El gasto público y, en menor medida, la inversión de las empresas, además del exceso de ahorro, han soportado este año el buen desempeño del consumidor estadounidense.
Sin embargo (y como explicamos la semana pasada), la polarización en el Congreso y la proximidad del inicio de la campaña presidencial 2024 dificultan la aprobación de nuevas medidas de expansión. Como consecuencia, a pesar de la naturaleza abierta de algunas de las iniciativas impulsadas por el presidente Biden, como el plan CHIPS, el impulso fiscal pasará de ir viento a favor a viento en contra. Y, aunque algo queda de todo lo acumulado por las familias en 2020 y 2021 y la contracción en las ventas minoristas fue mejor de lo esperado, la tasa de ahorro como porcentaje de la renta disponible vuelve a caer por debajo del 4% y está de nuevo en zona de mínimos. Además, esos dólares ociosos se concentran en los bolsillos de los más pudientes que son los de menor propensión al gasto.
A pesar del beneficio que les ha proporcionado el rebote en los precios de bonos y de bolsa, los índices de condiciones financieras se mantienen tensionados y los tipos reales en zona claramente restrictiva. Por su parte, el repunte en la cotización del dólar y la pujanza en el precio del petróleo actúan también como detractores de crecimiento.
El ciclo de crédito continúa avanzando hacia su finalización, y la travesía se hará más incómoda para familias y empresarios. De hecho, el crecimiento en préstamos para ambos grupos está ya muy próximo a cero. El deterioro en la demanda de préstamos coincide con una caída en tasa interanual en el volumen de depósito bancario, de manera que el riesgo de un nuevo accidente en el sector bancario vuelve a estar vivo.
En el mercado laboral, las señales de fin de ciclo también van acumulándose. Las peticiones semanales de subsidio de desempleo subieron a 231.000, por encima de la estimación de consenso de 220.000 y de los 218.000 de la semana anterior. El número total de estadounidenses cobrando el paro siguió aumentando, situándose en 1,865 millones (por encima de los 1,833 millones de la semana anterior y empeorando los 1,843 millones pronosticados por los economistas), el nivel más alto desde noviembre de 2021.
Este dato sigue la estela de la reciente publicación del índice de vacantes, que continúa en tendencia bajista y que, a pesar de mantenerse aún algo por encima de los máximos prepandemia, ya apunta con claridad a un rebote en la tasa de paro. Respecto al nivel de desempleo, y a pesar de que el crecimiento salarial se ha moderado algo y que, ajustado por el avance de la productividad, la situación sería consistente con un entorno de inflación próxima al 2%, la Fed no dará por ganada su batalla hasta constatar que el empleo realmente se ha enfriado. Por lo tanto, el riesgo de llegar tarde con el primer recorte de tipos es cada vez mayor.
Con un ahorro en declive, el encarecimiento en los préstamos y la pérdida de inercia en el crecimiento de los salarios nominales, la siguiente pieza en caer es el consumo. El anuncio de ventas minoristas sembró dudas respecto a la solidez en el gasto de las familias, dejando un regusto agridulce.
Aunque el dato principal se contrajo un 0,1% en octubre, quedó por encima de las expectativas de -0,3%. Además, el incremento de septiembre se revisó al alza del 0,7% al 0,9%. Y, aunque siete de las trece categorías comerciales cubiertas por el informe experimentaron descensos, el grupo de control de las ventas al por menor (una medida más precisa del gasto de los consumidores que excluye las gasolineras, alimentación, concesionarios de automóviles y materiales de construcción) subió un 0,2%. Se trata de un frenazo con respecto al aumento del 0,7% intermensual de septiembre revisado al alza.
Este dato nos da la foto estática de lo que ha pasado en octubre. Los comentarios del equipo gestor de Walmart, en su publicación de resultados trimestrales, nos avisan de lo que está sucediendo y de lo que puede estar por venir constatando su cautela sobre las perspectivas del gasto de los consumidores. Apuntan a una continuación de las caídas en índices de inflación y justifican el menor apetito por el gasto a través del efecto acumulado de las subidas, el agotamiento del ahorro y un menor apoyo fiscal (finalización de la moratoria en el pago de intereses de préstamos a estudiantes).
Los comentarios destacan: «Recientemente, hemos experimentado una mayor volatilidad en la estabilidad en las ventas semanales, y una moderación en las tendencias en la segunda quincena de octubre (…) Esto nos da razones para pensar con un poco más de cautela sobre el consumidor en comparación con hace 90 días (…) En los próximos meses, estaremos atravesando un período de deflación en Estados Unidos ante el inicio de la temporada de vacaciones, estamos trabajando duro para bajar los precios de alimentos y comestibles para aliviar la presión que vienen soportando los clientes, ofreciéndoles desahogo para poder comprar otro tipo de productos de consumo».
Las conclusiones del informe de resultados de Walmart apoyan nuestra tesis y son consistentes con el inicio de un nuevo movimiento de reposicionamiento de carteras a nivel sectorial, de cíclicas a defensivas una vez la tormenta de los efectos de los fármacos GLP-1 parece haber amainado. La continuación en la tendencia alcista en el precio de los bonos del Tesoro y la recuperación de la pendiente positiva en la curva de tipos (escenario al que nos acercamos rápidamente) apuntan en la misma dirección.