Lo normal es que los inversores consideren la volatilidad como un factor de riesgo de su cartera. Un factor que puede, eso sí, proporcionar los momentos adecuados de entrada y salida del mercado. Si compramos un activo a bajo precio, gracias a la volatilidad, podremos vender cuando su precio suba. La certeza de que existe y de que todo lo que sube baja y, al contrario, es lo que convierte a la volatilidad en una clase de activo en sí misma. En pocas palabras, la volatilidad también es “invertible” y recomendable a la hora de diversificar la cartera.
De hecho, como herramienta de diversificación puede tener más sentido que nunca ya que, como explica Stephan Eckhardt, especialista de inversión de Amundi, “cuando compramos acciones baratas, éstas pueden o no subir, pero en el caso de la volatilidad sabemos a ciencia cierta que se reducirá cuando es elevada y al contrario”. En un contexto como el actual, en el que la renta fija ya no cumple su tradicional función de mitigar el riesgo de las carteras de renta variable, una estrategia basada en la volatilidad aporta una positiva descorrelación con las acciones y con los tipos de interés, cuando éstos están bajos.
Y llega entonces la gran pregunta: ¿cómo se invierte en volatilidad? En el mercado existen fondos de inversión, como el Amundi Funds Absolute Volatility Euro Equities que persiguen a la volatilidad, o intentan adelantarse a ella, invirtiendo en futuros y opciones sobre índices. En concreto, sobre tres índices que permiten tener diversificación geográfica: S&P 500, Eurostoxx 50 y Nikkei 225. Como explica Eckhardt, la estrategia es sencilla: “Compramos cuando la volatilidad es baja y vendemos cuando alcanza picos”.
En lo que llevamos de 2017, la volatilidad en el mercado ha sido extremadamente baja por lo que la descorrelación con el mercado se ha acentuado. Los llamados índices del miedo, como el VIX o el Chicago Board Options Exchangge Market Volatility que miden la volatilidad implícita de las acciones del S&P 500 en un periodo de 30 días, están ahora mismo en el 12%, un nivel anormalmente bajo. “Cuando el mercado es alcista, la volatilidad se reduce. Cuando haya una corrección, la volatilidad volverá a aumentar”. La estrategia se encuentra, por lo tanto, en el momento de tomar posiciones aprovechando los bajos precios de los derivados y a la espera de una futura volatilidad que los encarezca.
Reversión a la media
Como reconoce Eckhardt, es imposible predecir el momento exacto en el que la volatilidad asomará al mercado, aunque, lo que tiene claro es que la volatilidad tiende a revertir a la media. “Esperamos que siga estando baja durante algún tiempo, pero lo normal es que aumente y se sitúe en la zona del 20-25%”
Hay algunas pistas de cuándo puede suceder, como las elecciones francesas, las subidas de tipos en EE.UU. o los problemas con los que se encuentre Donald Trump a la hora de poner en marcha su programa de estímulo fiscal. Son lo que el experto denomina los riesgos “desconocidos conocidos”, pero también hay otros potenciales factores de estrés para el mercado que son totalmente imprevisibles como un ataque terrorista o un desastre natural.
El principal reto de las estrategias basadas en la volatilidad es acertar en el “timing” del mercado porque, aunque se puedan anticipar de “de forma razonable” determinados episodios de volatilidad del mercado, “no sabemos cuál será la velocidad de las oscilaciones”. Por eso, su recomendación es mantener la estrategia al menos durante tres años, porque no todas las decisiones que tome el equipo gestor tendrán un resultado favorable. “Es como un seguro del hogar. Se compra para no tener que usarlo en caso de incendio, pero si ocurre nos servirá”, afirma.
Al tratarse de una estrategia que gana cuando hay miedo y nerviosismo en el mercado, en el primer trimestre de este año su comportamiento no ha sido bueno con una caída del 7%. Las perspectivas son, sin embargo, que termine el año plano o con una rentabilidad ligeramente por encima del 0%. Como producto dirigido fundamentalmente al inversor institucional (es difícil explicar al inversor particular que está perdiendo dinero con un mercado alcista) el experto recomienda, para un perfil moderado, tener un 5% de la cartera en esta estrategia. Un inversor más arriesgado reduciría el peso al 2% mientras que uno muy conservador podría destinar entre un 7% y un 10%.