El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) se reúne este jueves y revisará el ritmo de compras del PEPP en función de una nueva ronda de proyecciones macroeconómicas trimestrales. Pese a que los inversores tenían grandes expectativas en este encuentro, las valoraciones de las gestoras apuntan a que esta reunión tampoco dejará grandes anuncios y habrá que esperar a septiembre.
Actualmente, el BCE compra 80.000 millones de euros al mes en el marco del PEPP (Programa de Compras de Emergencia para la Pandemia) y 20.000 millones de euros al mes en el marco de los programas regulares de compra de activos. El BCE podría decidir marcar un ritmo de compras algo menor en el marco del PEPP por consideraciones estacionales. Además, en la reunión de política monetaria de marzo arrojó luz sobre su plan estratégico, que comprende decisiones trimestrales del Consejo de Gobierno sobre el ritmo de compras del PEPP durante el trimestre siguiente, en lugar de que el Comité Ejecutivo ejecute el programa de forma ágil y discrecional.
“Esperamos que esta postura se mantenga en líneas generales durante el próximo trimestre. El BCE considera que la configuración actual de las herramientas de política monetaria es suficientemente favorable, lo que no es fácil de conciliar con una previsión de inflación del IPCA del BCE para 2023 del 1,4%, previsión que probablemente no se revisará la próxima semana”, señala Konstantin Veit, portfolio manager en PIMCO.
Los propios miembros del BCE ya han dado pistas sobre cómo será esta reunión y han apuntado hacia una postura sin cambios en su política. Aunque Veit también considera que la reunión se saldará sin cambios importantes en la política monetaria, reconoce que la práctica de llevar a cabo una evaluación conjunta exhaustiva del estado actual de las condiciones de financiación frente a las perspectivas de inflación, en las reuniones en las que se dispone de nuevas previsiones de los funcionarios, hace que la reunión de junio sea una de las más interesantes.
En este sentido, señala que desde PIMCO esperan que “la revisión de la estrategia conduzca a una evolución en lugar de una revolución” y no prevén implicaciones radicales para la inversión como resultado del ejercicio. “Una proyección de inflación del IPCA del 1,4% para 2023 es muy baja, y plantea interrogantes sobre la interpretación de la estabilidad de precios por parte del BCE, y sobre una estrategia de mantener simplemente la configuración actual de la política monetaria durante más tiempo en lugar de relajar las condiciones de forma agresiva. El BCE tendrá que seguir siendo muy acomodaticio durante los próximos años y, en todo caso, las conclusiones de la revisión se inclinarán probablemente por la acomodación durante más tiempo y por la convencionalización de los instrumentos de política monetaria que hasta ahora no eran convencionales”, añade Veit.
Sobre la inflación, Annalisa Piazza, analista de renta fija de MFS Investment Management, señala que si el panorama macroeconómico a corto plazo podría justificar un indicio de una política ligeramente menos acomodaticia, las condiciones de financiación, que actualmente son uno de los factores clave que impulsa la política, de alguna manera se han endurecido y justifican la continuidad de la actual política monetaria. «Esperamos que a corto plazo la inflación y el crecimiento presenten un balance de riesgos equilibrado. Sin embargo, el panorama a medio plazo probablemente confirmará, por un lado, una inflación muy por debajo del objetivo y, por otro, que la brecha del PIB se cerrará a un ritmo muy lento. Por lo tanto, las condiciones de financiación más estrictas no serían bien recibidas en el escenario actual, con el riesgo de obstaculizar la lenta convergencia hacia el cierre de la brecha del PIB, que es la condición previa para que las presiones inflacionarias subyacentes comiencen a acumularse a medio plazo», añade Piazza.
Desde A&G Banca Privada consideran relevante la proyección que se dé del dato de inflación subyacente para los próximos años, aunque el mercado descuenta que se mantenga claramente por debajo del objetivo actual del BCE. “La decisión más importante a tomar en esta reunión es la variación o no en el ritmo de compras del PEPP. Pensamos que, cuando el BCE se decida a reducir el ritmo de compras del PEPP, probablemente esta medida venga acompañada con otras que ayudarían a mitigar el impacto alcista en TIRes. Entre las diferentes opciones que tiene la autoridad monetaria europea, podría optar por un incremento en el volumen de compras de bonos en el otro programa (APP) o un cambio en el forward guidance de tipos”, señala Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G Banca Privada.
Para algunas gestoras, sigue siendo demasiado pronto para que el BCE mueva ficha. “La reducción de las primas de riesgo de los países periféricos está alcanzando un nivel extremo que es difícil de justificar sin la Expansión Cuantitativa del BCE. El banco central ha absorbido una enorme cantidad de papel. El impacto de esta acción en los tipos libres de riesgo se estima que sea superior a los 100 puntos básicos, literalmente “aplastando” las primas de riesgo. Por todo ello, la reunión de esta semana del BCE debería dar lugar a pocos cambios, pues una reducción de la QE daría lugar a una reacción importante del mercado. Creemos que es demasiado pronto para asumir ese riesgo y que el BCE seguirá siendo impreciso sobre sus intenciones y continuará apoyando al mercado. Sin embargo, el debate va a seguir aumentando con la recuperación económica. La QE será cada vez más cuestionada por los halcones”, explica Stéphane Deo, Head of Markets Strategy de Ostrum AM (gestora del grupo Natixis Investment Managers).
