La victoria en las elecciones del domingo en Argentina del candidato Mauricio Macri marca el punto de inflexión que los inversores internacionales estaban esperando desde que en el 2001 tuviera lugar el mayor impago de deuda soberana ocurrido en Latinoamérica, que desembocó en el corralito y una profunda crisis para el país.
Macri, empresario de centroderecha, que ha sido alcalde de Buenos Aires durante ocho años y que cuenta con fama de buen gestor, venció por un margen ajustado al candidato peronista Daniel Scioli, hecho que ha sido interpretado como una expresión de la frustración de los argentinos con la economía y gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Con un 99% de los votos escrutados, Macri, presidente del equipo de fútbol Boca Juniors, ganaba con un 51,4% de los votos, mientras que Scioli, obtenía el 48,6% restante.
Los mercados ya habían anticipado la victoria de Macri, desde que se situara como favorito en la primera vuelta, el índice Merval de la bolsa argentina experimentó un alza cercana al 30% en las últimas cuatro semanas previas a las elecciones, la prima de riesgo del país caía, y los bonos registraban subidas.
Pese a que Macri todavía no ha detallado las políticas económicas que aplicará cuando asuma la presidencia el próximo 10 de diciembre, su triunfo ha sido ampliamente interpretado como un desarrollo positivo para la economía del país.
Una de las principales proclamas del nuevo presidente electo es la liberación del “cepo” o control cambiario que desde el 2011 rige en el país para la compra de divisas para ahorro, importaciones y giros de beneficios de las multinacionales a sus casas matrices. Proceso que quiere realizar de manera gradual para evitar una brusca devaluación del peso argentino, que pueda impactar en la economía con una inflación mayor a la existente.
No son pocos los desafíos a los que se enfrenta el nuevo presidente: una economía estancada por falta de inversión internacional, con sus reservas en divisa extranjera en mínimos, y con uno de los niveles más bajos de Latinoamérica en relación con el tamaño de las importaciones del país. La producción industrial argentina ha caído de forma consecutiva en los tres últimos años, y las exportaciones agrícolas se han visto afectadas por la caída de los precios de las materias primas a nivel global. El déficit presupuestario del país se sitúa en máximos de hace 30 años y el crecimiento económico de los últimos cuatro años ha sido tan bajo que ha disminuido la renta per cápita.
Por lo pronto el mercado está celebrando su elección a la espera de sus primeras actuaciones en materia económica.