Desde el verano, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China han captado todas las miradas internacionales y pasado factura al mercado. Desde entonces y hasta hace unas semanas, la tensión crecía, pero ahora parece haberse relajado la situación tras el acuerdo alcanzado entre ambos países. ¿Ha cambiado algo realmente?
En opinión de David Kohl, jefe de estrategia de divisas, en Julius Baer, la reunión de G20 ha logrado relajar la situación, ya que las conversiones entre el presidente de los Estados Unidos, Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, han detenido la escalada en el conflicto comercial entre las dos naciones. “Los aranceles actuales de Estados Unidos sobre las importaciones chinas por un valor de 200.000 millones de dólares se mantendrán en un 10% y no se aumentarán al 25% para el 1 de enero de 2019”, apunta Kohl
Sin embargo, la tregua entre las dos naciones es solo temporal, ya que Estados Unidos avanzará con el arancel después de 90 días si no se puede lograr un progreso en cuestiones bastante complicadas, como el robo de derechos de propiedad intelectual, las barreras no arancelarias y el robo cibernético. “El acuerdo es un poco más extenso de lo esperado, pero no es una razón para pensar que las preocupaciones sobre las barreras comerciales desaparecerán por completo. Esperamos solo un pequeño impacto en las perspectivas de crecimiento e inflación para 2019. Sin embargo, el apetito por el riesgo recibió un impulso, y varias monedas de mercados emergentes se beneficiaron, mientras que el dólar estadounidense se debilitó solo marginalmente”, sostiene Kohl.
En opinión de Agnieszka Gehringer, analista senior del Instituto Flossbach von Storch, las guerra comerciales no son tan buenas y fáciles de ganar como aparenta Donald Trump. “El caso de los aranceles a la importación de acero muestra que, aunque hasta el momento no se han producido daños importantes, los primeros efectos negativos no deseados se están haciendo visibles en la industria de procesamiento de acero en los Estados Unidos. Cuanto más duren las medidas proteccionistas y cuanto más amplias sean, más probable será que pronto tengan un impacto más significativo. Más importante aún, las medidas proteccionistas sobre el acero no han podido lograr el objetivo de apoyar la producción y el empleo nacionales en el sector. Irónicamente, la dinámica del empleo en este sector se ha desacelerado desde la introducción de los aranceles proteccionistas.
Aunque las tensiones comerciales se hayan relajado, no han desaparecido y, de cara al próximo año, serán uno de los principales focos de atención y de generación de inestabilidad para el mercado. Por ejemplo, Mark Burgess, vice-director global de inversiones y director de inversiones para EMEA en Columbia Threadneedle Investments, sostiene sus perspectivas para 2019 que “las guerras comerciales, los acontecimientos geopolíticos imprevistos y cualquier fragmentación adicional de la Unión Europea podrían incidir también en las rentabilidades de la inversión”, apunta con una misión más amplia Burgess.
En el mercado, lo que hemos visto es que las conversaciones entre Estados Unidos y China arrojaron un poco más que las expectativas mínimas, respaldando el apetito por el riesgo pero teniendo poco impacto en las perspectivas de crecimiento e inflación para 2019. “Los activos vulnerables a la relación entre Estados Unidos y China han experimentado un repunte debido a las esperanzas de que se produzca un acercamiento entre ambos países tras G20. Así, se ha producido un movimiento de rotación desde los sectores vulnerables al crecimiento hacia los defensivos en el seno de los mercados de renta variable mundiales, mientras que el precio del petróleo siguió cayendo”, apunta Richard Turnill, director mundial de estrategia de inversión en BlackRock.
Para las gestoras es muy pronto para dar por terminada las tensiones comerciales y defienden que sigue siendo una llama que se aviva en función de la necesidad política. En este sentido, Julien-Pierre Nouen, economista-jefe y responsable de gestión multi-activo de Lazard Frères Gestion, argumenta que “la retórica proteccionista de Donald Trump ha sido clave para su éxito en las elecciones presidenciales de 2016. Sin embargo, ha demostrado ser mucho más prudente en su primer año en la Casa Blanca, apaciguando así los temores de los inversores y analistas. Pero desde febrero de 2018, Donald Trump ha reconducido su postura. En la sombra del ruido y de la furia, los últimos acontecimientos parecen describir una estrategia tal vez más estructurada de lo que parece”.