión de que el BCE está en fase terminal o cerca de ella, lo que favorece la duración».
Precisamente la lentitud en filtrarse la postura más restrictiva de la política monetaria sobre la economía real es uno de los interrogantes más planteados en el mercado. Como explica Nadia Gharbi, economista para Europa en Pictet WM, “hay retrasos inusuales de transmisión de la política monetaria a la economía real este ciclo. Hay que tener en cuenta que el endurecimiento monetario todavía no ha tenido efecto completo y que los bancos centrales insisten en que la alternativa sería mucho peor, pues si se afianzara mayor inflación, tendrían que aumentar más los tipos de interés, causando mayor dolor en la economía”.
Konstantin Veit, gestor de fondos en PIMCO, corrobora que “el impacto de la política monetaria más restrictiva del BCE sobre la economía real sigue siendo incierto”. “Para lograr la plena normalización de la inflación hacia el objetivo de estabilidad de precios del 2% fijado por el BCE, es probable que sea necesario un mayor enfriamiento económico y cierta debilidad del mercado laboral», añade.
El comunicado reiteró que el balance del BCE sigue reduciéndose “a un ritmo medible y predecible”, ya que el Eurosistema ha dejado de reinvertir el principal una vez llegados los bonos a vencimiento. En cuanto al PEPP, el Consejo Ejecutivo mantuvo su decisión de reinvertir el principal “hasta al menos el final de 2024”.
Conseguir la cuadratura del círculo
Al igual que la Reserva Federal en las últimas reuniones, el BCE se va a mostrar más dependiente de los datos de cara a tomar sus siguientes decisiones desde la reunión de septiembre. Tanto en el comunicado oficial como en la conferencia de prensa posterior, Lagarde insistió en varias ocasiones en que la institución seguirá monitorizando de cerca y cuidadosamente los datos de la inflación en agregado antes de dar los siguientes pasos, con la determinación de que el coste de la vida vuelva al 2% en el medio plazo.
Al mismo tiempo, las gestoras internacionales y otros participantes del mercado constatan que, si bien no querrá comprometerse con un mensaje explícito, Lagarde tendrá que modular su discurso para transmitir mayor flexibilidad y al mismo tiempo no dar la impresión de que el banco central estaría dispuesto a cambiar su postura restrictiva. «El tono de la decisión monetaria de hoy y de la conferencia de prensa fue más dovish que en junio, indicando una pausa potencial en el ciclo de subidas en septiembre», concluye Jason Davis, gestor de J.P. Morgan Asset Management. Davis considera que «el tono cauto tiene sentido, al indicar los datos que el endurecimiento monetario ya se está transmitiendo. El crecimiento se ha ralentizado fuertemente, según los PMIs, mientras que la inflación subyacente se ha recuperado». El experto concluye, en vista de la comunicación del BCE, que «ya estamos cerca del final del ciclo de subidas de tipos».
Desde Fidelity International, su macroeconomista global Anna Stupnytska observa que el nuevo énfasis del BCE en la dependencia de los datos «supone una ruptura significativa con las reuniones anteriores». La visión de la experta, dado el lenguaje utilizado por Lagarde para comunicar, es que «el Consejo de Gobierno se muestra ahora claramente partidario de hacer una pausa».
Desde Pictet WM, Gharbi anticipa que el BCE dilatará lo máximo posible el inicio de un ciclo de recortes de tipos, e insiste en el ejercicio en búsqueda de la cuadratura del círculo que tiene el BCE por delante: “El BCE tiene que evitar el aumento de costes de financiación en economías más débiles y endeudadas y, al mismo tiempo, ser creíble contra la inflación”.
“Unas expectativas de inflación obstinadamente elevadas podrían inducir al BCE a ir sobre seguro y endurecer aún más la política monetaria en septiembre o el cuarto trimestre. Preferiríamos una reducción más rápida del balance a otra subida de tipos en ese momento. Esto podría mejorar la transmisión de los tipos de interés oficiales a los tipos de depósito de los hogares y las empresas al reducir el exceso de liquidez”, observa por su parte Karsten Junius, economista jefe de J. Safra Sarasin Sustainable AM.
A falta de lo que pueda traer la reunión de septiembre, mercados e inversores quedarán atentos a la última gran cita estival de la política monetaria, el simposio de Jackson Hole en el que la Reserva Federal reúne a banqueros centrales de todo el mundo en Wyoming y que este año se celebra entre el 24 y el 26 de agosto.