En opinión de Franck Dixmier, director de inversiones global de renta fija de Allianz Global Investors, los movimientos del mercado en los últimos meses – subida de los tipos a largo plazo, la ampliación de los diferenciales y la subida del euro (hasta un 4% frente al dólar estadounidense desde marzo) – indican un endurecimiento de las condiciones financieras en la zona euro. «El BCE no puede ignorar esto. Este endurecimiento, como lo indicaron recientemente los funcionarios del banco central, refleja una economía en mejora en la zona euro, impulsada tanto por la aceleración de la demanda desde el exterior como, en el ámbito nacional, por la aceleración del lanzamiento de vacunas.
“Creemos que el BCE mantendrá su actual ritmo de compras de activos incluso en un contexto en el que la reactivación de la economía está ganando fuelle. No percibiríamos la decisión de reducir las compras como un indicio de que el BCE ha dado un giro restrictivo a su política monetaria, dado que la institución está centrada en mantener unas condiciones financieras laxas. Ello, sumado a una Reserva Federal que, a nuestro juicio, mantendrá una política monetaria flexible, brinda un contexto positivo para los activos de riesgo, incluida la renta variable europea”, añaden desde BlackRock.
En opinión de Ulrike Kastens, economista europeo de DWS, incluso si nada cambiara esta vez, es probable que el debate sobre el alcance del apoyo monetario necesario se intensifique a medida que se siga avanzando en la superación de la pandemia. “En este contexto, los resultados del Strategic Review previsto para septiembre probablemente jugarán un papel importante a la hora de determinar cómo calibrará el BCE su política monetaria en el futuro. En este sentido, el fin del apoyo expansivo será cauteloso para evitar distorsiones en el mercado. El BCE también seguirá preservando las condiciones de financiación favorables y, por tanto, seguirá actuando en el mercado. Sin embargo, es probable que el pico del apoyo monetario se alcance en el año en curso y que disminuya significativamente en 2022”, afirma.
Con independencia de cuál sea su decisión, Gilles Möec, economista jefe de AXA Investment Managers, cree que el enfoque más adecuado para el BCE es mantener intacto su discurso y mostrarse cauto. “De este modo, el Consejo dispondría de cierto margen de maniobra. No hay una definición estipulada de lo que significa significativamente más alto que en el primer trimestre, por lo que habría espacio para que el BCE bajara un poco de los actuales 80.000 millones de euros si las condiciones financieras pudieran mantenerse benignas este verano sin necesidad de una gran intervención del banco central, especialmente si se tienen en cuenta los factores estacionales. Alternativamente, el texto también podría eliminar la palabra significativamente, lo que sería más vinculante: señalaría la intención del BCE de reducir efectivamente el gasto, lo que dejaría de ser una mera opción. Por nuestra parte, no vemos cuál sería el propósito de esto, ya que reduciría la flexibilidad del BCE en un verano todavía incierto, y se interpretaría como una señal de que los halcones están ganando la discusión. Es probable que el jueves el banco central también anuncie una mejora de sus previsiones, dando la bienvenida a la reapertura en curso, pero, si lo hace, esperamos que venga acompañada de muchas palabras de cautela. Nuestra línea de base sigue siendo que el Consejo de Gobierno optará por retrasar cualquier decisión firme sobre el PEPP hasta el final del verano”, concluye Möec.
«El BCE no puede sugerir que busca una rápida normalización de la política, a riesgo de hacer subir los tipos de interés y el euro. En 2011, justo después de la Gran Recesión, endureció su política de forma preventiva. En la historia se han tomado decisiones monetarias más estimuladas», añade en este sentido Bruno Cavalier, economista jefe de Oddo BHF AM.
Por su parte, Diximier coincide con la visión de Möec: «El panorama relacionado con la pandemia del COVID-19 sigue siendo frágil, con la amenaza de variantes más contagiosas que potencialmente solo permiten una salida gradual de las restricciones sociales. Como resultado, es probable que las doves prevalezcan sobre los hawks con la extensión de un ritmo de compra significativamente más alto durante los próximos tres meses. La reducción (es decir, una moderación en la compra) no parece estar sobre la mesa. Este mensaje moderado debería apoyar a los mercados de bonos de la zona euro, que desde hace mucho tiempo incorporaron en gran medida en sus expectativas la naturaleza cuasi permanente de la presencia del BCE en los mercados».
Lo que sí esperan las gestoras, es que el BCE mejore sus perspectivas macro. «Es probable que el BCE reconozca la reducción de los riesgos. Asimismo, la actualización de las previsiones de los expertos probablemente dará lugar a una proyección de crecimiento del PIB para 2021 más elevada (actualmente del 4,0%) y también vemos un pronóstico de inflación más elevado (del 1,5% al 1,2% en 2021/22 actualmente). Nuestro análisis de las condiciones financieras del BCE resume los indicadores clave mencionados por sus miembros para evaluar las condiciones financieras. Muestra que no han cambiado mucho y que probablemente seguirán caracterizándose como favorables (con normas de crédito que siguen siendo estrictas)», explica Martin Wolburg, economista senior de Generali Insurance AM.
En este sentido, los expertos del banco privado suizo Julius Baer añaden que la reunión de mañana ofrecerá la próxima señal y orientación para los rendimientos europeos. Según su valoración, «los inversores temen que una revisión al alza de las perspectivas de crecimiento e inflación signifique que el BCE podría volver a frenar el ritmo del Programa de Compras de Emergencia (PEPP) en el próximo trimestre. Podría haber algunos desacuerdos en el seno del Consejo de Gobierno del BCE. Sin embargo, los riesgos para la recuperación y la decepcionante dinámica de la inflación siguen siendo importante».